Los altos costos de independizarse apuran la convivencia; tips para no perder la pareja en el camino
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Victoria tiene 26 años y está de novia hace tres. Su relación con Lucas sobrevivió a la pandemia y a las pruebas naturales que la vida impone, pero este año un nuevo obstáculo se interpuso en el vínculo. “Hace un tiempo que queremos independizarnos de nuestras familias y mudarse cada uno por su lado para tener la experiencia de vivir solos, pero los pocos alquileres que hay están tan caros que estamos considerando adelantar los planes y directamente mudarnos juntos”, comparte en diálogo con LA NACION.
En línea con esa historia, el principal motivo declarado como motivación para alquilar una vivienda es la emancipación (36,8%) según un relevamiento realizado por el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC). Sin embargo, los precios de un mercado distorsionado no ayudan con esta meta e incentivan a que quienes tengan ganas de salir del nido familiar busquen un amigo con quien mudarse o adelanten la decisión de convivir con su pareja para poder amortiguar los costos del alquiler.
El flagelo está presente en varios rincones de las redes sociales. “¿Quiero novio o solo quiero dividir los gastos de un alquiler?” y “solo quiero un novio para compartir el alquiler y los servicios” son algunos de los comentarios que resuenan en Twitter.
En junio, el precio promedio de un departamento de dos ambientes en la Ciudad de Buenos Aires alcanzó los $158.328 mensuales, de acuerdo a un relevamiento de Zonaprop. Pero este no es el único gasto que implica independizarse. Además de los costos de barrera de entrada, como puede ser la comisión inmobiliaria en la Provincia de Buenos Aires, el depósito, la garantía y el servicio de transporte para trasladar las pertenencias, el costo de las expensas también le pesa a los inquilinos.
Por caso, en la ciudad de Buenos Aires, el valor de la expensa promedio en edificios -sin incluir deudas en la ciudad- correspondiente al mes de junio fue de $47.256, según ConsorcioAbierto, un software para administraciones de consorcio. Es decir que, si se usa como referencia el costo de alquilar un dos ambientes en CABA, los inquilinos tienen que pagar $205.584 al mes de vivienda, sin contar otros servicios y gastos del inmueble.
“Mi novio y yo ganamos aproximadamente $200.000 al mes cada uno, por lo que mudarnos solos a un departamento de uno o dos ambientes es inviable”, lamenta Victoria. Al unir fuerzas, la pareja gastaría la mitad de los ingresos solamente en la vivienda, y el resto para cubrir servicios, comida y transporte, entre otros gastos. Efectivamente, “el alquiler representa en promedio el 40,75% de los ingresos de los hogares inquilinos al sumar el valor del alquiler y el valor de las expensas, sin contar el pago de los servicios”, dice el informe del IVC. Este supuesto es si la pareja logra conseguir un contrato de alquiler tradicional en pesos, teniendo en cuenta que según Zonaprop el 60% de la oferta de alquileres a largo plazo en la ciudad está publicada en dólares a un valor promedio de US$641 al mes ($334.602 convertido a un dólar paralelo de $522).
El monitor Invertire es otro indicador que refleja la crisis habitacional: calcula cuántos días del mes tiene que trabajar una pareja para pagar el alquiler de un dos ambientes en la ciudad. La fórmula toma en cuenta dos sueldos promedio de un empleado en relación de dependencia según la Remuneración imponible promedio de los trabajadores estables (RIPTE) publicada por el Ministerio de Trabajo, que en abril era de $263.481,22 y lo compara con la evolución del alquiler promedio de un dos ambientes según Zonaprop, que en ese mes era de $128.584. El resultado arrojado es que una pareja en esas condiciones tenía que trabajar 7,32 días al mes para poder cubrir los costos del alquiler.
¿Cómo saber si es momento de mudarse juntos?
La decisión de mudarse con una pareja no es algo que se hace a la ligera: lleva tiempo de meditación y no se recomienda hacerlo de forma impulsiva. Para evitar problemas a futuro, hay una serie de consideraciones que todo dúo deberían tener en cuenta a la hora de tener un piso en común.
“Hay un gran porcentaje de parejas que tienen una relación que viene bien y que al irse a vivir juntas surgen muchos quiebres en los vínculos a raíz de eso”, enuncia Sol Buscio, licenciada en Psicología (M. N: 71610). Explica que estos problemas surgen por aspectos que previamente no estaban trabajados y que aparecen ante la disidencia.
Para las parejas que en un contexto macroeconómico complejo deciden zambullirse en la aventura de vivir juntos con el fin de amortiguar los gastos, la profesional recomienda la revisión de cinco puntos clave para tener una convivencia amena.
- La comunicación es la base de todo. Buscio destaca la relevancia de que haya una comunicación clara, fluida y que se debe intentar que no haya incomodidad al hablar, por ejemplo, de dinero. “Es importante que se tengan estas charlas incómodas que inviten a la reflexión de parte de ambos a modo de construcción, porque una pareja construye en conjunto a partir de las bases de cada uno, dado que todos venimos de mundos distintos, con lo que creen que es un vínculo y lo que es convivir con alguien”, detalla.
- Aprender a resolver conflictos en equipo. La psicóloga da a entender que frecuentemente las parejas no saben resolver conflictos, un dilema intimamente relacionado con la falta de comunicación. “Quizás cada uno se para en el lugar de quién tiene la razón sin dar lugar a lo que le pasa y de donde viene el otro, que es distinto a uno. Hay que enfrentar la discusión como un equipo y no como dos individuos que busca el beneficio propio. Las parejas que realmente avanzan se debe en parte a que pueden discutir, tener intercambios y no estar de acuerdo pero las resoluciones se dan en beneficio de ambas partes”, sostiene.
- Reciprocidad. La reciprocidad puede ser un punto de conflicto porque rara vez el 100% está equilibrado en mitades iguales y esta no se expresa de la misma forma en cada persona. “A veces, lo que es recíproco se ve de maneras diferentes porque las personas lo dan de maneras distintas, que se puede ver en lenguajes de amor y las maneras de vincularse”, señala Buscio.
- Tener proyectos en común. “Una pareja que ya tiene como proyecto el hecho de convivir -por los motivos que sea- tiene que tener además otros objetivos y metas a corto, mediano y largo plazo. Es importante que sigan cultivando la relación y no por verse todas las noches dejen, por ejemplo, de tener citas o espacios que cuiden el vínculo”, define.
- Tener metas más allá de la pareja. “Es importante que se respete que el otro tiene un mundo aparte de la pareja, como un deporte, un grupo de amigos o una familia, y que los objetivos no estén puestos solo en la pareja”, agrega la especialista.
En resumidas cuentas, la psicóloga concluye que “cuando uno elige mudarse con alguien debe estar dispuesto a trabajar día a día en la construcción del vínculo. Al igual que cuando elegimos un trabajo que nos conviene, a la hora de elegir una pareja con la que vamos a convivir también se trata de una elección que se hace conociéndose a uno mismo y aceptando que hay un otro distinto adelante nuestro”.
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