Se termina 2012, un año negativo para el mercado inmobiliario en todo el país. He asistido a los eventos del sector realizados este año en Buenos Aires, San Juan y Mendoza, todos con gran éxito en cantidad de público y en su mayoría, colegas. Se buscó transmitir un mensaje que fuera útil y a la vez alentador, pero fue muy difícil en el actual escenario. La gran mayoría de las operaciones concretadas este año de unidades terminadas o usadas se realizó con dólar billete. En esta crisis, el dinero (dólar) está en poder de la gente y es totalmente distinto a lo ocurrido en 2002. A la vez pudimos ver por las estadísticas publicadas por el Colegio de Escribanos de Capital Federal cómo cayeron las operaciones de compraventa, no así los precios de los inmuebles. Debemos destacar que los desarrolladores rápidamente dieron vuelta sus formas de comercializar y pasaron todo a pesos. Es decir que los tenedores de esa moneda pudieron y pueden comprar unidades en construcción que se pagan el 100% en pesos ajustados por el índice de la Cámara de la Construcción o lo que se acuerde con el constructor. Lo bueno fue que se vendieron muy bien los loteos o barrios privados, sobre todo los que están en pesos, y nuevamente ratificamos la famosa frase de No hay mejor inversión sobre la tierra que la tierra misma, frase con la que durante muchos años comenzaba sus remates de loteos en todo el país el gran martillero don Rodolfo J. W. Vinelli.
Todos los argentinos tenemos bien en claro que el mejor resguardo para nuestros ahorros es la inversión en inmuebles. Tener un título de propiedad brinda la seguridad total de nuestro capital. Si tuviéramos un plan económico a dos o tres años planificado y puesto en marcha, seguramente todo el Real Estate se pesificaría de a poco. Pero lamentablemente la inflación se devora los ahorros (entre un 25-28%) y por eso se intensificó el consumo masivo.
Nuestro país fue construido por la actividad privada, se crearon pueblos y ciudades, se construyeron millones de m2. No le pedimos nada al Estado en favor de la actividad privada, sólo que deje de intervenir en contra. Operadores inmobiliarios, desarrolladores y constructores respaldados por la industria de la construcción y, lógicamente, con el invalorable aporte del campo ayudaremos a salir una vez más adelante al país.