La necesidad de aislarse en propiedades en el verde ante la suba de casos desató un aumento en la demanda de alquileres temporales
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Al igual que la primera y segunda ola de contagios, la tercera etapa de coronavirus marcó una tendencia en el mundo inmobiliario. El aumento de casos positivos de los últimos días suscitó en muchas personas la necesidad de alquilar una casa en el verde en busca de un espacio al aire libre donde pasar su tiempo. En general, se piden casas por una semana o quince días, pero la realidad es que casi no hay opciones, salvo los propietarios de casas de fin de semana que por una casa modesta piden alrededor de US$1500 por un alquiler de 10 días en febrero. Otro dato clave es que las administraciones de los emprendimientos no suelen aceptar contratos temporarios de tan corto plazo por un tema de seguridad y control de accesos.
“En estos últimos 15 o 20 días hubo un repunte de demanda de gente que cambió los planes por el Covid y volvió a demandar casas. Para febrero queda algo todavía”, observa Horacio Benvenuto, gerente general de Izrastzoff Compañía Inmobiliaria. Para el empresario, esta tendencia se destaca ante “una temporada que, a diferencia del año pasado cuando hubo un boom de la demanda, arrancó tranquila, razón por la que los precios bajaron entre el 10% y 30% en algunas propiedades en diciembre”. Ahora, admite que se vive un punto de inflexión en el que la gente decidió “por las dudas” alquilar y hacer algo más tranquilo.
Según Gonzalo Urdapilleta, director de la inmobiliaria Teresa Urdapilleta, hay una importante reluctancia por parte de los contagiados de coronavirus a pasar el aislamiento obligatorio en sus departamentos cerrados: “Hubo varios casos que pidieron alquileres porque se tenían que aislar o incluso tuvieron que suspender viajes por lo que ahí salieron a buscar casas por la zona. El aumento de este tipo de pedidos fue acelerado: buscan propiedades con inmediatez”, admite.
En la misma línea, Sebastián Lalín -gerente de Castex en Terralagos, un barrio cerrado premium ubicado en Canning- reconoce un aluvión de consultas: “Solamente hoy a la mañana llegaron 20 consultas y más de la mitad eran para pasar un fin de semana o cinco días pero en el barrio cerrado tenemos restricción de 15 días mínimo por seguridad”, aclara. Coincide con él Benvenuto, quien asegura que “hay gente que pregunta por cinco, siete o 10 días pero no hay opciones de alquiler por plazos tan cortos ya que para el propietario es toda una movida aceptar la mudanza porque viven en las casas y tienen que mover todo. Si bien hay alquileres por 15 días son sólo algunas excepciones”.
Por su parte, Gustavo Iglesias de Gabriela Iglesias Propiedades opina que el perfil de inquilino temporario para “una casa o una quinta en el verde como Pilar o Escobar es, en general, gente que por distintos motivos no puede irse de vacaciones porque tiene un trabajo estacional y no puede irse durante el verano o porque están esperando un bebé para los meses de enero o febrero”.
Respecto a las exigencias, Iglesias reconoce que lo que los clientes siempre buscan en Nordelta son casas con pileta. “Normalmente las familias piden propiedades de 250 m² o 300 m² que suelen ser de tres habitaciones con alguna de servicio donde pueden dormir los hijos más grandes con su propio baño. Lo normal es que una casa promedio de este metraje con pileta se alquile temporalmente por un piso de US$3000 o US$3500 el mes y en el otro extremo de la escala de precios hay opciones por US$7000 u US$8000. Además, un departamento de tres ambientes con amenities es más barato y se puede alquilar por entre US$1000 y hasta US$2500 el mes”, observa. Encuentra la misma demanda Benvenuto en la zona norte del Gran Buenos Aires, y aclara que “en febrero es más barato alquilar que en enero porque son menos días pero la realidad es que también hay menos oferta porque empiezan antes las clases”, aclara. Detalla que por el segundo mes del año hay valores de alquiler que parten de los US$2200 en los casos que bajaron el precio respecto a años anteriores, ya que en plena pandemia “estaban todos arriba de US$3000″.
Los alquileres temporarios suelen funcionar mucho durante los meses de enero y febrero y se frenan más en marzo porque es lo que duran las vacaciones escolares. En estos 60 días, los propietarios suelen guardar sus cosas y poner en alquiler su casa mientras se van de vacaciones. “Generalmente, lo más habitual es que pongan su casa en alquiler solo por enero o fin de año y el primer mes del año, aunque después hay gente que también alquila por 45 días y algunos por dos meses. En general mechan días de vacaciones con otros días en la casa de los padres, suegros, parientes o algún amigo que libera su casa”, afirma Benvenuto. De esta forma, pueden muchas veces compensar el gasto de las vacaciones y quedarse con un porcentaje de ganancia extra.
La posibilidad de que los alquileres temporarios se extiendan hasta marzo, Iglesias lo ve como poco probable. “En general, las casas que se alquilan temporalmente son de los propietarios que se van de vacaciones uno o dos meses, por ejemplo a una casa que tengan en Pinamar, y las alquilan”, dice, por lo que si los dueños vuelven de las vacaciones ya no habría oferta para responder ante una demanda prolongada. Para el Gerente General de Izrastzoff, la excepción la marcan las casas de fin de semana: “Los alquileres temporales frenan cuando empiezan las clases salvo que quede alguna casa de fin de semana, sobre todo en Pilar que es donde más hay y pueden estar hasta marzo inclusive”. Por ejemplo, allí una casa para ocho personas con cuatro dormitorios y cuatro baños en un terreno de 1100 m² cuesta US$111 la noche por Airbnb. En la misma plataforma, varían los precios según la ubicación y diseño de la casa: un chalé entero en Pilar con dos dormitorios para ocho personas puede costar US$151 la noche, mientras que una casa moderna en el barrio cerrado Estancias Golf de tres dormitorios se ofrece a US$398 la noche.
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