Llegó a la Argentina persiguiendo un amor pero cuando la pareja se terminó perdió hasta la cama y decidió hacer una él mismo con un diseño japonés; publicarla en sus redes le generó muchos pedidos y hoy se dedica exclusivamente a la carpintería
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En medio de la pandemia, un emprendedor italiano residente en Argentina encontró un inusual éxito al dedicarse a la construcción de camas japonesas. Andrea, quien anteriormente se dedicaba a la comunicación, decidió dejar todo y embarcarse en el mundo de la carpintería, creando su propio emprendimiento llamado Muebles Tanoka.
Las camas japonesas, conocidas por su diseño minimalista y su capacidad para promover el descanso, fueron incorporadas y adaptadas al estilo occidental en muchos lugares del mundo. Aunque existen numerosas variantes de camas japonesas en Argentina, son pocas las que utilizan materiales de calidad. Este caso destaca por ofrecer camas japonesas adaptadas al estilo occidental sin comprometer la nobleza del producto final.
Andrea, quien se mudó al país en 2007 después de casarse con una argentina, comenzó a hacer muebles como hobby para su familia y para sí mismo hace aproximadamente siete años. “Estoy muy acostumbrado a compartir las cosas que hago en redes”, cuenta el italiano, que compartía todo el proceso de construcción online y mostraba su habilidad autodidacta en la carpintería y el uso de herramientas manuales.
Después de su separación, Andrea se encontró con una necesidad inesperada. “La cama que compartíamos se había ido con mi exmujer, así que decidí construirme una”, explica. Hecha con madera maciza y un diseño minimalista similar a las camas japonesas tradicionales, el emprendedor recurrió a sus propias habilidades luego de no encontrar en el mercado argentino una cama que se ajustara a sus gustos, ya que la mayoría estaban fabricadas con melamina y materiales de baja calidad. Publicó una foto del mueble terminado en su cuenta personal de Instagram sin imaginar que recibiría numerosas solicitudes de personas interesadas en adquirir una cama similar.
“La primera cliente a la que le vendí una cama se llamaba Maju, y en honor a ella bauticé ese modelo con su nombre”, cuenta el italiano. A medida que las solicitudes de camas aumentaron, Andrea se dio cuenta de que necesitaba ayuda para perfeccionar su trabajo en carpintería, ya que todavía trabajaba manualmente y requería un taller más preparado y máquinas adecuadas. Fue entonces cuando conoció a Alejandro, un experimentado carpintero con su propio taller, quien se convirtió en su socio.
La asociación con Alejandro le permitió a Andrea replicar con precisión el diseño de las camas para todos los clientes, algo que llevaba mucho más tiempo hacer a mano. Además, mejorar la calidad de los encastres permitió que los clientes pudieran armar sus camas por sí mismos. “Incluso si la cama está hecha con un material pesado como lo es la lenga, un tipo de roble proveniente de Tierra del Fuego, los clientes no tienen problema a la hora de ensamblar las partes”, agrega el emprendedor. Cuenta que han entregado camas a abuelas que les escriben para decirles que lograron armar la cama solas, ya que el proceso resulta totalmente intuitivo.
Sin embargo, el artesano reconoce que aún están en un proceso de perfeccionamiento. “Los desafíos surgen cuando el precio de la madera aumenta considerablemente o cuando se presentan problemas para encontrar insumos y repuestos para las máquinas utilizadas para trabajar este tipo de material en particular”, explica el carpintero. “Es ahí que nos damos cuenta por qué somos los únicos que vendemos este producto”, se ríe el italiano. A pesar de los obstáculos, Andrea y Alejandro se enorgullecen de sus camas y están comprometidos con mantener la calidad artesanal de sus productos.
Hoy en día, Muebles Tanoka se ha convertido en el trabajo principal de Andrea. Aunque su formación universitaria y el legado familiar podrían haberlo llevado por caminos diferentes, encontró una gran satisfacción en la carpintería. “Vengo de una familia de clase media en un pueblito de menos de 900 habitantes en Cascinagrossa, Italia. Mi papá era pintor, trabajó toda la vida con las manos. Hoy en día todavía hay familiares que me levantan la ceja y no pueden creer que me dedique a la carpintería teniendo un título universitario”, cuenta Andrea. Sin embargo, asegura que aquellos que lo conocen saben que su nuevo trabajo ha mejorado su vida de manera significativa.
Otro diseño que ofrecen, aunque se aleja un poco de su variante japonesa, incluye camas con cajones de guardado, algo poco común y generalmente fabricado con madera prensada. “Solo funcionamos a través de Instagram. Las personas acuden a nosotros en busca de camas de calidad, y el algoritmo los guía hacia nuestra cuenta”, explica Andrea.
Los precios de los modelos arrancan en $199.000 la cama de dos plazas. La estructura de la cama es en madera maciza en lenga, paraíso o guatambú (un 20% del precio).
El emprendimiento no tiene planes de expandirse a una producción masiva y Andrea y Alejandro desean mantener el enfoque artesanal y personalizado de sus productos. Sin embargo, tienen en mente agregar nuevos elementos a su catálogo, como mesas y cómodas, siempre manteniendo los altos estándares de calidad que los han distinguido.
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