Los meses de elecciones suelen ser de quietud para las decisiones económicas debido a la incertidumbre financiera que provoca el resultado político pero esta vez la realidad es distinta
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La proximidad de las elecciones naturalmente genera un retraso en las decisiones económicas. Se espera a la certidumbre que da, para bien o para mal, un resultado político concreto para decidir si tomar o no una determinación. Esto también es cierto en el caso del mercado inmobiliario. Sin embargo, los expertos coinciden en que este año, el proceso electoral incide menos de lo que es usual. Muchas decisiones que venían retrasadas por las restricciones de la pandemia, como pueden ser mudarse, “agrandarse” o “achicarse”, deben tomarse de todas formas, independientemente de los vaivenes político-económicos. “Desde nuestro lado, no estamos notando que el contexto de elecciones afecte a los consumidores finales como sí ha ocurrido años anteriores”, sostiene Marta Oriozabala, CEO de Real Capital. “La situación económica del mercado o las malas decisiones políticas en relación con el Covid han afectado mucho más que las PASO. Al contrario, estamos notando una leve suba en la toma de decisiones de los compradores. Si antes tenían muchas opciones y sobre todo muchas dudas o incertidumbre debido a la inestabilidad, hoy hay más cansancio, se dieron cuenta de que tienen la necesidad de mudarse y eso no va a cambiar. No quieren seguir esperando ‘algo mejor’”, agrega.
El comprador que espera porque los precios bajarán, el vendedor que lo hace porque cree que subirán: lo usual es muchas hipótesis que aguardan la certeza de un resultado electoral. Pero en un momento de meses acumulados sin certezas, de cansancio y de demanda contenida, el panorama cambia. “Las elecciones de medio término son solo un condimento más de los tantos que generan confusión; el principal motivo por el cual el mercado se encuentra en una especie de ‘semi pausa’ es la economía y las decisiones macroeconómicas de mediano y largo plazo, ya que las mismas son determinantes, por ejemplo, en la fluctuación del dólar, de los precios, en la capacidad de ahorro o en la posibilidad de derivar excedentes para inversión”, sostiene Ariel Rodríguez, CEO de Value Bet Inmuebles.
Distinta es la situación del inversor inmobiliario, segmento en el que, sin el apremio del que compra por necesidad, la cautela es mayor. “El que está comprando en pozo o el inversor sí, está esperando a ver que pasa”, cuenta Daniel Bryn, titular de Invertire Real Estate. El segmento comercial, según coinciden los especialistas, está también expectante.
Otro punto en el que los consultados coinciden es en que los precios aún no han llegado a un punto de equilibrio. “Seguramente bajen un poco más”, vaticina Bryn. En la misma línea, Diego Migliorisi, socio Gerente de Migliorisi Propiedades, afirma que hay demanda, pero que se vive una etapa de reacomodamiento del mercado que en muchos casos requiere tiempo para concretar esa demanda. Sostiene que, a pesar de que sin dudas la situación económica es desventajosa, el factor relevante es el de un poder adquisitivo golpeado, pero no el de un colapso de precios o el de una avalancha de vendedores. “Muchos comparan esta situación con el 2001 y es una comparación errónea. En aquella crisis muchos vendedores estaban en una situación muy complicada, ya que no podían pagar sus créditos o vendían para irse del país. Hoy el vendedor no está tan apremiado y por lo tanto defiende su valor ante un comprador que intenta darle más poder de compra a sus dólares”, explica. La demanda, si bien aún le cuesta convalidar precios de equilibrio más bajos, sigue estando.
“Los precios no han bajado lo suficiente y en consecuencia no son convalidados por un mercado comprador que continúa probando a través de contraofertas”, afirma Rodríguez. Oriozabala, por su parte, hace una apreciación similar: “Los vendedores usualmente colocan el precio de venta del inmueble con la lógica de ‘no lo quiero regalar’ o ‘no tengo apuro’. En una época difícil, esto hace que el mercado vaya más lento, ya que los compradores esperan precios más bajos. Pero la demanda está; es un grave error pensar que no hay demanda o que no hay operaciones”, advierte. “Los ahorros de la gente siguen ahí”, coincide Migliorisi. El problema está en las concreciones. Luego de superado el umbral electoral, con señales buenos o malas según quien las interprete, pero por lo menos más concretas, los nuevos precios de equilibrio podrían darse con mayor claridad.
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