Con sus minaretes y su cúpula, el complejo ofrece una vista inigualable del Cuerno de Oro y un paisaje incomparable desde el estrecho del Bósforo, que ahora se ve amenazado
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(AFP) Estambul - Los minaretes y las cúpulas de la mezquita Solimán han presidido desde el siglo XVI el Bósforo y el Cuerno de Oro. Pero ahora, esta vista emblemática de Estambul se ve amenazada por un controvertido proyecto de construcción.
La edificación de un cubo de hormigón, propiedad de una fundación religiosa, junto a este lugar es el último ataque al paisaje de la histórica ciudad, entregada al apetito de los promotores, y ha desatado la furia en las redes sociales.
“Semejante falta de respeto... no tiene límite”, exclama Esin Koymen, directora de la Cámara de Arquitectos de Estambul, contactada por la AFP.
“Muchos reconocen que esta nueva construcción altera la silueta de Estambul. Pero es bastante exasperante ver cómo continúa la despreocupación por un sitio tan emblemático”, dice, antes de añadir: “Tiene que parar”.
La Gran Mezquita de Solimán fue construida entre 1550-1557 por el famoso arquitecto otomano Sinan. Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, el templo, que ha sufrido terremotos e incendios, representa la Edad de Oro del Imperio bajo el sultán Solimán el Magnífico.
Pero no es la primera vez que el paisaje de Estambul se ve amenazado por construcciones de hormigón y grandes torres. Tres enormes rascacielos levantados en 2013 en el barrio de Zeytinburnu desataron la indignación pública, pero se mantienen a pesar de una sentencia judicial y la oposición del presidente Recep Tayyip Erdogan, entonces primer ministro.
La controversia dio un giro político después de que la alcaldía de Estambul, dirigida por el opositor CHP, cerrara el acceso al edificio la semana pasada, alegando que iba en contra del plan de ocupación de suelos de la ciudad.
“No haremos ninguna concesión para preservar el capital histórico y espiritual de Estambul”, advirtió en Twitter el alcalde de la ciudad, Ekrem Imamoglu.
La Fundación para la Expansión del Conocimiento, propietaria del edificio denunciado y cuyo consejo de administración está presidido por Bilal Erdogan, el hijo del presidente, afirma que la construcción destinada a alojamiento para estudiantes “no es ilegal”. Pero ante las protestas, incluso desde círculos conservadores, dio marcha atrás y detuvo las obras.
“No participaremos en ninguna actividad que pueda dañar el alma de Solimán”, declaró a la prensa la semana pasada el director de la Fundación, Nurettin Alan. “Haremos todo para protegerla”, añadió, acusando a la alcaldía de querer politizar el caso.
Yusuf Kaplan, editorialista del diario progubernamental Yeni Safak, pidió a principios de febrero preservar “el alma de Solimán”. “Somos el único país del mundo que destruye sus ciudades”, escribió el autor, calificando de “revolución” el debate en marcha sobre este caso.
El director de patrimonio cultural de la alcaldía de la histórica ciudad, Mahir Polat, asegura que el edificio de residencia estudiantil de la fundación superaba en seis metros el proyecto inicialmente aprobado.
Fue este responsable quien en 2020 alertó por los trabajos de restauración a martillazo limpio de la bizantina torre de Gálata, erigida en el siglo XIII. “Comparen las fotos de 2016 y las de 2022. Quien mire el Bósforo desde las cúpulas de Solimán ve claramente que (este edificio) no estaba allí”, explica. Paralizar esa obra no tiene “nada” que ver con la política o la ideología, afirma.
“Lean lo que se ha escrito sobre Estambul por viajeros del pasado y por autores contemporáneos, todos la describen como la ciudad de las cúpulas. Y es exactamente esto que está amenazado ahora”, defiende.
Polat subraya que la construcción de la fundación no es la única amenaza del monumento, denunciando las muchas edificaciones erigidas entre los años 1970-1980.
La alcaldía señaló que no quedaban más de 50 de los 525 edificios históricos originales que rodeaban la mezquita de Solimán. “Vamos a salvar Solimán. Pero, con perdón, no es tan fácil como destruirla”, apunta.
Esin Koymen, de la Cámara de Arquitectos, lamenta que las cuestiones culturales tomen connotaciones políticas. “Cuando se quiere proteger el pasado, si es una mezquita, se es progobierno. Pero si es un sitio bizantino, se es de la oposición”, argumenta. “Esta polarización ignora los principios universales de la protección del patrimonio”, lamenta.
AFPTemas
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