Se trata de una alianza entre el Banco Hipotecario y una constructora del sector
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En medio de un contexto en el cual el crédito hipotecario resurgió en la Argentina, siguen apareciendo líneas de préstamo, que buscan garantizar el acceso a la vivienda. Es así como un banco recientemente firmó un convenio con una constructora para otorgar un crédito destinado a construir casas modulares financiadas a 30 años, pero que se levantan en tres meses.
Se trata de una alianza entre el Banco Hipotecario y la constructora Idero, especializada en casas modulares -viviendas que se construyen en su mayor parte en una fábrica y luego se trasladan al terreno donde se instalarán-. “Es una solución que busca facilitar el acceso a la vivienda”, aseguraron del Banco Hipotecario a LA NACION. “Nuestra idea es ampliar las posibilidades para que más gente pueda acceder a su primera casa”, agrega Lucas Salvatore, presidente de Idero.
Para tramitar el préstamo, se aplica a través del banco con la línea del crédito para construcción y los requisitos son los mismos:
- no hay un límite de monto de dinero
- se financia hasta el 80% de la obra
- por un período de hasta 30 años
- el capital se ajusta por UVA
- tiene una tasa nominal anual de 8,5%
- es necesario tener una relación cuota-ingreso del 25%
- el dinero se entrega en un anticipo del 30% y un segundo desembolso con lo restante
Se trata de una novedad interesante, ya que, en definitiva, es una herramienta para adquirir una vivienda nueva, que se levanta en sólo tres meses. La cuestión es que, como un crédito hipotecario necesita del inmueble como garantía -que se pueda hipotecar y que esté listo para escriturar-, las líneas que ofrecen los bancos con financiación de más de 20 años están destinadas, en general, a la compra de departamentos usados.
Las unidades a estrenar, salvo que estén escrituradas, no pueden comprarse con un préstamo hipotecario, al igual que las en pozo. Hay que tener en cuenta que los pisos nuevos desde que se terminan de construir hasta que se escrituran atraviesan un proceso que lleva entre seis meses y un año en CABA, y un año y medio y dos años en la provincia de Buenos Aires.
Las viviendas modulares que se pueden adquirir arrancan en casas de dos dormitorios de 54 m² por un ticket de US$54.000 para el AMBA (hacen traslados a todo el país, pero en ese caso se debe cotizar el envío). También cuentan con módulos más grandes de 69 m² con tres dormitorios y un baño, y otros de 78 m² con tres dormitorios también, pero un baño más. Se trata de modelos “evolutivos”, explica Salvatore, por lo que se pueden ir sumando otros módulos, en la medida en que se quiera agrandar la casa.
También se puede solicitar un crédito para construcción de otras casas de la constructora, pero se trata de viviendas con precios más altos -cerca de US$300.000- y que demoran hasta 10 meses en levantarse.
¿Qué son las casas modulares?
Las casas modulares son construcciones que se hacen en una fábrica, en tres dimensiones, en una línea de producción similar a una industria automotriz, con distintos procesos que van desde la fabricación y armado de la estructura metálica hasta las últimas terminaciones. Una vez finalizadas, se transportan en partes, en camiones con carretones, al terreno en donde se ubicarán. Cada módulo llega a destino con el piso, las paredes, el techo, las ventanas y puertas hechas y colocadas.
Hay una amplia variedad de opciones, modelos y precios dentro del universo de las casas modulares, pero muchas de sus ventajas son compartidas: brindan una calidad más controlada, ya que se fabrican en planta, lo que permite una precisión de 2mm; tienen mayor velocidad de ejecución, utilizan un proceso más sustentable con menor impacto ambiental y pueden hacerse con materiales que se pueden reciclar casi en su totalidad. “En esta economía eso se refleja en una ventaja de costos. Si te la entregan en tres meses, en lugar de 24, hay una diferencia de valor por inflación muy importante”, señala Salvatore.
Esto se logra debido a que es posible trabajar dentro de una fábrica con los materiales al alcance de la mano, evitando las inclemencias climáticas (como la lluvia), que alteran el proceso y los tiempos de la obra. Salvatore comparte que, además de reducir los plazos de obra, se logra mucha más precisión en costos y en duración. “En un país donde la certeza no abunda, un poco de seguridad no viene mal”, agrega.