Una pareja fue responsable del renacimiento de una joya arquitectónica en San Telmo y ahora la utlizan como un centro cultural
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La “Casa Bolívar” o “Casa de los Dragones”, ubicada en la calle Bolívar 663, en el corazón de San Telmo, es un emblemático edificio con una fachada aún más destacada. Aunque tiene una impresionante historia, el autor de esta obra de 650m² cubiertos es desconocido. Se estima que fue construida en 1886 o posiblemente incluso antes, cuando Buenos Aires aún no se había desarrollado como ciudad y era una aldea con calles de tierra y arroyos que desembocaban en el Río de La Plata.
Hace 13 años, una pareja apostó por su restauración y actualmente se encuentra en todo su esplendor. La artista y diseñadora Paola Bilancieri, junto con su marido al que conoce desde los 17 años, cuenta que fue el sueño de ambos vivir en una casa antigua. “Él la encontró cuando estaba completamente derruida”, cuenta Bilancieri.
Originalmente, la casa estaba compuesta por dos viviendas tipo “casa chorizo” apiladas, cada una con su entrada independiente, pero con una distribución y servicios idénticos. En 1945, pasó a convertirse en una casa de inquilinatos, al igual que muchas otras dentro del casco histórico de la ciudad. Este cambio de función provocó numerosas modificaciones y deterioros en el diseño y la estructura original.
“Hubo varias ocupaciones y personas que la habitaron tipo conventillo. Cuando entrás en la casa aún se percibe que pasaron muchas cosas, muchas familias y muchas situaciones”, señala la dueña. Durante los años se cerraron pasajes para crear habitaciones independientes con salidas a pasillos comunes, se agregaron entrepisos internos y se construyeron oficinas, baños y cocinas en el primer patio, lo que dañó los pisos originales, columnas y ornamentos.
“A la hora de restaurarla descubrimos una casa con gran espacialidad y entrada de la luz. Todo lo que se pudo se recuperó, además realizamos modificaciones en función del uso que le daríamos”, explica la artista. El trabajo de restauración y adaptación comenzó en 2010 con el objetivo de lograr que vuelva a su estado original a la vez que se actualizaba la funcionalidad del edificio sin perder su fisonomía y los materiales auténticos.
La tarea de recuperación no fue fácil, ya que durante las ocupaciones se hicieron construcciones alternativas que cubrieron o destruyeron la estructura original. El primer paso fue realizar una profunda limpieza y desmontar todas las construcciones ajenas al proyecto original. Luego, se procedió a la restauración de la fachada, que fue la parte más importante de la obra, reconstruyendo y reparando piezas ornamentales y adaptando la planta baja para un nuevo uso.
Posteriormente, se recuperó la zona del primer patio mediante un exhaustivo trabajo de yesería, restaurando y reponiendo los elementos faltantes para completar las molduras perimetrales de los salones. Tanto los pisos como los cielorrasos de toda la casa muestran, después de su restauración, un significativo valor de jerarquía. En cuanto a los zócalos y pisos originales, dejaron emparches para no perder todo el calcáreo y salvar la parte histórica.
Uno de los descubrimientos más sorpendentes que se realizaron durante la etapa de “desocultación” fue que, siguiendo los planos de desagües encontrados, se encontró una cisterna debajo de la casa. ”Descubrimos que la casa tenía un aljibe incluso más antiguo que la construcción. Decidimos fabricar un acceso a la “cúpula” subterránea de la cisterna donde se acumula el agua, con una escalera que desciende para que uno puede entrar al aljibe desde la recepción”, explica la dueña.
En la siguiente etapa, se llevó a cabo la reconstrucción de la zona del segundo patio, que prácticamente había desaparecido. La nueva losa se dejó a la vista y se construyó una escalera exterior con un diseño contemporáneo. Estos elementos se incorporaron de manera que no compitieran con la obra original, respetando su estética y estilo. Además, se conservaron unos azulejos en la pared del patio que se remontan a alguna ocupación en los años 60.
En la planta alta, se adaptó el espacio para uso privado de los dueños, manteniendo su imagen y distribución originales. La única modificación realizada fue la construcción de tres baños, que no estaban contemplados en el proyecto original de 1887.
La recuperación de la “Casa Bolívar” llevó 4 años y significó rescatar un importante y singular edificio histórico del patrimonio arquitectónico de la ciudad de Buenos Aires, aunque sus dueños no le dieron el uso de hogar. “En el momento en que decidimos comprarla, ya vivíamos en otro lado”, explica Bilancieri. Incluso pensaron en hacerla un estudio u oficina, hasta que descubrimos su función ideal.
“Me di cuenta que la casa tenía aspecto de museo, ya que no hay puertas entre sala y sala”, cuenta la artista. Su primera prueba fue contactar con unas chicas que tenían una galería y que realizaran una muestra en la casa. Luego de este primer acercamiento, la diseñadora armó su propio programa: Poryecto Bolívar o Proyecto B.
“Surgen de forma orgánica y esporádicamente, cuando me encuentro con alguien interesante o que tiene alguna propuesta”, señala la artista. Eso si: el proyecto es site-specific, lo que significa que la obra de arte debe estar diseñada específicamente para entervenir el lugar en particular. “El artista viene con su acervo pero tiene que dialogar con el espacio. Entonces pasa de todo: una bailarina del Colón baila en la mesada de mármol o un actor se mete en el papel de cocinero y después el publico degusta la comida”, ejemplifica la dueña con algunas de las exposiciones que se realizaron en la Casa de los Dragones.
En cuanto al destino final de la casa, Bilancieri planea conservarla el tiempo que sea necesario. “Nos hacemos responsables del patrimonio que supimos conseguir”, asegura. Aunque reconoce que cuesta mantenerla, destaca su gran valor sentimental. “No pernoctar en la casa no significa que no la habitemos. Se realizó una obra enorme para poner en valor la casa y durante el proceso conocimos a gente maravillosa, como los albañiles que aprendieron nuevos oficios mientras restauraban los dragones y las columnas”, señala.
Lo más importante de este proyecto para ella es que la casa adquiera visibilidad y sirva de ejemplo para que se replique lo que se hizo allí. No solo buscan generar conciencia sobre el patrimonio arquitectónico, sino también una apreciación del capital humano y artístico presente en Argentina.
Quienes participan de las actividades culturales que se gestan en la casa son artistas emergentes quienes son recibidos con la propuesta de generar una conexión entre su obra y la casa.
Hoy en día, la “Casa de los Dragones” se incluye dentro del Área de Protección Histórica (APH1) y está catalogada con Nivel de Protección Cautelar.
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