Dejar de pelearse con el río y sus crecidas para empezar a amigarse y convivir con él, recuperando saberes. Los fenómenos climáticos extremos, como las inundaciones, serán cada vez más frecuentes, y es hora de generar soluciones diferentes, que combinen innovación, sustentabilidad e inclusión social. En eso viene trabajando un grupo de profesionales, docentes e investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) que busca instalar en Santa Fe una comunidad de viviendas flotantes con un domo acuapónico para la producción de verduras, cría de peces y otras actividades vinculadas al turismo y la cultura ribereñas. y alternativas productivas.
“Es una alternativa para las familias que viven en riesgo hídrico. En lugar de tener que trasladar sus casas con cada inundación, pueden quedarse y seguir viviendo del río, con la posibilidad de llevar adelante emprendimientos productivos sustentables”, explica el arquitecto Jorge Rico, uno de los impulsores del proyecto junto a Rodolfo Bellot, desde la Cátedra de Viviendas Flotantes Sustentables de la UNL, y al equipo formado por Nelson Alceiba, Pablo Navay Gonzalo Brieva.
El proyecto se llama Mercados de Río y consiste en la construcción de casas flotantes con bloques de telgopor de alta densidad que se recubren con hormigón armado, como pilar fundamental. Pero el proyecto va más allá de una solución habitacional y plantea que esas mismas viviendas polivalentes tengan espacios para transformarse en un taller o local comercial durante los fines de semana, cuando el mercado esté abierto al público, y los visitantes puedan comprar alimentos frescos o artesanías, disfrutar de la gastronomía, hacer paseos por el río, excursiones de pesca o avistaje de aves, entre otras actividades.
“Los mercados de río existen en Taiwán y otros países de Asia. El de Santa Fe sería pionero en la región, y podría replicarse en otras localidades fluviales de América latina”, apunta Rico. “Esta es una propuesta adaptada al ciclo natural de los humedales, que permite aprovechar en forma sustentable estos territorios inundables”, explica el arquitecto y docente.
El concepto se basa en la economía circular, donde los efluentes de la cría de peces se convierten en abono para los cultivos hidropónicos. Las viviendas se diseñan bajo criterios de la arquitectura bioclimática, con autonomía energética (está contemplado el uso de paneles solares) y el procesamiento sustentable de desechos.
Triple impacto
El proyecto estará siendo presentado por la UNL a la municipalidad de la ciudad de Santa Fe. Consta de seis viviendas flotantes familiares, alrededor de un núcleo productivo o domo acuapónico, donde se realizan las actividades de cría de peces (como el Pacú y otras típicas del Paraná), y acuaponia. La producción, en lugar de ser individual, será comunitaria.
La iniciativa tiene un beneficio económico; un impacto social; dado que incluye la capacitación en oficios como la cría de peces y cultivos acuapónicos; y también ambiental, porque plantea un uso sustentable de los humedales, en lugar de rellenarlos y destruir su ecosistema.
“Se trata de una unidad experimental, aunque son tecnologías probadas, tanto para la construcción de viviendas, en la que llevamos más de 20 años de experiencia, como el domo acuapónico”, destaca Rico. La idea es implementarla en la zona de Alto Verde, a la vera de la laguna Setúbal, donde unas 2000 personas viven en riesgo de inundación.
Para las casas flotantes se utilizará el sistema de construcción en seco, que es mucho más rápido que el convencional, y permite edificar una o dos viviendas por mes. Su estructura interna es panelizada, lo que permite a sus moradores modificar la disposición de los ambientes, y ampliarlos con una mínima capacitación. Cada construcción, de 70 m², tiene un costo aproximado de $4.000.000. “Es la mitad del valor de una vivienda social”, indica Rico. “El impacto económico es inmenso, si se considera cuánto gasta un Estado en cada inundación: millones para obras de contención y defensa, que finalmente colapsan por la fuerza del río; y otro tanto en movilizar y ofrecer viviendas transitorias a las familias inundadas”, describe el arquitecto santafesino.
En el proyecto trabajan los profesionales de la facultad de Arquitectura junto con los de Ciencias Veterinarias (asesorando en la producción de peces), y asistentes sociales para la selección y acompañamiento de las familias que vivirán en la comunidad flotante.
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