La disputa entre los herederos de la propiedad acabará con la subasta de la construcción, que sale a la venta a 471 millones de euros
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Se remata una villa de lujo en Roma con sorpresa incluida. No se trata de una playa privada, una pista de aterrizaje propia ni tampoco lo que habitualmente se entiende por unas vistas de impresión. En el anuncio público figura como un complejo monumental, situado entre la popular vía Vittorio Veneto, la Porta Pinciana y Villa Borghese. “En una de las zonas más elegantes de la capital”, el inmueble que está compuesto por una oficina y tres garajes, que en total cuentan con una superficie total estimada de 2800 metros cuadrados, se subastará con un precio base de €471 millones.
Se trata de una antigua construcción, una maravilla artística, que cuenta con el único mural conocido de Caravaggio que se conserva. La propiedad, que es conocida como la Villa Aurora o Casino de la Aurora, es una joya del barroco romano. En otro tiempo, el inmueble perteneció a la desaparecida Villa Boncompagni Ludovisi, que se levantó en 1570 en una colina estratégica de la Ciudad Eterna, en el mismo emplazamiento que antes ocupó una villa romana de Julio César.
En su interior alberga una gran cantidad de obras de arte. La más célebre es el mural firmado por Caravaggio en 1597 y titulado Júpiter, Neptuno y Plutón. Fue encargada por el cardenal Francesco Maria del Monte para el techo de su reducido laboratorio de alquimia (la sala no alcanza los tres metros de ancho). La composición es un homenaje al mundo de la alquimia, con alegorías de tres dioses olímpicos y sus elementos característicos: Júpiter, que representa el aire y el azufre; Neptuno, que encarna el agua y el mercurio, y Plutón, que simboliza la tierra y la sal.
El pintor no usó la técnica del fresco, más extendida para este tipo de creaciones, sino la del óleo sobre estuco. Y a pesar de que los trabajos en los que se ha empleado este procedimiento se suelen deteriorar con facilidad, como La última cena, de Leonardo Da Vinci, el mural de Caravaggio se conserva en buen estado. Según está documentado, la obra fue redescubierta, en 1969 por la historiadora del arte Giuliana Zandri.
Un poco de historia
En 1621 la villa pasó a manos del cardenal Ludovico Ludovisi, perteneciente a una de las familias de la nobleza más poderosas de Roma, mecenas de las artes y la literatura, con una imponente colección artística. Para decorar su nueva adquisición, llamó al artista Guercino, que a su vez colaboró con el pintor y delincuente Agostino Tassi en algunas de las múltiples y valiosas obras que albergaba en su interior, como el mural de la diosa Aurora en la sala central. También el exterior era de impacto, plagado de esculturas de épocas clásica y barroca. El escritor francés Stendhal describió el jardín de la Villa Ludovisi como uno de los más bellos del mundo.
A finales del siglo XIX, la familia Ludovisi vendió casi toda la propiedad al gobierno de la ciudad de Roma, y la mayoría de los edificios fueron destruidos para abrir paso a la gran vía Veneto. La Villa Aurora quedó como último vestigio del complejo. En 2018, con la desaparición del príncipe Nicolò Boncompagni Ludovisi, su último propietario, se abrió una disputa por el patrimonio que ha llevado a los herederos a poner en venta el inmueble.
La subasta se celebrará en enero y, en principio, cualquier comprador de la gama alta del mercado inmobiliario podría pujar. La cifra podría aumentar solo si el Estado italiano no ejerce su derecho de tanteo, es decir, el mecanismo que regula la adquisición preferente de bienes culturales. Los gastos de la restauración que necesita el edificio se calculan en torno a los €11 millones.
Alessandro Zuccari, profesor de historia del arte de la Sapienza de Roma, participó en 2019 en la tasación de la edificación y de las múltiples obras del interior y el exterior. Recogió en 200 páginas las conclusiones exhaustivas de nueve meses de trabajo, con constantes consultas a expertos en pintura, arquitectura, escultura, arqueología y otros campos, como explica a este diario. “La operación de valoración fue compleja e insólita”, señala. Sobre todo en lo relativo al mural de Caravaggio y el resto de frescos. “No son obras móviles, sino pinturas murales de grandes dimensiones y de elevadísima calidad. Señalé al tribunal que se ocupaba del proceso que no se podía calcular el valor porque es inconmensurable”, apunta. Pero el proceso vinculado a la pugna entre los herederos obligaba a dar una cifra. Para la obra de Caravaggio, el gran artista del barroco, el experto propuso 310 millones de euros. Indica que se trata de un caso sin apenas precedentes y que para la tasación utilizó dos parámetros de referencia: las estimaciones que elaboran las compañías aseguradoras cuando un museo o coleccionista presta una de las obras del pintor y el cálculo del posible valor de una obra de Caravaggio en el mercado, teniendo en cuenta que es su única obra del estilo y que la pintura no se puede separar del techo. “El mural, que fue restaurado a finales de los años ochenta del siglo pasado, se conserva en buen estado”, confirma Zuccari.
Otro de los murales, el de la Aurora elaborado por Guercino “en los mejores años de su carrera”, tiene un valor estimado de 52 millones de euros. Uno de los cuadros de este pintor que también estaba en la propiedad ya se ha vendido por cerca de dos millones de euros. “La unidad de arquitectura, pintura, escultura y decoración de la villa le da un valor añadido, es algo único en el mundo”, apunta el experto.
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