Diseñada por Microsoft para perfeccionar el rendimiento de sus productos, los especialistas dicen que el silencio es tan absoluto que se pueden escuchar los sonidos más profundos del propio cuerpo y pasar mucho tiempo allí puede ser abrumador
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La sangre fluyendo por las venas y el ruido de las articulaciones al moverse son dos de los sonidos más sorprendentes que se pueden percibir en la sala más silenciosa del mundo. Si bien muchas personas son amigas del silencio y buscan pasar un rato en un lugar sin ruidos donde relajarse y desconectarse de la rutina, una sala en el edificio de oficinas de Microsoft lleva la propuesta unos cuantos pasos más allá.
La empresa tecnológica construyó en 2015 la sala más silenciosa del mundo, que incluso llegó a aparecer en el libro Guinness de los récords mundiales por su particularidad insonora. Según los estudios de alta sensibilidad, se detectó que el ruido de fondo promedio dentro es de -20,35 dBA (la medida de ponderación de presión sonora). Para tener una referencia, una sala de lectura silenciosa en una biblioteca puede registrar aproximadamente 40 decibelios.
Llamada cámara anecoica, la sala es tan silenciosa que quienes se encerraron en sus cuatro paredes afirman que llegan a escuchar los sonidos de su propio cuerpo. Al eliminar cualquier ruido externo, los oídos se concentran en lo que sí pueden detectar y que normalmente el sonido de ambiente silencia, como los latidos del corazón.
“Cuando girás la cabeza incluso podés escuchar ese movimiento. Podés oírte respirar y suena un poco fuerte”, señaló Hundraj Gopal, el científico especialista en el habla y la audición quien fue responsable del diseño principal de la cámara en Microsoft. “En cuanto entrás en la cámara, de inmediato sentía una sensación extraña y única, difícil de describir”, agregó.
“Es una experiencia única estar adentro con la puerta cerrada. Cuando dejás de respirar, podés oír el latido de tu corazón y la sangre que fluye en tus venas”, dijo a la BBC el director de ingeniería eléctrica de la empresa LaSalle Munroe.
Quienes entren en la cámara pueden sentir pérdida del equilibrio, ya que la conciencia espacial se apoya en en la reverberación que rebota en los lugares para mantenernos en pie. Además, al entrar a la cámara se apagan las luces para propiciar silencio auditivo y visual, aunque es importante aclarar que la sala no está abierta para el ocio sino que se usa exclusivamente para investigaciones.
Por ejemplo, analizaron el ruido de teclados, zumbidos de dispositivos electrónicos o el rendimiento de micrófonos y parlantes. Incluso recibieron consultas de investigadores de otros rubros -como biomédicas- para utilizar el lugar con fines académicos.
Cómo fue construida
En la sala del edificio 37 de Microsoft en Redmond, Washington, no hay espacio ni para el eco de los pensamientos de quien la visite. Justamente, el nombre de la cámara quiere decir “sin eco” y tardó dos años en construirse. La cámara es un cubo perfecto del cual cada lado mide 6,36 metros.
Requirió de seis capas de hormigón y acero, 68 resortes amortiguadores de vibraciones en el piso para no hacer contacto con el edificio y un conjunto de cables suspendidos que cancelan el sonido de las pisadas, además de cuñas de fibras de vidrio en las paredes, techo y piso colocadas con el fin de romper las ondas de sonido antes de que tengan la oportunidad de rebotar en la habitación.
Los planos también contemplaron el aislamiento de otras partes como las tuberías de alimentación de los rociadores contra incendios y del sensor de alarma o los conductos de aire y la ventilación que fueron forrados con material absorbente adicional.
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