El concepto del mindfullness se aplica en este proyecto urbanístico de 1000 kilómetros cuadrados que lleva adelante el reconocido arquitecto danés Bjarke Ingels
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En los últimos tiempos cada vez es más común escuchar hablar del mindfulness, esta práctica que comenzó como una actividad personal y fue ganando más y más terreno hasta que llegó a convertirse en el protagonista tanto de propuestas arquitectónicas como urbanísticas, en distintos rincones del planeta. Una de las más recientes novedades en el área es Mindfulness City, un proyecto que se está realizando en Gelephu, Bután (reino budista -próximo al Himalaya-).
Los estudiosos del mindfulness sostienen que no es extraño que esta ciudad del futuro encuentre en un reino budista su hogar. Según dice la historia, el mindfulness es una orientalización de una práctica que nació en la India y que ya tiene más de 2500 años de vida. Claro está que en aquel entonces era conocida con otro nombre: Sati.
El espíritu de Mindfulness City encuentra su basamento en la cultura local y en su herencia espiritual. Según se sabe, el ideario del proyecto propone llevar su búsqueda a dominios tales como: bienestar psicológico, salud, educación, calidad de vida, uso del tiempo, resiliencia ecológica, buena gobernanza, diversidad cultural y vitalidad comunitaria.
Cómo es el masterplan
En lo que tiene que ver con lo práctico, el masterplan -que lleva el sello del estudio BIG, del arquitecto danés Bjarke Ingels- prevé el desarrollo de una ciudad de 1000 kilómetros cuadrados que contará con aeropuerto, conexiones ferroviarias, una presa hidroeléctrica, espacios religiosos y públicos. Además, contará con instalaciones cívicas, sanitarias, espacios educativos, un centro cultural y un mercado.
El lugar, que estará atravesado por 35 ríos y arroyos, propondrá un ecosistema formado por 11 barrios que se desarrollarán en forma longitudinal y que a simple vista parecen reproducir las tradicionales terrazas de los campos de arroz.
Cada uno de los barrios crecerán alrededor de algún espacio público, los cuales no sólo servirán como lugar de encuentro, sino que -además- dan forma a la política urbana de esta mega ciudad. Sin dudas, la gran cantidad de ríos y arroyos no sólo definen la fisonomía urbana, sino que también invitan a tomar una serie de recaudos.
Una de las principales preocupaciones son las posibles inundaciones, para ello a ambas márgenes de los cauces hídricos se establecerán arrozales. Ellos servirán de contención natural ante las posibles inundaciones y de corredor de biodiversidad para la flora y la fauna autóctona.
Los edificios que allí se realicen estarán construidos con materiales locales, como la madera, piedra y bambú. El diseño de esos inmuebles se inspirará en la arquitectura tradicional de Bután. Se construirán junto a calles pavimentadas permeables.
Desde BIG esperan que esta obra sirva de ejemplo para el desarrollo de la India. Según los propios desarrolladores, todo allí está pensando y creado para colaborar no sólo con la felicidad de sus residentes, sino también con la cohabitabilidad armónica con el medio ambiente natural.
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