Los espejos de agua son uno de los aspectos más valorados y cotizados en el mundo inmobiliario, sobre todo después de la pandemia; pros y contras de comprar un terreno o una casa en el Delta
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A la hora de comprar un terreno, los lotes que tienen vista y salida al agua son los más codiciados. Generalmente en los barrios cerrados, los terrenos que incluyen espejos de agua suelen ser los más cotizados, exclusividad que achica la cantidad de compradores que pueden acceder a ellos. Sin embargo, hay un lugar en la zona norte donde se venden a mitad de precio casas al agua en terrenos amplios desde los 2000 metros cuadrados. Las islas del Delta son el lugar ideal donde hay una numerosa cantidad de propiedades a la venta a precios ventajosos de mercado.
Cuánto cuesta una propiedad
Quienes deciden invertir en el río se encuentran con propiedades en su mayoría de la década del 80 que se venden a valores más accesibles que los que hay en la ciudad. El promedio de las casas de uno a tres dormitorios parte desde los US$50.000 hasta los US$180.000, según Sol Llabrés, socia de la inmobiliaria DTS Propiedades. Si bien son contados los casos, en barrios cerrados también hay inmuebles destacados que llegan hasta los US$700.000.
La especialista en la zona señala la complejidad de trazar un paralelismo entre los precios que se encuentran en el continente y los de la isla. Aún así, atina a decir que en el río una casa de tres dormitorios en un terreno de 2000 metros cuadrados se vende a US$120.000, valor por el que se puede adquirir un departamento de un dormitorio en Tigre.
La diferencia de precios responde a una serie de diferencias entre ambos lugares. Por un lado, en el Delta los terrenos más chicos son de 2000 m² y los nuevos loteos parten desde los 10.000 m², mientras que en los barrios cerrados con vista al lago en zona norte este metraje inicial es uno de los más amplios. Por el otro, la accesibilidad es más complicada ya que para llegar a las propiedades hay que contar con una embarcación propia o recurrir a la lancha colectivo.
En esta línea, la infraestructura ribereña es más básica que la citadina, en términos de dragado de ríos versus la limpieza de las calles y el acceso a agua potable. Llabrés detalla que solo hay servicio de luz, el wifi es por antena y el agua es la del río tratada por un sistema instalado en cada casa pero no es potable. Asimismo, hay pozos ciegos y cámaras sépticas en lugar de cloacas, aspectos que hacen del ecosistema un entorno frágil.
El boom pospandemia
Pero a la demanda parece no importarle estas desventajas. “En el primer año después de la pandemia se registraron muchas ventas ante la necesidad de vivir en contacto con la naturaleza”, sostiene. En lo que va del 2023, Llabrés nota un cambio en la demanda: a diferencia de otros años cuando en enero y febrero se registraban altos niveles de consultas, este año los interesados empezaron a aparecer en el mes de marzo.
A partir de los efectos económicos de la pandemia, sumados a la crisis económica nacional, otra tendencia que notaron alineada a la coyuntura fue la baja en el monto que están dispuestos a pagar. “Los compradores antes consultaban por casas de entre US$120.000 y US$150.000 y ahora piden de hasta US$100.000 como mucho. Creo que para alguien de clase media invertir más de ese monto en una segunda propiedad les parece un gasto demasiado grande”, observa Nancy Meyrelles, socia de Llabrés.
En términos de preferencia, indican que “a la gente le gustaría que las casas fueran más nuevas por el diseño; que se integren más con el exterior, más vidriadas y con otras características constructivas, como su liviandad y aislamiento”, pero la oferta que abunda fue en su mayoría construida entre las décadas del 70 y 80.
Los compradores interesados en la zona que busquen construir su casa nueva se encuentran con una oferta de terrenos diversa. “Hay demanda activa de tierras. El ahorrista que quiere invertir en algo puede comprar desde los US$25.000 y los más extensos cuestan aproximadamente US$40.000″, señala Sofia Bruzzone, la tercera socia de la inmobiliaria.
Los desafíos de construir en el río
Un aspecto a tener en cuenta son las obras adicionales que se le deben hacer a los terrenos en el río. “Estos pueden estar bajos e inundarse, por lo que hay que construir una base para hacer la casa en alto. Si se quiere que esté seco hay que rellenarlo y si no querés que el río avance sobre el frente hay que hacer la estacada, además del muelle que construye cada casa”, advierte Llabrés. Estas necesidades elevan los costos. Por ejemplo, la estacada de acero inoxidable promedia los US$1200 el metro mientras que los trabajos más artesanales de madera llevan el costo a US$500 el metro.
Por otro lado, el traslado de los materiales del continente al Delta también inciden en los costos de construir un inmueble. “Las embarcaciones consumen cuatro veces más combustible que los vehículos y los fletes tienen que acercarse al puerto de frutos y llevarlo al lugar, por lo que cuanto más lejos esté tu casa, más caro”, enfatiza Meyrelles.
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