El director de la inmobiliaria Depa brinda su contundente opinión sobre la ley que afecta hoy a inquilinos y propietarios por igual
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Las recientes elecciones generan, salvo que el Gobierno comience a dar señales, la transición más larga de la historia. Y en medio de este clima, hay que continuar con nuestras vidas.
Es ahí donde aparece el problema habitacional que tiene la Argentina, que es enorme. Y la clase media, que sufre este problema habitacional, queda totalmente ajena a poder adquirir una propiedad porque no hay créditos hipotecarios alcanzables. Con lo cual, se rinde a poder ser inquilino. Es ahí donde nos encontramos con una ley de alquileres que, una vez más, decimos que fue votada en un momento de pandemia, con un DNU que expresaba que no estaban permitidos los desalojos y otorgándole al inquilino la posibilidad de poder pagar o no por el alquiler.
Hoy, esa ley que generó, por un lado, que los contratos fueran de tres años y brindándole cierta seguridad y garantía a los inquilinos con respecto a reparaciones o roturas de los departamentos (cuando, muchas veces, los propietarios no los entregaban en buenas condiciones) y, por otro, generó que los valores se ajusten cada 12 meses un 50%. Una ley que provocó una incertidumbre tan grande que las propiedades para alquiler aumentaran en el orden del 70%, y en algunos casos del 100%, en muchas zonas como, por ejemplo, de zona Norte. Un alquiler que en barrios como Núñez un tres ambientes no baja de los $50.000.
Ahora se empiezan a escuchar las voces de los políticos que dicen que la ley, tal como está, no puede seguir siendo sostenida. Hoy, poco más de 12 meses después, nos encontramos con candidatos de algunas de las fuerzas políticas que durante la campaña comenzaron a instalar como premisa la derogación de la ley de alquileres.
Pero cuando hablan de derogar la ley de alquileres, ¿de qué hablan? ¿De retrotraer los precios? ¿Hablan de que el propietario vuelva a ajustar entre un 15% y un 17% semestral? ¿Qué cambiaría? ¿Qué los contratos vuelvan a ser de dos años? ¿Qué en vez de ajustar por año, se ajuste -otra vez- cada seis meses? La pregunta es: ¿no se dieron cuenta cuando votaban la ley que Argentina no es un país con una inflación normal, con reglas normales y claras? Argentina no es un país claro ni normal. Se trata de un país inflacionario y especulativo.
Sumado a esto, respecto de los créditos hipotecarios UVA, que fueron planteados muy similarmente a las UF chilenas (Unidad de Fomento), ¿alguien pensó que iban a funcionar? ¿Alguien pensó que la ley de alquileres iba a funcionar? ¿Qué es de la vida de los integrantes de Inquilinos Agrupados que tanto promovían la ley de alquileres y hoy ya no se los escucha?
Son todos culpables. Culpables que hacen que los inquilinos hoy agonicen con aumentos del 50% anual cuando su sueldo, en promedio, aumentó un 35% o 40% en algunos casos. O sea, que hay un 10% que la persona ya perdió contra el alquiler.
¿Qué va a cambiar al derogar la ley? ¿En qué va a beneficiar a las dos partes?
Las UVAs antes y la ley de alquileres hoy deberían ser pensadas con algo más de criterio. Un criterio más amplio que contemple al más fuerte y al más débil, al propietario y al inquilino, pero también escuchando un poco más a las inmobiliarias, quienes expresaron en su momento que la ley de alquileres, como estaba planteada, iba a provocar un desastre. No las escucharon. Y eso hoy ocasiona que hay cerca de 200.000 propiedades a la venta porque muchísimas unidades se volcaron a la venta.
Es necesario empezar a contemplar, cada vez que se vaya a sancionar una ley, al más débil y al más fuerte para, de alguna manera, no perjudicar a todos.
La ley de alquileres, que beneficia al propietario, garantiza al mismo tiempo que la inflación interanual va a ser siempre el valor que se va a tener de referencia para el ajuste. Ahora, los gobiernos siguen sin poder resolver el problema inflacionario. El propietario va a querer mantenerse sin perder, y eso va a ser un problema. La ley de alquileres y la pandemia desnudaron la fragilidad de nuestra economía.
El daño ya está hecho. Lo positivo sería ver cómo se puede reparar ese daño. Resolver el problema habitacional es clave tanto para la clase baja como para la media. No puede ser que hoy más del 50% de un sueldo tenga que ser destinado a contar con una vivienda digna. O que muchos hoy no puedan ni siquiera acceder a eso.
Ojalá los políticos, cualquiera sea su bandera, puedan encontrar una solución para una clase media que ya no soporta más golpes.
*El autor es director de la inmobiliaria Depa
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