El lugar estaba habitado por griegos ortodoxos que convivían pacíficamente con la población musulmana turca, hasta que las tensiones políticas les obligaron a abandonar sus hogares
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Kayaköy, un pueblo fantasma en la provincia de Muğla, en el suroeste de Turquía, ofrece un viaje al pasado congelado en el tiempo. Abandonado hace más de un siglo, tras el fin de la guerra greco-turca y el posterior intercambio de población entre griegos y turcos, el pueblo es un testimonio silencioso de una época marcada por los conflictos y los desplazamientos forzados.
El pueblo de Kayaköy, anteriormente conocida como Levissi, tiene ruinas que simbolizan las vidas de sus 10.000 habitantes ortodoxos griegos que alguna vez prosperaron en la región. Vivieron en armonía con la población musulmana turca local hasta que las tensiones políticas les obligaron a abandonar sus hogares, lo que dio como resultado un pueblo que, hasta hoy, permaneció vacío y envuelto en un aura misteriosa.
Autores y estudiosos del lugar atribuyen también el abandono del pueblo a una “tristeza palpable que surgió sobre el lugar tras los trágicos acontecimientos de los años 1920″. En ese momento, terremotos, tormentas y otros eventos adversos ayudaron a degradar aún más las ruinas del lugar. Además, con el tiempo, el material que cubría los muros y sostenía los edificios comenzó a deteriorarse.
Los visitantes de Kayaköy son recibidos por una ciudad derribada, pero llena de historia. Las calles estrechas están rodeadas de fuertes, con casas decadentes que poco a poco han sido invadidas por la vegetación. En el centro del pueblo, una antigua plaza de reuniones aún resiste el paso del tiempo, rodeada de edificios que son testimonio del ascenso y caída de esta comunidad.
Uno de los puntos más altos de Kayaköy es la Iglesia Superior, una estructura imponente con paredes de estuco de color rosa descolorido y techos elevados. A pesar de estar cerrado al público debido a su estado de deterioro, ofrece unas vistas que atrapan la imaginación de los visitantes. La antigua escuela, situada en el punto más alto del lugar, ondea ahora una bandera turca, que simboliza el cambio de tiempos y culturas.
Otro punto a destacar es la más pequeña de las iglesias, ubicada en lo alto de una colina. Después de una empinada subida por un sendero rodeado de rocas y estacas, los visitantes son recompensados con una vista panorámica del mar Egeo, un paisaje que prácticamente no ha cambiado desde los días en que Kayaköy estaba lleno de vida.
Con sus senderos que conducen a pueblos cercanos y su inusual belleza, Kayaköy atrae tanto a curiosos como a historiadores, todos en busca de información sobre el pasado. Para explorar sus calles irregulares, los visitantes pagan una tarifa simbólica (alrededor de 3 dólares), de modo que, incluso si está vacío, Kayaköy permanece.
O Globo/GDAOtras noticias de Real Estate
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