La ciudad de Buenos Aires está llena de historia y de casas que se conservan, pero que también se ponen en valor, para hacer desarrollos que combinan lo antiguo con lo moderno
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La historia recorre las calles de la city porteña, que expone a lo largo y ancho de la ciudad casas llenas de memoria. Las paredes forman parte de una arquitectura elocuente, que genera un paisaje envidiable en la ciudad reconocida internacionalmente. Sin embargo, surge una gran pregunta cuando los metros para nuevos proyectos escasean cada vez más y se hace inminente tomar una decisión: ¿qué rumbo darle a las casas antiguas, que ya no cumplen las funciones de antaño?
“La historia sigue formando parte de lo que pasa, por lo que no se trata de tirar estas viviendas abajo y generar algo completamente nuevo, sino que los edificios que tienen valor se pueden mantener, readaptar y utilizar”, asegura Gustavo García Villanueva, arquitecto y desarrollista, director comercial de Urbantao, que está en pleno proceso de reconversión y puesta en valor de una casona antigua de la ciudad.
Desde Caballito, hasta Recoleta, a continuación, se relata la historia de cuatro casonas que forman parte del patrimonio de la ciudad y cuentan con protección histórica. A través de un proceso de readaptación, se busca que recuperen su valor, respondiendo al contexto actual y volviendo a habitar sus espacios.
Un proyecto entre amigos
Cinco amigos vivían hace muchos años en un mismo edificio en Caballito, donde compartían junto con otros miembros del barrio distintas actividades, como jugar a las cartas, al estilo de un club de amigos. Recientemente, se encontraban en la misma situación vital: los hijos crecieron, se fueron de la casa, los espacios quedaron grandes y la población del edificio había cambiado, ya que algunas unidades se fueron vendiendo. Sin embargo, varios de ellos, buscaban un edificio donde pudieran seguir viviendo ese concepto de comunidad de amigos.
Se juntaron “el hambre y las ganas comer”. ¿Por qué? Una casona de 1930 ubicada en pleno barrio de Caballito, sobre la calle José Terry al 240, famosa por convertirse en uno de los salones de fiestas más demandados de la zona en plena década de los ochenta. La propiedad era del periodista Julio Blanck. Sin embargo, el reportero se enfermó, falleció y la propiedad entró en el tedioso proceso de sucesión.
La casa se conserva en su totalidad, ya que está catalogada como patrimonio histórico en cuanto a la fachada y algunos interiores, y funcionará como un espacio con una oferta gastronómica, que se une a la que existe hoy en la zona de la avenida Pedro Goyena. Además, por detrás de la casona, se levanta un edificio moderno.
La casona mantiene los vitrales originales, escaleras de madera, molduras y pisos. Los autos entran por el portón -el mismo por donde antes ingresaban los carruajes- y quedan estacionados detrás del edificio o en un subsuelo. “Todo este trabajo, al contrario de alejar a los compradores, los entusiasmó. Les gustaba el juego con lo viejo y lo nuevo. Nosotros vendimos varios proyectos con estas características”, asegura Agustín Walger, director de Lepore propiedades en diálogo con LA NACION.
El edificio, que tendrá una inversión total de mínimo US$ 2 millones y se entrega en diciembre de 2024, cuenta con departamentos de tres ambientes en una planta baja, con posibilidad de patios privados, que pueden contar con parrilla o con jacuzzi. También unidades de 2 y 3 ambientes a lo largo de cuatro pisos, que van de 50 a 82 m². A partir del quinto piso hasta el séptimo se ofrecen cuatro unidades de cuatro ambientes, con tamaños que van desde los 115 m² hasta los 215 m² (algunos se entregan con parrilla y pérgola). En la última planta también se encuentran los amenities del edificio, que propician todo para poder generar el espacio de club de amigos tan buscado por sus dueños. Las unidades de 2 ambientes promedian los USS$160.000, las de 3 ambientes se ubican en US$250.000 y las de 4 en duplex con terraza en US$460.000.
Un terreno con un destino impensado
Corría el año 1913 cuando la familia Oneto Gaona adquirió una casona de 1800 m² ubicada en Recoleta, sobre la calle Uruguay, entre Arenales y Santa Fe, en la que residía una numerosa familia formada por 12 hijos. Al lado de la vivienda existía un terreno vecino que la familia también adquirió, para contar con una entrada para el auto. Desconocían que ese mismo lote, 100 años más tarde, se convertiría en un edificio que pondría en valor nuevamente la casa.
La vivienda se funda en 1878 y tiene su primera etapa hasta 1913, cuando vive una ampliación. En 1937 atraviesa otra ampliación, hasta el día de hoy, momento en que se hará una nueva intervención para preservar el patrimonio histórico y ponerla en valor. “Queremos darles una multiplicidad de usos y poder generar un conjunto tanto residencial como comercial que permitan mantener el patrimonio, a la vez que se adecua a la realidad que nos toca vivir en este momento”, asegura Gustavo García Villanueva, director comercial de Urbantao.
En el terreno contiguo a la casa se levantará un edificio con 40 departamentos, que tendrán entre 60 y 80 m² con cocheras, con un precio que arranca en los US$4800/m².
Por su parte, la casa se mantendrá intacta y los espacios comunes se transformarán en salas de lectura, coworking y dos restaurantes de alta gama (uno en el espacio de las cocheras y otro en lo que era el living de la casa). En los pisos superiores de la casona habrá 16 departamentos de entre 50 y 70 m², con precios que parten desde los US$5800 el m², y de los cuales están vendidos en un 90%, con 5 unidades disponibles únicamente.
Un dato interesante es que para acceder al local gastronómico se habilitará una entrada al público. “La idea es que se convierta en un meeting point de distrito arenales”, señala García Villanueva. El proyecto es desarrollado por Tao junto con el estudio de arquitectura Willie Zorzi, se prevee que inicien las obras en los próximos meses y estiman que llevará unos dos años y medio la ejecución del proyecto.
El primer ascensor de la ciudad
Construida en el año 1916 por Axel Aberg Cobo, con el proyecto de Walter Bassett-Smith y Bernie Collcutt, la mansión Aberg Cobo ubicada en la avenida Las Heras al 1700, también se reconvirtió, preservando sus rasgos más icónicos. Declarada y catalogada como patrimonio histórico con protección estructural por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se llevó a cabo un proyecto de refuncionalización y puesta en valor de la vivienda, restaurando su fachada y otros elementos, y se sumó un edificio moderno en el terreno. El proyecto concluyó hace dos años y logró revivir la emblemática propiedad.
Se trata de una casa que había cumplido su ciclo como vivienda y, desde hace un tiempo, se alquilaba como salón de fiestas. Sin embargo, llegó un momento en que la familia ya no tenía interés en seguir explotándola y puso la propiedad a la venta. “Fue difícil, ya que estos inmuebles patrimoniales suelen tener destinos acotados y clientes muy especiales, a lo mejor funcionan como embajadas”, señala José Ignacio Miguens, desarrollador asociado con Rukan, a cargo del proyecto y dirección de la obra. “Son casas de gran tamaño, en muy buenas ubicaciones, con valores de venta altos y cuya reconversión demanda mucha inversión”, agrega.
Los desarrolladores aprovecharon el terreno para construir un edificio que se ubicó entre el patio y la medianera posterior. Los 10 pisos que se levantaron contienen 14 unidades con un frente vidriado y un diseño más contemporáneo, que se destinaron a vivienda y oficina, que tienen un tamaño de 100 m² y se venden por un ticket de US$500.000.
Por su parte, en la casona, el segundo y tercer piso, que originalmente correspondían a las áreas de servicio y los dormitorios, fueron remodelados para transformarse en 16 departamentos, algunos de los cuales quedaron en manos de la familia propietaria de la casa. Dos unidades del primer piso se destinaron a usos varios: una de ellas es una galería de arte y la otra una academia de arquitectura y urbanismo.
En el interior de la icónica casa se mantuvieron intactos los salones del primer piso, el acceso de la planta baja, la escalera ejecutada por Nordiska, el ascensor, que fue el primer elevador original de Otis en la Ciudad de Buenos Aires, y otras áreas destacables de la vivienda. La casona y el edificio contemporáneo se orquestan en torno al patio original que fue conservado, generando un contraste interesante entre lo antiguo y lo nuevo, la historia y la innovación.
Un mix ideal entre el pasado y lo actual
En el límite del barrio Recoleta, al lado de la Plaza Rodríguez Peña, se erige otra propuesta cuyo ADN también es el encuentro entre lo antiguo y lo moderno. OM Recoleta es un desarrollo de 53.000 m² que combina residencias premium y unidades comerciales con entradas sobre la avenida Callao y sobre Marcelo Torcuato de Alvear y amenities. Esta estructura integra un antiguo caserón de estilo francés con un nuevo edificio, conectados en el interior de la manzana por un parque de estilo berlinés de 800 m².
Sobre Marcelo T de Alvear 1751 se erige un edificio de 14 niveles con 98 residencias, algunas de ellas con vista hacia la plaza Rodríguez Peña, diseñada por el reconocido paisajista Carlos Thays.
Pero la joya de la corona de este proyecto se ubica sobre Callao al 1033, donde se encuentra un emblemático edificio de estilo francés de la Buenos Aires de principios del siglo XX, que la desarrolladora Northbaires compró para refuncionalizar y poner en valor, combinando la estética europea con el siglo XXI.
“La idea de incorporar el edificio al complejo OM Recoleta surgió de la intención de atender una demanda de un público muy exclusivo, que busca en el barrio una estética clásica propia de la zona, pero con una funcionalidad aggiornada que incluya servicios, parking, esparcimiento, seguridad, confort, prestaciones y terminaciones high end”, explica Matías Botello, Director de Ventas de NorthBaires.
Este mítico edificio tiene 6 unidades residenciales de 130 m² cada una, que fueron restauradas en un proceso que llevó tres años y que tiene fecha de entrega para dentro de 24 meses, respetando su intención estética y poniendo en valor sus materiales originales: pisos de pinotea recuperados, mármoles originales, grandes aberturas en arcadas y molduras, chimeneas y un ascensor de estilo que recorre los 6 pisos. Cada una de estas residencias cuenta con alturas superiores a los cinco metros y se venden por US$5000 el m². Por su parte, las unidades del edificio ubicado sobre Marcelo T de Alvear 1751 cuentan con un ticket que parte en US$ 560.000 para las unidades de 138 m² y llegan hasta los US$970.000 para las de 200 m². Ya se encuentran vendidas 87 de las 98 unidades totales. El valor promedio del m² es de US$4500 y se entregarán en mayo del 2025.