Las mujeres están uniendo fuerzas bajo un mismo techo, utilizando el antiguo poder de la hermandad para dividir las cuentas del hogar y criar a sus hijos
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Primero, Kristin Batykefer perdió su trabajo de marketing cuando hubo un cambio de dirección. Luego, su matrimonio se vino abajo y de repente se encontró sin ingresos y sin ningún lugar a donde ir.
Para ayudarla a recuperarse, el año pasado dos amigos de la familia invitaron a la Batykefer y a su hija, que ahora tiene 4 años, a quedarse en su casa de cuatro dormitorios en el área de Jacksonville, Florida. Luego, la mejor amiga de Batykefer, Tessa Gilder, también se divorció y vino a quedarse en la casa, con sus dos hijos, que ahora tienen 5 y 1 año.
Casi de la noche a la mañana habían formado orgánicamente una comunidad para madres solteras: una “mommune” (mum en inglés significa madre y comune es comuna o comunidad).
En todo el mundo, las mujeres están uniendo fuerzas bajo un mismo techo, compartiendo la carga del cuidado de los niños y las facturas del hogar a través del antiguo poder de la hermandad. Batykefer, de 32 años, que había hecho una crónica de la vida nómade de su familia viviendo en un autobús renovado de la Fuerza Aérea en las redes sociales cuando estaba casada, corrió la voz sobre su nueva vida de soltera viviendo con cuatro adultos y tres niños.
Cuando cayó con dolor de cabeza, dolor de garganta y dolores en el cuerpo que la derribaron, las otras mujeres en su casa le prepararon sopa y galletas caseras y llevaron a los niños a un parque cercano para que pudiera descansar. “Sistema de soporte como ningún otro”, escribió Batykefer en una publicación de TikTok que se ha visto más de un millón de veces. “Debería haberme mudado a una mommune hace mucho tiempo”.
El compartir vivienda no es novedoso: las madres, particularmente aquellas en comunidades no blancas, lo han hecho durante siglos. Pero la pandemia, además de un número creciente de hogares de madres solteras blancas no hispanas en los Estados Unidos, ha puesto un nuevo foco en la estructura de hacer su propia familia. “En las culturas latinas, existe la idea de una co-madre, una persona que te apoya y te ayuda a criar a tus hijos”, dijo Grace Bastidas, editora en jefe de Parents.com . “En el punto álgido de la pandemia, todos comenzamos a crear estos grupos de personas, por lo que es solo otra iteración de ese tipo de asociación”.
Bastidas creció en una mommune, junto a su hermana y prima. Ella fue criada en una casa por su madre y su tía, ambas solteras y sin pareja. “Las madres solteras en especial están haciendo malabarismos con el aumento del costo de la vida y la reducción de las opciones de cuidado infantil”, dijo. Y agregó: “Esto es parte de la tendencia que está liderada por los padres que amplían los límites tradicionales de lo que es una familia y toman el asunto en sus propias manos para encontrar soluciones creativas”.
Casi el 80 por ciento de las familias monoparentales en los Estados Unidos están encabezadas por madres solteras, según la Oficina del Censo de los EE. UU., y la investigación académica ha demostrado que tienen muchas más probabilidades de experimentar pobreza, angustia psicológica, baja autoestima y una falta de apoyo emocional.
La maternidad soltera, dijo Naomi Torres-Mackie, psicóloga clínica que se enfoca en la salud mental de las mujeres en la ciudad de Nueva York, a menudo genera tensión en el rol, el estrés que surge cuando una persona no puede cumplir con la multitud de responsabilidades requeridas por su rol social. “Compartir recursos es clave y puede ser un antídoto no solo para la tensión del rol, sino también para el aislamiento social y el estigma”, dijo.
En abril de 2020, con los confinamientos por la pandemia en pleno vigor, Holly Harper, una ejecutiva de marketing, y Herrin Hopper, abogada, amigas desde hace mucho tiempo, estaban recién divorciadas y administraban el trabajo remoto y la escuela virtual de sus hijos desde pequeños departamentos en Washington, DC. Eran tiempos en los que todo se sentía como una batalla cada vez más cuesta arriba. Así que cambiaron de rumbo, juntaron sus finanzas y compraron una casa para compartir.
A Hopper, de 46 años, una mamá le ofreció una forma de compartir la pesada carga de administrar el hogar. “Tanto Holly como yo pensamos que compartir una casa le ofrece a las madres solteras algo clave que a menudo se les quita cuando sus relaciones se desmoronan: la movilidad económica. Nosotras queremos que nuestros hijos estén seguros y pensamos que merecemos el apoyo. El eje económico de eso son los bienes raíces. Lo más lógico del mundo es compartir”, dijo Happer.
Hoy, su hogar es colorido y caótico, sus paredes están llenas de obras de arte y fotografías y sus habitaciones están repletas de chucherías y muebles llamativos. Harper vive en el primer piso con su hija de 10 años en su propia unidad de tres habitaciones, que es ordenada y zen. Seis meses después de mudarse, la pareja invitó a otras dos mujeres, incluida otra madre con dos hijos, a tomar las unidades del sótano y el ático de la casa y unirse a ellas en su experimento comunitario.
Desde entonces, compraron un segundo edificio de tres unidades cercano, con el objetivo de alquilarlo a otros padres solteros con un modelo de compra que pueda ayudarlos a generar equidad después del divorcio. Harper sueña con expandir el modelo a padres solteros también en otras ciudades.
“Se puede hacer esto en cualquier lugar. No es de género y no es político. Es literalmente tomar la estructura existente y usarla para su ventaja”, dijo.
Pero los compañeros de convivencia, que se llaman a sí mismos cónyuges platónicos, han tenido sus altibajos. Un año después de mudarse a Siren House, las mujeres abrieron una tienda de bebidas y bocadillos que fracasó. Sus dos nuevos inquilinos, uno de los cuales nunca antes había salido con mujeres, se enamoraron y finalmente se mudaron. Hopper y Harper todavía viven en la casa, pero ahora le alquilan la unidad del sótano a un hombre gay y mantienen la unidad de arriba vacía como un espacio compartido para la tarea, fiestas de baile y momentos de tranquilidad.
A pesar del contratiempo, dijeron que están orgullosas de lo que han hecho: tirar por la ventana el libro de reglas para la maternidad soltera. “En la historia heteronormativa patriarcal, te divorcias y te quedas en la casa, o compras otra casa, y vives esta vida aislada en la que se supone que debes salir y enamorarte de nuevo y volver a casarte o mezclar familias”, dijo Hopper.
El camino está cada vez más organizado y formalizado. Los grupos ahora ofrecen arreglos de vivienda compartida para padres solteros.
Carmel Boss, una veterana de mommune que dijo que acuñó el término mommune años antes de que entrara en el léxico de las redes sociales, comenzó CoAbode, una plataforma para compartir casa para madres solteras, como una organización sin fines de lucro después de su divorcio hace 20 años. En ese momento, acababa de convertirse en madre soltera de un hijo de 7 años y decidió invitar a otra madre soltera en Los Ángeles a vivir con ella. Sin embargo, se dio cuenta de que no había un recurso fácil para las madres solas que buscaban viviendas comunales para convivir, y así nació una idea.
Al principio, CoAbode era como un Craigslist para madres. Pero en 2016 lo convirtió en un negocio con fines de lucro, y ahora estima que 300.000 madres solteras han creado perfiles para compartir casas en su sitio.
“Somos como una aldea online, excepto que las mujeres se reúnen en persona”, dijo Boss, de 69 años.
Prryectos de viviendas monoparentales en otros países
A finales de este año, Commune, un desarrollador de viviendas residenciales con sede en Francia, abrirá un desarrollo para hogares monoparentales en los suburbios de París con espacio para 14 familias. Un segundo proyecto se abrirá a finales de año en el norte de Francia para 28 familias. Las unidades de dos dormitorios con una pequeña cocina arrancarán en €190 al mes, comentó Tara Heuzé-Sarmini, cofundadora de Commune nacida en París. Y agregó: “La empresa vino a llenar un vacío”.
La necesidad es mundial. Anna Dillon, una madre irlandesa de 42 años que vive en Abu Dhabi, decidió crear una mommune en 2021 con Emily Winchip, de 40 años, estadounidense. Ambas son profesoras.
Dillon ha estado en los Emiratos Árabes Unidos desde 2013, pero se divorció de su esposo en 2019. En el primer año de la pandemia para ella el aislamiento fue aplastante y cuidaba a una hija de 12 años y un hijo de13 años. Fue un desafío mientras hacía malabarismos con una vida social y un trabajo de tiempo completo.
Winchip, su colega, enfrentaba una lucha similar. Había vivido en el Medio Oriente durante 13 años, pero cuando llegó la pandemia, estaba recién separada y sola con su hijo, que ahora tiene 12 años. “Le dije que deseaba que todos viviéramos en un lugar donde los niños pudieran jugar juntos”, contó Winchip.
En septiembre de 2021, comenzaron a alquilar un apartamento de tres habitaciones en una comunidad cerrada, dividiendo el alquiler en partes iguales y turnándose para cocinar y cuidar a los niños. El acuerdo no es para siempre: Winchip y Dillon tienen nuevas parejas y planean mudarse y comenzar una nueva vida con ellas, pero después de vivir juntas una pandemia en un país extranjero, dicen que su asociación ha sido básica. “Ojalá lo hubiéramos hecho unos dos años antes”, dijo Dillon.
De vuelta en Florida, Gilder y Batykefer tampoco planean quedarse para siempre en esa casa de cuatro dormitorios en el área de Jacksonville. El dúo espera comprar y remodelar su propia casa el próximo año y, para aliviar los costos, firmaron un contrato con un productor de televisión que cree que del proceso de renovación podría surgir de una serie televisiva.
Pero ya sea que esos sueños de la pantalla chica se hagan realidad o no, Batykefer dijo que la pequeña comunidad que ha construido en su casa la ha ayudado no solo a recuperarse de la angustia, sino también a darle tranquilidad. Ella dijo que está más presente y enfocada como madre.
“Cuando tuve que dejar a mi esposo, en lo único que pensaba era en cómo podría comprar una casa, cómo pagaría las cuentas y cómo haría para criar a mi hijo sola”, dijo Batykefer, cuyo divorcio finalizó en febrero y ahora comparte la custodia con su exmarido. “Nunca imaginé encontrar otra madre soltera con quien vivir y hacerlo juntas. Simplemente caímos en eso”.
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