Visitar San Agustín permite apreciar la riqueza y diversidad de un destino que no para de sorprender
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Florida, en Estados Unidos, tiene un especial atractivo para el turismo latinoamericano por los parques temáticos de Orlando y los grandes outlets donde se encuentran ofertas de las marcas más reconocidas.
Sin embargo, un poco más al norte, a menos de dos horas de recorrido en auto sobre la costa oriental de la península, un histórico destino aguarda a quienes se aventuran a adentrarse un poco más en las maravillas de Florida.
Se trata de San Agustín, ubicada a 1 hora y 50 minutos de Orlando, en la denominada costa histórica de Florida, una zona de blancas y extensas playas sobre el océano Atlántico hasta donde llegaron los expedicionarios españoles en los años 1500.
San Agustín, fundada en 1565 por Pedro Menéndez de Avilés, muestra con orgullo el Castillo de San Marcos, una fortaleza levantada entre 1672 y 1695 por los españoles, muy similar en su arquitectura y materiales de construcción a las murallas de Cartagena.
Una guía vestida con traje colonial espera a los visitantes en la entrada del castillo para narrar la historia sobre la forma en que los españoles llegaron hasta aquí y cómo ante el riesgo de que ingleses y franceses se tomaran la ciudad, decidieron levantar un fuerte y emplazar cañones en el techo.
El recorrido permite conocer cómo vivían en esa fortaleza los soldados, sus habitaciones, las bodegas en las que guardaban herramientas y alimentos. Además, de forma gráfica, se cuenta también la historia de cómo los europeos, los nativos norteamericanos y los africanos confluyeron en esta región.
El sistema de defensa de la ciudad incluye también el Fuerte Matanzas, ubicado al sur de San Agustín, en la isla Anastasia en el centro del río Matanzas y al que se puede llegar en una embarcación con un guía de parques nacionales que con notable acento sureño cuenta la historia de forma amena y divertida.
Desde 1513 el español Juan Ponce de León exploró esta zona de Florida y a él está dedicado el Parque Arqueológico Fuente de la Juventud, un lugar que alberga varios ambientes dedicados a la forma en que los colonos vivían y, por supuesto, la fuente, una corriente de agua de la que podrá beber para tener la capacidad de ir a otro de los lugares imperdibles de San Agustín: el Museo Casa del Faro.
Sus 219 peldaños son un reto a superar y si lo hace disfrutará de una maravillosa panorámica de 360 grados sobre la ciudad y el Atlántico. Del faro puede descender a una experiencia menos física y más espiritual al visitar la iglesia de la Virgen de la Leche, un santuario levantado, cómo no, por los colonos españoles en honor a la virgen que alimenta a su hijo.
Así como la huella de Ponce de León y de los españoles es notoria por toda la ciudad, San Agustín rinde también tributo a lo mejor del espíritu y la pujanza estadounidenses en cabeza de Henry Morrison Flager, un industrial, magnate petrolero y quien llevó el ferrocarril desde Nueva York hasta Florida.
En el centro de la ciudad hay varias edificaciones impulsadas por este industrial, como el Hotel Ponce de León, edificado en 1888 y que desde 1968 alberga el Flager College, una prestigiosa universidad.
Pasando la calle está el Lightner Museum, que ocupa tres pisos del que fue el antiguo Hotel Alcázar, también encargado por Flager, que se convirtió en sitio de descanso de millonarios que llegaban hasta allí en el tren construido también por el industrial.
El museo y parte de la Universidad, edificaciones de estilo renacentista español, se pueden visitar con un guía que contará la historia de Flager, quien llegó a Florida por una recomendación médica y se convirtió en la persona que le aportó al estado su vocación turística.
Las estrechas calles coloniales del centro de San Agustín son una invitación a caminar para deleitarse con sus locales, los restaurantes y los sitios para departir en familia, en pareja o con amigos. En verano, las terrazas de estos lugares son ideales para disfrutar de la brisa marina y del sol, pero en invierno la temperatura puede bajar mucho y lo mejor es quedarse adentro de los locales para calentarse al pie de una chimenea.
Para quienes caminar no es lo suyo, cuentan con Old Town Trolley Tours, una compañía que brinda el recorrido por el centro histórico de San Agustín en pequeños trenes y en Navidad, cuando las edificaciones se llenan de luces, hace el recorrido nocturno.
Si se prefiere una perspectiva diferente y dejar de mirar el mar desde la orilla, se puede elegir navegar con St. Augustine Sailing en un yate que incluye un brunch y algunos tragos mientras se desliza por las aguas del Atlántico.
Y, por supuesto, no se puede dejar la ciudad sin pasar por la Destilería San Agustín, donde se puede ser parte de un recorrido guiado en el que se aprenderá sobre la diferencia entre el whisky y el bourbon, además de probar los diferentes tipos de licor que se hacen allí.
El valor de un recorrido puede incluir el costo de una botella de bourbon que al final se podrá extraer del barril donde se añeja, envasarla, taparla y etiquetarla. También se puede pasar por la tienda y comprar cualquier otro licor de los que se producen en la destilería y recuerdos como camisetas, gorras o llaveros.