MADRID- La pandemia ha tenido un impacto especial en la industria inmobiliaria. En ciudades como Madrid, este impacto no se refleja tanto en el descenso de los precios de las propiedades del centro sino, más bien, en el aumento del valor de las propiedades rurales bien conectadas. Aunque este incremento, por ahora, es sólo de los alquileres en un 4,8%, nadie se atreve a predecir que las repercusiones del duro confinamiento que vivió la ciudad durante los meses de marzo y abril, y la nueva posibilidad de teletrabajar, no termine por trazar otro mapa urbano. Hoy, en capitales como París o Londres son mucho menos las personas que se atreven a pequeños departamentos sin ventana con la idea de que “total solo vengo a dormir”. En mayor o menor medida, el contacto con la naturaleza está influyendo en precios y perspectivas del mercado inmobiliario y también en el hotelero.
En sintonía con este argumento, en la Argentina se está dando un fenómeno similar: Gabriela Goldzer, desde Ocampo Propiedades, afirma que “este tiempo de pandemia impactó de distintas maneras en el mercado inmobiliario y generó distintos cambios en la percepción, evaluación y valoración de los productos. Los balcones, los patios y las terrazas tomaron un gran protagonismo. Se convirtieron en un punto clave del contacto de la vivienda y sus habitantes con el exterior, con el aire libre. En términos económicos, históricamente el mercado ponderaba el metro cuadrado descubierto a un valor menor que el cubierto. A partir de la llegada de las torres y de los nuevos emprendimientos, los balcones aterrazados y las terrazas se transformaron en lugares tan habitables como los ambientes interiores y, consecuentemente, fueron ganando valor en las cotizaciones. La pandemia profundizó aún más la valoración de estos espacios, y por ende, su incidencia en el precio total. Aquellos metros con buena orientación, vistas, posibilidades de parrilla, amplitud, hoy pueden llegar a valer lo mismo que el metro cubierto tradicional”.
Pero no siempre fue así: “El valor de los espacios descubiertos, hasta incluso de los balcones, solía ser algo muy discutido. Cuánto valía el metro cuadrado de las partes de metro descubierto era un tema polémico y siempre había cierta tablita matemática que señalaba un valor del 50% del descubierto con respecto al cubierto. Además, claro, siempre se estudiaba cuál era el beneficio para la propiedad que ese espacio traía para poder defender o discutir los valores”, sostiene Leonor Achával, directora de Achával Cornejo. La broker inmobiliaria explica que ”se terminaron las discusiones sobre la importancia que tienen los espacios abiertos. Los jardines siempre fueron especiales pero lo que se terminó es el debate de si el balcón vale o no la pena. De pronto ya nadie se cuestiona qué tan importante es tener un balcón en un departamento de, por ejemplo, dos ambientes. El balcón vale y ya a nadie se le ocurre pensar otra cosa, más aún después de atravesar esta experiencia de aislamiento que nos tocó vivir”.
Borrando límites
Derribar paredes, reinventar las funciones de los espacios verdes y poner en valor las azoteas, es el timonazo más frecuente en proyectos de edificios premium, remodelación de hoteles y viviendas. Mudar las zonas comunes hacia jardines es la elección más segura en este contexto, al igual que, en el caso de bares y restaurantes, trasladar los salones de lujo hacia terrazas acondicionadas. Pero ¿qué pasa con las propiedades en las que no pueden ni contemplarse este tipo de modificaciones? Built Inc. es un grupo de diseño con sede en Los Ángeles que actualmente trabaja en el rediseño post COVID-19 de hoteles como la cadena Marriot y en complejos de grandes oficinas. Según explican sus especialistas a la revista Architectural Review, su desafío actual es encontrar formas de disolver los límites entre los espacios internos y los exteriores. Una tarea nada fácil en el corto plazo.