Los Ángeles incluye en su catálogo de tesoros la mansión en la que vivió la estrella de cine Dolores del Río, una de las primeras latinas en triunfar en la industria
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La fama de las fiestas de los años 20 en Hollywood se ganó a pulso por eventos como los que se celebraban de forma cotidiana en el número 1903 de la calle Outpost, en Hollywood. Casi un siglo más tarde, allí se encuentra todavía la que fue la casa de Dolores del Río, una de las primeras latinoamericanas que triunfaron en la industria del cine. El 21 de julio de 1928, por ejemplo, estuvieron en esa residencia Charlie Chaplin, Greta Garbo, Andrés de Segurola -el barítono valenciano convertido en estrella de cine-, Samuel Goldwyn y D. W. Griffith, entre muchos otros. Los invitados acudieron a lo que la prensa de espectáculos llamó entonces “una de las fiestas más elaboradas del verano” a despedirse de su anfitriona, quien días después dejaría el país para viajar por Europa.
La semana pasada el Gobierno de México desveló la placa que reconoce esta mansión de 1926 como uno de los monumentos culturales de Los Ángeles, California. La ciudad la incluyó dentro de su patrimonio a finales del año pasado, pero no se había celebrado ninguna ceremonia hasta que la actual pareja propietaria de la casa abrió las puertas de la residencia el jueves. Diseñada y construida al pie de las colinas del noroeste de Hollywood por los arquitectos Ross Castendyck y Milton Black, la vivienda destacaba en las publicaciones de la farándula por sus cinco habitaciones y cinco baños. Más importante, fue el hogar donde Del Río inició su leyenda.
Casi un siglo después, más que por la distribución, se la reconoce por su muy bien conservado estilo clásico español colonial, con muros de estuco blanco, baldosas de barro, patio con arcos estilo andaluz y tejas rojas. Y por los azulejos pintados a mano por artesanos mexicanos, en perfectas condiciones, decorando las escaleras, marcos de puertas y alcobas. La intérprete pidió a varios albañiles mexicanos que armaran un mosaico de la Virgen de Guadalupe con cerámica de Talavera junto a una de las entradas de la residencia. “Del Río comisionó la construcción de la propiedad y estuvo activamente involucrada en su diseño, y residió allí durante los cinco años en los que ganó notoriedad como actriz”, argumenta la consultora Historic Resources Group en su solicitud para hacer de la casa un monumento.
“La sala es un lugar maravilloso y reposado, amueblado lujosamente con estilo mexicano... ha traído también de México con ella ropa de altar, sotanas de sacerdotes y otras reliquias. Tiene la chimenea más grande que jamás haya visto”, escribió Grace Kingsley, la primera crítica de cine de Los Angeles Times, en enero de 1928. La escritora había visitado la casa de dos plantas de la estrella en una fiesta navideña. La velada fue amenizada por una orquesta hawaiana. El momento más emocionante de la noche, sin embargo, fue cuando se incendió el árbol de Navidad. Un puñado de primeros actores impidieron la catástrofe: Harry Wilson, quien hizo carrera en el cine con su rostro de pocos amigos en películas de la mafia; Warner Baxter, el Cisco Kid de los westerns; y el actor Buddy Rogers sacaron el árbol en llamas e impidieron que el fuego alcanzara los muebles tapizados en rojo rubí.
La de Outpost fue la primera propiedad de Del Río en Estados Unidos. Originaria del Estado de Durango e hija de un banquero, Dolores Martínez Asúnsolo López Negrete fue descubierta en 1925 por el influyente productor y director estadounidense Edwin Carewe, quien la había visto bailar un tango en una fiesta privada en Ciudad de México. Años antes, Del Río había bailado para Alfonso XIII y Victoria Eugenia durante una visita a España, un viaje que formó parte de la luna de miel de la artista tras casarse a los 16 años con el empresario Jaime del Río, 18 años mayor que ella. El matrimonio se rompió justo cuando despegó la carrera cinematográfica de Dolores. Se dice que Carewe, quien fue su gran amor, fue el motivo.
En 1926, participó en El precio de la gloria, de Raoul Walsh. Un año después logró su primer papel protagonista. Hizo 15 películas mudas en solo cuatro años. Su trayectoria se encontró limitada por los estereotipos de la industria, pues principalmente era elegida para encarnar personajes indígenas o exóticos. Cuando el cine se hizo sonoro fue aún más difícil para ella por su marcado acento. En 1933 se convirtió en una de las primeras actrices en portar un bañador de dos piezas en Flying Down to Rio (traducida en España como Volando a Río), donde Fred Astaire y Ginger Rogers bailaron juntos por primera vez.
Uno de sus éxitos tempranos más importantes dentro de Estados Unidos fue Ramona (1928), dirigida por el propio Carewe, en la que logró excelentes comentarios. Fue la primera película en la que se desplazó a una localización para rodar, en Cedar City, Utah. Poco después de terminar la filmación se mudó a la casa de Outpost junto a su marido. Cuando la película muda se estrenó, ofreció una fiesta con tamales, tortillas, salsas picantes y música mexicana. Frente a sus invitados cantó el tema principal de la película, convertido en un éxito radial en abril de 1928, de acuerdo a la cronista de espectáculos Myra Nye.
La casa se encuentra en un lote que fue desarrollado por Charles Toberman, el constructor encargado de darle a Los Ángeles hitos del oeste de la ciudad como el Hollywood Bowl, el Teatro Chino, El Capitán y el Hotel Roosevelt, donde se entregaron por primera vez los premios Oscar. La vivienda fue después comprada por un excongresista de Minnesota por 70.000 dólares. Más tarde, por el actor Ken Kercheval, que formó parte del culebrón televisivo Dallas, y después por el diseñador de moda australiano Richard Tyler, quien la puso en venta en 1998. En 2020 se vendió por US$2,8 millones.
Del Río, quien murió en 1983 en California, se divorció de su primer marido poco después de iniciar su carrera cinematográfica. Su segundo matrimonio fue con Cedric Gibbons, un diseñador de arte del estudio MGM con el que estuvo casada 11 años. Durante esta etapa, Del Río abandonó la casa de Outpost y se mudó a Malibú, primero, y después a la zona de Pacific Palisades.
Tras su divorcio de Gibbons se hizo pública su relación con Orson Welles, 10 años más joven que ella, que llegó a ser su prometido mientras filmaba Ciudadano Kane. Ambos rodaron una película juntos, Jornada de terror, un fracaso comercial y ante la crítica, lo que fue un detonador para la separación de una pareja volcánica para la prensa del cotilleo. Su tercer y último matrimonio fue en 1959 con el productor de televisión Lewis Riley, con quien estuvo hasta el momento de su fallecimiento.
En 1943 la actriz volvió a México, donde ayudó a cimentar el cine del país. Fue allí donde hizo la película de la que estuvo más orgullosa, María Candelaria, dirigida por Emilio El Indio Fernández. La cinta ganó la Palma de Oro de Cannes en 1946. Después figuró en clásicos como La otra, de Roberto Gavaldón. Su simpatía por los exiliados republicanos de la Guerra Civil española le hicieron difícil volver a Estados Unidos en la década de los cincuenta. En los tiempos de la cacería de brujas del senador McCarthy se le negó el visado para trabajar. Esto hizo que perdiera un papel protagonista junto a Spencer Tracy en la película Lanza rota, que cayó en manos de Katy Jurado, nominada al Oscar por este trabajo. Después volvió al sitio donde se hizo famosa. La casa de la calle Outpost queda edificada como testigo de la primera mujer mexicana que triunfó en Hollywood.
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