Durante la pandemia muchas personas replantearon sus estilos de vida y se preguntaron cómo llevaban el día a día en las grandes ciudades. Pero, sobre todo, cómo querían seguir viviendo sus vidas. Entre ellos, tres argentinos a quienes el aislamiento preventivo social y obligatorio en marzo los sorprendió en sus casas de verano de Cariló y, luego de atravesar la experiencia de vivir todo el año en ese bosque natural, cerca del mar y con un ritmo de vida más pausado, ya decidieron quedarse a vivir allí.
Eligieron ese sitio que siempre había sido “su lugar en el mundo” por tantos veranos para descansar y disfrutar, primero como refugio ante la incertidumbre y, ahora, como lugar de residencia permanente para ellos y sus familias. Y no son los únicos: el municipio de Pinamar, que incluye a esa localidad y a sus vecinas Ostende, Valeria del Mar y Cariló, ya recibió alrededor de 350 consultas de personas interesadas en residir en la Costa. “Son casos concretos que tuvimos en tan solo un mes, familias que desean vivir en Pinamar y provienen en su mayoría de la ciudad de Buenos Aires y la Provincia pero también de Mendoza, Río Negro, Chaco, Córdoba y Tucumán”, afirma Juan Ibarguren, Secretario de Turismo y Desarrollo Económico de la ciudad. La posibilidad de llevar una rutina más relajada, el entorno natural, el sueño de vivir cerca de la playa y la calidad de la infraestructura, son algunos de los motivos que pesan en la balanza a la hora de armar una nueva vida rodeada de pinos, arena y mar.
De la velocidad de Asunción en Paraguay a la paz de Cariló
Rubén Olveira, de 63 años, vivía y trabajaba en una empresa de servicios en el área de combustibles, en Asunción, Paraguay. Al saber que la pandemia comenzaba a ser una realidad y una posible cuarentena era inminente, el 10 de marzo decidió volver a Argentina y casi en simultáneo rumbear para Cariló, en donde tiene una casa. Allí pasó los siguientes meses solo hasta que su hija Erika, de 32 años, se mudó con él en noviembre pasado. Rubén mantuvo su trabajo a la distancia al igual que su hija.
“En Asunción trabajaba diariamente y lo sigo haciendo desde acá. Mis socios se quedaron allá y yo manejo lo administrativo. Uno puede hacer prácticamente todo con la modalidad home office. Siento que en lo laboral no hubo ningún cambio y la vida en Cariló es totalmente diferente a la que tenía en Paraguay y también en Buenos Aires”, contó desde su hogar rodeado de pinos. “Con mi hija decimos que es una maravilla estar acá, salir o mirar por la ventana y estar permanentemente entre bosques, es impagable. A tal punto que estoy pensando seriamente en radicarme acá, evaluando esa posibilidad para una residencia definitiva”. En medio de tanta incertidumbre, Rubén tiene algo claro mientras cuenta su experiencia en Cariló: la vida en la naturaleza que encontró allí es distinta a todas las ciudades en las que estuvo. “Estoy tratando de reorganizarme una vez que termine esta pandemia como para viajar de vez en cuando a Paraguay y organizar mis tiempos para pasar la mayor parte del año en Cariló”, confirma Rubén.
De la calle Corrientes y la noche porteña a juntar leña y no afeitarse más
Otro de los nuevos vecinos que conquistó Cariló con la pandemia es el reconocido director teatral Mauricio Kartun, de 74 años, quien junto a Mónica, su esposa, estaban pasando el fin del verano en su casa de la ciudad balnearia al momento de decretarse el aislamiento en marzo, por lo que decidieron no regresar a su departamento en el barrio porteño de Villa Crespo. Como muchos, creyeron que la extensión de la estadía sería por un tiempo corto. “Yo tenía trabajo programado para fines de marzo, reponer una obra y producir otra. Lo primero que pensamos es qué dejábamos en la Ciudad, los dos somos jubilados y siendo mayores era más seguro quedarnos aquí, este año no tenía cursos programados, podíamos contar con alguien que cuide nuestro departamento y nuestras plantas. Con el correr de los días nos dimos cuenta de que la cosa era más seria, yo imaginaba que los teatros iban a estar cerrados un par de meses nomás. Y nos fuimos quedando”, relata Mauricio.
Algo de esa “nueva normalidad” que comenzó a vivir en su día a día en la Costa empezó a seducirlo. Después de un 2019 con mucho trabajo, Kartun reconoce que este año pudo disfrutar y compartir momentos únicos y diferentes, una rutina de mucha sencillez: caminar por la playa en días de lluvia, sin importar cuánto se moje; realizar arreglos en su casa; juntar leña; ver una película o serie todas las tardes; no preocuparse por la ropa que use; no cortarse más el pelo y hasta dejarse la barba “que hacía tantos años que no la tenía así”, dice.
“Cuando decidimos tener una casa aquí, hace ya 20 años, elegimos Cariló por una razón concreta: había salido la ley de paisajes protegidos. Pensamos que tenía que ver con nuestro pensamiento vivir en un paisaje protegido y luchamos por tratar de sostener esa ley, que cada vez está más difícil, porque avanza la industria del turismo y avanza sobre el paisaje”, contó el director teatral. Si bien Mauricio aclara que antes de la pandemia no habían pensado “quedarnos toda la vida aquí”, la cuarentena obligatoria impuesta aquel 20 de marzo cambió los planes.
De manejar tres horas diarias a andar en bicicleta en la arena
Martín Bonilla fue pionero en su decisión: sin imaginar una pandemia en 2020, se mudó a Cariló junto a su esposa y cuatro de sus siete hijos en diciembre de 2019 para pasar el verano y ya con la fantasía de quedarse, anotar a los chicos en un colegio y probar. Martín tiene 55 años, lleva 35 veraneando en Cariló, hace 20 que se hizo una casa y había empezado a construir otra. “Lo mío fue casualidad. No habíamos podido venir en todo el 2019 porque estuve con mucho trabajo y en noviembre vinimos a ver la construcción nueva por primera vez y nos encantó. Volvimos a mediados de diciembre para estrenar la casa y pasar el verano”, contó Martín, quien tenía la intención de irse a España como primera decisión de mudanza pero eligió apostar por lo que considera un paraíso: “Desde siempre quise vivir en Cariló pero tengo siete hijos y siempre pensé que la movida era muy difícil”.
Ya le parecen anécdotas de otra vida recordar cuando manejaba tres horas diarias entre su casa de zona Norte y su estudio contable ubicado en el centro porteño. “Un día hice el cálculo: ese tiempo representan 84 días de un año, solo yendo y viniendo al trabajo. Era una locura. Mis amigos me dicen que podría haber hecho home office desde mi casa, y claro que sí pero no es lo mismo hacerlo en Buenos Aires que en Cariló. Allá es como que estás enganchado y ante la mínima necesidad te rajás a la oficina. Nosotros vivíamos en una casa un country, con todo el confort, pero esto es un paraíso y la decisión no pudo haber sido más oportuna. Este es mi lugar en el mundo y logré hacer realidad mi sueño”, dice convencido de que haber tomado la decisión de instalarse definitivamente en marzo fue la más acertada.
Actualmente, el partido de Pinamar tiene 45 mil habitantes y, a la espera de nuevos residentes, lanzaron el sitio “Respirá Pinamar”, que invita a los argentinos que quieran cambiar sus vidas por una con mayor tranquilidad, seguridad y calidad, a instalarse en la zona balnearia. El sitio asesora sobre cuatro temas centrales: vivir, estudiar, invertir y visitar, ya que en los últimos 12 años Pinamar fue el municipio de la provincia de Buenos Aires con mayor crecimiento demográfico, alcanzando un 84%. Y según el Mapa del Indice de Calidad de Vida (ICV) publicado por CONICET, el partido de Pinamar alcanzó el puntaje más elevado respecto a los índices de calidad de vida a nivel nacional.
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