En la ciudad de Buenos Aires no solo los alquileres están por las nubes, sino que las expensas los encarecen un 20% promedio. Así se desprende del último informe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), el cual relevó durante el mes de febrero departamentos de uno, dos y hasta tres ambientes. En ese mismo sentido, se indicó que la jubilación mínima de $19.035 “no alcanza para pagar el alquiler de un monoambiente medio” (de $22.500), y “mucho menos para cubrir expensas, servicios y otros gastos”.
Justamente por esa razón, durante el aislamiento obligatorio la morosidad se disparó. Con una economía paralizada y tiempos de bolsillos flacos, entre un 35% y 40% de las personas dejó de pagar las expensas, según información de la Asociación Civil de Administradores Independientes de la Propiedad Horizontal (AIPH). Sin embargo, a poco de cumplirse un año desde que el coronavirus llegó a la Argentina, los números comienzan a estabilizarse nuevamente en el histórico 20% de morosos. Este es un dato clave, hay que tener en cuenta que el decreto que congeló el valor de los alquileres desde fines de marzo del año pasado permitía no pagar el canon locativo, “Dentro del mismo también están las expensas”, aclara el titular de la Asociación de Defensa de Inquilinos, José Griselli, quien aclara que en caso de incumplimiento, esa deuda “sigue a la unidad”. Esto significa que para evitar un juicio ejecutivo por parte del Consorcio, el propietario del departamento debe pagarla. “Luego el dueño podrá mediante un certificado de deuda cobrársela al inquilino o al garante”, aclara.
“El 20% es un número elevado, pero hace ya más de una década que manejamos ese margen de morosidad. ¿Por qué es grave este dato? Porque encarecen las expensas. Por ejemplo, si tenemos que juntar $10.000 en todo el edificio y son 10 unidades, cada uno debería poner $1000. Si ya tres de esas personas no pusieron la plata, esos $3000 que falta se tienen que cubrir entre los siete cumplidores. Es una bola de nieve, un círculo vicioso de nunca acabar”, explicó Matías Ruiz, presidente de la AIPH.
El punto de partida del problema es la inflación. Se generan aumentos sistemáticos sobre las expensas mes tras mes, que a la vez ocasiona que se incremente aún más la morosidad porque menos gente tiene la capacidad de ingreso para pagarla. Con los nuevos morosos, las expensas trepan otra vez. Y, al próximo mes, una nueva persona no podrá pagar la deuda. “¿Cómo se corta este círculo? Es la pregunta del millón. Por el momento, lo que se puede hacer es bajar gastos lo más que se pueda, sacrificar arreglos del edificio. Pero a la vez, esto perjudica a la calidad de vida de todos”, agregó Ruiz.
En sintonía con la inflación, durante 2020 las expensas registraron un aumento anual del 35%. “Pero tenés que sumar otro 35% más para juntar el dinero de quienes no pagan. Si no hubiera morosos, esa cifra se reduciría un 35% a 20%, según sea el caso en el edificio”, remarcó el presidente de la AIPH. Mientras que si se miran los números de febrero, las expensas ya vinieron con un recargo del 6% debido al aumento de sueldos de los encargados del edificio, pactado en las paritarias del año pasado. “Los salarios escalaron en tres tramos, febrero fue el último. Ese 6% en realidad impacta alrededor de un 5% en el general de las expensas, pero sumado a servicios de abono la cifra final debe rondar en el 7%”, cerró Ruiz.