Sólo con tener un espacio verde no es suficiente para atraer visitantes voladores. Aves Argentinas recomienda recuperar plantas nativas y dejar que la naturaleza haga su labor
Entre mariposas y pajaritos. Así es como uno se imagina a quienes viven en el verde. Pero no, unas y otros han ido mermando a medida que el entorno natural les era poco propicio. Sólo algunas mariposas y las aves más temerarias –la calandria, el zorzal, el hornero, el chingolo, el tordo– quedaron a cargo del alboroto del jardín.
Muchas otras especies se alejaron o su población fue disminuyendo sensiblemente debido a la invasión de plantas foráneas y, peor aún, las fumigaciones con químicos. Un jardín en los alrededor de la ciudad de Buenos Aires es visitado por entre 8 y 12 especies de aves, y entre 2 y 6 tipos de mariposas. Esas cantidades pueden multiplicarse por 10 sólo incorporando la vegetación del lugar, instruyen en el material con que propician el cambio.
"Para atraer mariposas y aves hay que recuperar la vegetación nativa", alienta Claudia Nardini, coordinadora educativa de Aves Argentinas, entidad civil que funciona desde 1916. "Cuando no me creen les digo que planten una anacahuita y después hablamos."
Gramíneas, talas, espinillos, molles, caldenes, chañares, algarrobos. Cada zona del país tiene su flora original y una fauna que se siente a gusto con ella, porque se complementan desde siempre. Priorizar los árboles y las plantas nativas favorecerá la formación de un ecosistema que atraerá como un imán las aves, dicen en esta asociación dedicada a estudiarlas y divulgar el conocimiento. Consigna aplicable, además, desde una maceta en un balcón hasta en colegios, espacios públicos, hospitales, etcétera. No sólo será un elemento decorativo, que lo es, sino un método muy económico de mantener la diversidad y el equilibrio, de crear un lugar más sano.
"Las aves son buenas indicadoras de la salud de los ambientes, pastizales o pantanos –agrega Claudia Nardini–. Son oportunistas: si el lugar tiene algo raro se van. Yo no tomaría agua en un lugar sin pájaros o donde sólo hay palomas."
De los buenos y de los malos
Con la recuperación de los ambientes vienen los insectos. Los simpáticos y los otros, esos que comen hojas y plantas.
"Para tener nuevas especies de mariposas y aves tenemos que aceptar alguna oruga en las hojas", desafía la experta poniendo a prueba los nervios de los celosos jardineros. Todas las aves ingieren algún porcentaje de insectos, aunque sea para alimentar a sus pichones, ilustra.
"Al descubrir el valor ornamental de las especies del lugar aparecen nuevos colores y sonidos, porque el jardín se llena de mariposas raras y de otros pájaros que no conocíamos. Entonces uno sí es capaz de disfrutar de una oruga o una araña, porque forman parte de ese mismo sistema."
La especialista también alienta a dejar crecer el pasto. "Aunque sea en un rincón del jardín, para que salga lo que salga y observar. Cada lugar tiene sus singularidades y el ambiente natural atraerá diferentes especies según donde sea."
Además puede convertirse en un edén para las mariposas. "Cuando empecé, hace 20 años –recuerda Nardini–, no había un solo libro que identificara las plantas nutricias de las diferentes especies de mariposas según la región. Ahora sí hay y, además, coincide con un nuevo interés por lo nativo en general."
Es claramente un interés práctico, aunque su resultado sea también bello, ya que ahuyenta las pestes y es notablemente más eficiente el uso del agua.
Mientras hay plantas exóticas que tienen el efecto opuesto, el de las invasiones biológicas. Claudia dejaría de plantar y, si es posible, extraería buena parte de los ejemplares existentes cuando se trata de ligustros, acacios negros, paraísos y crataegus. "Sin bichos, todas sus semillas son viables y se propagan sin control."
Las nativas, en cambio, se van adaptando al entorno, lo que hace que también se vayan modificando y con ellas, la fauna. Lo ideal para la gente de Aves Argentinas sería no sólo plantar nativas en un jardín, sino generar corredores de varios jardines o espacios para que las aves puedan trasladarse.
Hablando de traslados, arriesgamos a la especialista una pregunta de un lego: "¿Hay plaga de golondrinas?" Se sorprende y lo niega, pero luego entiende y agrega: "Si aumenta año a año la población, es sólo que el lugar les gustó".
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