Muy deteriorado, el edificio Metabolista en Japón que se hizo en 1972 empezó su proceso para tirarse abajo; sus unidades se preservarán para alquilar y exhibir algunas de ellas en museos internacionales
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La Torre Cápsula Nakagin de Tokio empezó con su proceso de demolición. Apenas un mes había tardado en construirse el hito Metabolista en 1972, bajo el diseño del arquitecto Kisho Kurokawa, el cual ahora será desmontado y donado a museos o tal vez convertido en unidades de alquiler.
Ubicado en el barrio de Ginza, el edificio de viviendas tiene una fachada única de hormigón y acero y viene esquivando las amenazas de demolición desde el año 2007. Es por su desmejorado estado que los propietarios de los bloques fracasaron en la búsqueda de un inversor dispuesto a apostar en su restauración y no encontraron mejor solución que ponerse de acuerdo en vender el edificio y repartirse las cápsulas.
Perteneciente al movimiento Metabolista, el cual establece que las leyes tradicionales de forma y función en la arquitectura se encontraban obsoletas ya a mediados del siglo pasado, el edificio es un monumento que planea ser repartido entre diversos y reconocidos museos del mundo. Por ejemplo, un módulo ya está en exhibición en el Museo de Arte Moderno de Saitama de Japón. Sin embargo, su disposición para el público no se limitará al continente asiático, ya que según los informes, el Centro Pompidou de París está interesado en adquirir uno para su colección.
Su valor arquitectónico se refleja en la voluntad de la asociación de residentes de estudiar el edificio previo a su demolición para publicarlo en un libro y dejar registro de su trascendencia.
Desde el año pasado, los propietarios financiaron colectivamente la renovación de las 139 cápsulas restantes que faltan donar o alquilar en algún otro lugar de Tokio.
Cómo son los módulos
Compuesto por dos torres interconectadas de hormigón, 140 bloques de viviendas de acero prefabricados estaban atornillados a los ejes principales y le daban vida a la Torre Cápsula Nagasking. El plan original del arquitecto era diseñar este edificio para un público de hombres de negocios solteros y asalariados que buscaran una buena ubicación para vivir.
Cada módulo mide 2,5 x 4 metros y tiene una ventana redonda distintiva en un extremo. Por dentro, muebles empotrados, una cama debajo de la ventana de estilo ojo de buey, gabinetes, una cocina y una heladera, un teléfono y un baño con bañera eran los equipamientos básicos de las unidades.
La idea de Kurokawa era que cada cápsula se rotara y reemplazase cada 25 años con el fin de mantener el edificio fresco, pero fueron los problemas con la propiedad y la financiación los que imposibilitaron la meta. Además, los módulos flotantes habían sido diseñados para intercambiarse hacia adentro y hacia afuera, como las células de un organismo que se renueva constantemente. En su lugar, se dio lugar al lento y feroz deterioro de las cápsulas que pasaron a ser unidades de almacenamiento o terminaron en el completo abandono.
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