Por la alta demanda, el precio medio de un departamento nuevo en Tokio superó el máximo establecido en el apogeo de la burbuja inmobiliaria japonesa en 1989.
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Son conocidos los casos de los pueblos que ofrecen incentivos a las personas para que se muden a sus despoblados territorios. A cambio ofrecen desde trabajo hasta la posibilidad de acceder a una casa por montos irrisorios. Las famosas casas por un euro.
Pero los incentivos ahora empiezan a funcionar a la inversa. Tal es así que en Japón planean aumentar los incentivos económicos para los padres que opten por mudarse fuera de Tokio, en un intento del Gobierno por revertir décadas de declive demográfico, migración económica y el atractivo de la mayor metrópolis del mundo.
El Gobierno de ese país intentará ofrecerá a las familias que acepten mudarse un pago de hasta 1 millón de yenes por hijo, - que equivale a US$7600- si cambian la superpoblada Tokio por municipios fuera de la ciudad y regiones circundantes.
La medida tomada por las autoridades no es nueva: el pago por hijo está vigente desde 2019. Sin embargo, la novedad está en el monto ofrecido, que representa el triple de lo que estipulado en el plan anterior, cuando se otorgaban 300.000 yenes (aproximadamente US$2400).
Ahora con el aumento el Gobierno muestra el compromiso para alentar a las familias jóvenes a abandonar Tokio. La disminución y el envejecimiento de la población japonesa y la emigración de los jóvenes a la capital afectaron desproporcionadamente a las regiones situadas más allá de Tokio, Osaka y otras grandes ciudades del país. Por eso, a las familias que se trasladan ya se les ofrecen hasta 3 millones de yenes en ayudas económicas únicas y pueden recibir incluso más si crean un negocio.
¿Cuáles son las condiciones en caso de aceptar el pago? Los que acepten el dinero deberán vivir en la provincia durante un mínimo de cinco años o devolver el dinero al Estado.
Muchos pueblos y aldeas rurales han quedado vacíos y sus negocios carecen de clientes y personal disponible. Se calcula que el exceso de casas vacías en Japón -viviendas que a menudo permanecen deliberadamente sin ser reclamadas por los herederos- alcanzará unos 10 millones en 2023.
Al mismo tiempo, Tokio sigue creciendo al punto que según el Instituto Económico Inmobiliario, el precio medio de un nuevo piso en Tokio superó el máximo establecido en el apogeo de la burbuja inmobiliaria japonesa en 1989.
Alrededor de 1300 municipios japoneses ya se han inscrito para acoger a los tokiota emigrantes. Según fuentes gubernamentales, algo menos de 2400 personas se beneficiaron del pago de reubicación en el año fiscal 2021, una cifra que equivale aproximadamente al 0,006% de los 38 millones de habitantes del área metropolitana de Tokio.
Las páginas web de los ayuntamientos de los municipios que intentan atraer a los recién llegados combinan argumentos de venta de sus encantos rurales con una honestidad reveladora sobre su situación. El pueblo de Umaji, en la prefectura de Kochi (820 habitantes), ofrece una guardería gratuita “y, por supuesto, no hay niños en lista de espera”.
Los municipios rurales cuentan además con la ayuda de la cadena estatal japonesa NHK, que promueve intensamente la idea de trasladarse al campo en un programa regular que sigue la vida de los que han dado el salto.
La iniciativa del Gobierno de animar a la gente a reubicarse se produce en un momento de preocupación por la tasa de natalidad japonesa, por debajo del nivel de reemplazo, una realidad demográfica desde hace varias décadas y que se resiste obstinadamente a una sucesión de esfuerzos para fomentar la creación de familias más numerosas.
El número de bebés de Japón también se está reduciendo más rápidamente de lo previsto. En 2021, el número de nacimientos en Japón se redujo a poco más de 811.000 por año. Las previsiones basadas en los nueve primeros meses de 2022 sugieren que la cifra habrá caído por debajo de los 800.000 nacimientos por primera vez desde que se empezaron a llevar registros a finales del siglo XIX.
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