Se trata de un PH ubicado en Flores, construido en 1932, que le perteneció a la familia Bergoglio al momento de nacer el actual papa Franscisco; su madre dio a luz en la vivienda
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La gente que camina por la calle se detiene a observarla. Muchos sacan fotos, se persignan o dejan una estampita. Los más osados tocan timbre, quizás a la espera de que alguien del otro lado los invite a pasar. Algunos llegan desde lejos, a veces, desde otros continentes. Es que, detrás de esa puerta blanca de hierro forjado en la calle Varela, ubicada en el corazón del barrio porteño de Flores, está la casa en la que nació uno de los argentinos más reconocidos a nivel mundial: el papa Francisco. Dentro de poco, la propiedad que corresponde al departamento A tendrá colgado el cartel de venta.
Durante mucho tiempo, se creyó que Francisco había nacido en Membrillar 531, donde transcurrió su infancia, también en Flores. Sin embargo, hace varios años, el historiador Daniel Vargas, que trabaja en la Legislatura porteña, inició una investigación tras la designación de Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice católico. Su partida de nacimiento revela que la familia vivía en esa casa, ubicada en Varela 268, cuando llegó al mundo y su madre dio a luz ahí mismo.
Actualmente, la propiedad le pertenece a una familia que no está vinculada con los Bergoglio. “La casa era de mis abuelos y la terminé comprando yo. Ni ellos ni nosotros lo sabíamos. Un día, tocaron el timbre diciendo que acá había nacido el Papa”, contó a LA NACION Maximiliano Mauro, quien vive en el lugar con su esposa, Laura; su hija de 11 años, Malena; y una perra, que se llama Kally.
El 17 de diciembre de 2014, en el cumpleaños número 78 de Bergoglio, autoridades de la Legislatura porteña colocaron allí una placa que anuncia que en ese lugar nació el primer Papa argentino. “Nos pusimos contentos cuando supimos la noticia. La recibimos con alegría porque somos creyentes. En ese momento, mi esposa estaba atravesando una enfermedad y mi suegra pidió que el primer milagro de Francisco fuera en nuestra casa, que había sido también la suya”, contó Mauro. La mujer, que también es creyente, envió una carta al Vaticano contando la situación que estaba atravesando y recibió, tiempo después, un escrito firmado por el Papa, en donde le deseaba una pronta recuperación.
Lo que se conserva de la construcción original
Los abuelos de Maximiliano compraron la casa a comienzos de 1980. Construida en 1932, en ese entonces, la propiedad estaba bastante deteriorada. “Tuvieron que refaccionarla por completo”, explicó el actual dueño. Sin embargo, de acuerdo a las investigaciones, la estructura permanece intacta, al igual que algunos elementos originales del interior de la vivienda, como los pisos de madera, las puertas de hierro, una bañera y una escalera de mármol con escalones altos que llevan a un entrepiso y a la terraza.
De afuera, se ven dos puertas blancas idénticas. La de la izquierda es la que da acceso a la casa natal de Francisco, un PH de 87 m² al que se accede a través de la primera puerta del largo pasillo. Por dentro, la vivienda tiene tiene cuatro ambientes: una habitación principal, otra más pequeña, un comedor, una cocina chica y el baño. Los espacios están conectados por un patio interno, donde una escalera conduce a otra habitación, que está en el entrepiso y a una terraza.
Aunque la casa está muy bien mantenida y guarda la mística de ser la que recibió a una de las figuras más importantes del mundo, a la familia le quedó chica. Por eso, el plan es venderla para comprar una más grande y, dentro de lo posible, con más metros descubiertos. La decisión está tomada y la colocación del cartel de venta es inminente, aunque se mantienen cautelosos porque, pese al difícil escenario que atraviesa el mercado inmobiliario, apuntan a que la operación se concrete bajo un monto razonable.
La casa que vio nacer al primer papa argentino
El reloj marcaba las 21 horas del 17 de diciembre de 1936. En ese mismo patio en el que ahora posa la familia Mauro, hace 85 años se empezaron a reunir vecinos y allegados de los Bergoglio: Doña Regina Sívori acababa de dar a luz a un varón. A Jorge Mario, el mayor de cinco hermanos, le siguieron Oscar Adrián, Marta Regina, Alberto Horacio y María Elena.
Los Bergoglio llegaron a la Argentina escapando del fascismo. Mario José Francisco, el padre de la familia, trabajó en una empresa productora de pavimentos en Paraná, Entre Ríos y más tarde, adquirió mediante un préstamo un almacén en Flores, cerca de donde vivían. El lugar, aún hoy, conserva su espíritu de barrio.
La fachada de la casa, que hoy es uno de los puntos a visitar en el Tour del papa Francisco que se realiza en Buenos Aires, se destaca por sus dos puertas cubiertas con rejas blancas con dibujos geométricos simples. En el libro “Casa Natal”, realizado por el Consejo Profesional de Ingeniería Civil, cuentan que a Jorge, que era un buen alumno, le gustaba subir y bajar las escaleras de mármol repitiendo los números. Pese a que es pequeño, en el comedor de la propiedad solía reunirse toda la familia. En algunas ocasiones, la abuela Rosa Margarita y doña Regina cocinaban la comida favorita del ahora Sumo Pontífice: pastas acompañadas de un rebosante estofado con salsa y carne.
Aunque la familia se mudó a la casona de la calle Membrillar cuando Jorge tenía apenas cinco años, la propiedad de la calle Varela guarda entre las paredes sus primeros pasos. Él mismo lo recuerda: cuando el historiador descubrió la información y se la hizo llegar, Francisco la recibió, la avaló y le agradeció su investigación. Además, lo llamó por teléfono dos veces y le aportó nuevos datos sobre su infancia. Entre San Lorenzo de Almagro, Flores, el mate, las pastas del domingo, el asado, los padres y la abuela Rosa Margarita, el pequeño PH que se oculta detrás de esas puertas vio llegar al mundo al primer argentino que saludó a millones de fieles desde el célebre balcón del Vaticano, convertido en el Santo Padre Francisco.