Aislamiento obligatorio, teletrabajo y clases virtuales. Con la llegada de la pandemia y su consecuente “nueva normalidad”, los barrios cerrados comenzaron a ser furor en un intento de la gente por huir de la Ciudad y encontrar un poco de verde y aire entre tanto encierro. Trabajar y estudiar se podía hacer de manera remota así que todo era ganancia con una mudanza así.
Sin embargo, con el debate sobre la vuelta a clases presenciales sobre la mesa, la rutina en la calle comienza a entreverse nuevamente y las dudas entre quienes se instalaron en barrios cerrados empiezan a aflorar.
“Es algo que nunca antes había pasado en la historia. Creo que todo esto que se está viviendo, con el boom de los lotes y los barrios cerrados, es porque hubo una demanda contenida durante todo el 2019 y 2020, fueron años donde la gente no compró muchos inmuebles. Entonces, se despertó la demanda y todos aquellos que analizaban a dónde se iban a mudar, dejaron de pensarlo y lo hicieron. Se aceleraron las decisiones”, consideró Martín Boquete, director de la inmobiliaria Toribio Achával.
Justamente, quienes se adelantaron a tomar la decisión por la pandemia, son los perfiles que más tenderán a replantearse si realmente hicieron bien. Incluso, algunos brokers estiman que alrededor del 20% de las familias que se mudaron a barrios cerrados regresarán a la ciudad: el tráfico, la reapertura de escuelas y la vuelta a las oficinas serán factores determinantes.
Julieta tiene 47 años, dos hijos de 15 y 12 años, y casi un año de cuarentena en un departamento de tres ambientes en Villa Crespo, que en noviembre pudo dejar para pasar a una casa con parque y pileta en Loma Verde, Escobar. “Hace ya dos años que con mi marido teníamos ganas de alquilar una casa para fines de semana y verano, y finalmente lo hicimos. Alquilamos por tres años y como nosotros trabajamos remoto y mis hijos hacían colegio virtual decidimos mudarnos acá. Ahora que empiezan las clases ¡no queremos volver al departamento! Pensamos en el cambio de colegio pero los chicos no quieren. Así que acordamos que haremos el esfuerzo de ir a Capital los días y horarios en que les toquen clases presenciales, como cuando alguno de nosotros tiene que ir a una reunión de trabajo, y seguiremos viviendo en Escobar. Veremos cómo nos resulta”, contó.
Lejos de tratarse de barrios ajenos a la vida urbana, cada vez las zonas cuentan con más ofertas de bienes y servicios. Con farmacias, supermercados, peluquerías y centros médicos, otras inmobiliarias opinan que si “se logra organizar la vida de la familia, los countries no son un impedimento”, sino más bien lo contrario. “Este auge llegó para quedarse. Quizás esto tiene que ver con que las ciudades están saturadas y se han acomodado las formas de vida. La cuarentena, y ahora el verano, fueron un momento de transición”, agregó Ethel Ures, jefa de producto para Castex, del barrio de San Eliseo.
En el mismo sentido apuntó Alice Pheiffer, gerente de Achaval Cornejo, quien remarcó que los padres preferirán cambiar a sus hijos a un colegio más cercano sin siquiera replantearse la idea de regresar a la ciudad. “La gente empieza a optar por los barrios cerrados como un estilo de vida. Nos pasa mucho que la gente que vino, probó la calidad de vida acá y nunca más se quiso volver”, reafirmó.
Una vez pasada la pandemia, Boquete aventuró que la demanda nuevamente se equilibrará y que todas aquellas familias que planean mudarse analizarán más detenidamente sobre las ventajas y desventajas de esta decisión. “Las distancias, los costos, la necesidad de tener varios autos. La nueva demanda volverá a realizar esas evaluaciones antes de cambiar de casa”, concluyó.