Mudarse a una unidad a estrenar puede ser el mejor plan pero también tiene sus inconvenientes; cuáles son y cómo evitarlos
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La mudanza a un nuevo hogar suele asociarse a momentos alegres: la posibilidad de vivir solo, convivir con amigos, con una pareja o ampliar la familia. Sin embargo, es una de las decisiones más estresantes en la vida de las personas y comprar un departamento a estrenar no siempre da las garantías de que no habrá ninguna sorpresa. “Hay que tener en cuenta que estos emprendimientos tendrán ajustes de terminación e instalaciones que comenzarán a funcionar en ese momento por lo que -quienes primero se muden- vivirán de cerca esa experiencia”, comenta la arquitecta Adriana Dwek, miembro del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU). En ejemplos concretos relata que quienes estrenan un departamento se pueden encontrar con piletas de patios que tienen residuos de material de obra y que por ese motivo se tapan y desbordan, con el consiguiente riesgo de arruinar pisos. Además, es usual que un flexible de lavatorio esté mal ajustado, pierda agua y que ello provoque daños en algún ambiente.
También hay que considerar que las mudanzas constantes de un edificio nuevo que se va poblando de otros copropietarios o inquilinos podría arruinar o rayar la pintura o el revestimiento de palieres o ascensores. En tanto, la arquitecta Liliana Abusier, agrega que “otro tema a chequear está relacionado con la aislación acústica porque muchas veces los tabiques que dividen las unidades no son los más aptos para aislar ruidos. Además, entre otro de los problemas que pueden surgir, está que los equipos de aire acondicionado hayan perdido carga de gas desde que fueron instalados hasta que el departamento se habitó”.
En este tipo de unidades, añade Francisco Altgelt, vicepresidente de Altgelt Negocios Inmobiliarios, muchas de las cosas que incluyen pueden tener fallas lógicas por tratarse de productos nuevos (ya sean artefactos, carpintería o aires acondicionados) y estructurales propias de un edificio a estrenar, como por ejemplo equipos mal instalados o problemas eléctricos por no estar todavía habilitados los medidores definitivos.
Por otra parte, Marta Oriozabala, CEO de la inmobiliaria Real Capital, advierte que un problema adicional que podría encontrar un comprador de un desarrollo nuevo “surge de desconocer lo que firma a la hora de comprometerse. Muchas veces se suscriben documentos sin saber, por ejemplo, el valor real final de un desarrollo o de los metros cuadrados propios que se adquieren al finalizar la obra y, dado ello, cuando tiene que escriturar le llega la noticia de que adquirió menos metros de los que le habían dicho o que el costo que debe pagar es mayor”.
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