Inicialmente, la idea parecía ajena para muchos estadounidenses pero con el tiempo la percepción fue cambiando: hoy el bidet es el objeto de deseo en los baños de Estados Unidos
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Uno de los inventos considerados entre los más indispensables por los argentinos, que en muchos lugares del mundo no existe y es originario de Francia, es el bidet. Este elemento de higiene que, a pesar de que con el nuevo Código de Edificación ya no es de colocación obligatoria en los baños de los hogares porteños, era una cualidad del país que despertaba el interés en otros lugares del mundo. Pero, en el último tiempo se volvió un furor entre los estadounidenses.
El negocio del bidet en el país norteamericano explotó con la escasez de papel higiénico que afecto a Estados Unidos durante los cierres causados por la pandemia en 2020. Este cambio se refleja en la creciente demanda y el interés del público en adquirir los dispositivos para sus casas. Tal es así, que The Washington Post afirma que existen “verdaderos creyentes” que “evangelizan a familiares y amigos” a ponerse al día sobre su uso.
A pesar de la ola de nuevos hogares con tendencia creciente en el uso de este artefacto, Estados Unidos continúa todavía muy por detrás de muchos otros países. Ocho de cada 10 hogares japoneses tienen bidet; Italia, por su parte, en 1975 aprobó una ley que exigía que todas las residencias tuvieran uno en su baño; además, pueden encontrarse en diversas partes de Europa, Asia y Sudamérica.
Lo que alguna vez fue considerado un lujo extravagante, ahora se está convirtiendo en una necesidad básica para muchos hogares estadounidenses. Según una encuesta de YouGov, sólo el 6% de los adultos en el país norteamericano, que a su vez lidera el mundo en el uso de papel higiénico per cápita, ya tienen un bidet en su casa, mientras que un 41% está interesado en tener uno.
Diversos comerciantes, como la empresa Bidet King, afirman que se produjo un cambio en la mentalidad de los consumidores que impulsaron un crecimiento significativo en el mercado estadounidense del bidet, y registraron un aumento notable en sus ingresos.
Según The Washington Post, Miki Agrawal, fundador y director creativo de la nueva empresa de accesorios para bidet Tushy, dice que la compañía quintuplicó sus ingresos durante 2020 y que aún no se estabilizó. De hecho, afirma que los ingresos aumentaron un 20 por ciento año tras año desde entonces.
Los “fans absolutos” del bidet
“Simplemente no sé cómo la gente sobrevive sin ellos”, le dice al Post Rosanne Orgill, que vive en las afueras de Salt Lake City, y compró tres accesorios de bidet para sus inodoros en la primavera de 2020. “Los accesorios y los asientos para bidet se instalan directamente en los inodoros existentes, mientras que los bidets son aparatos independientes”, aclara el medio a sus lectores ante la ignorancia de muchos consumidores sobre el tema. “Ahora los amo”, afirma la mujer.
Por su parte, el esposo de Orgill, que había viajado por docenas de países, cuenta al medio que “a menudo hablaban de lo maravillosos que son los bidets y... de lo extraño que es que Estados Unidos no tenga ninguno porque en realidad no hay otra manera de limpiarse”. Entonces, ante la disminución del suministro de papel higiénico, vio anuncios de este elemento y decidió dar el paso.
Al igual que el caso anterior, Ryan Deitsch se sintió obligado a pensar en alternativas ante la amenaza de quedarse sin papel higiénico en medio de la sacudida de la pandemia, y comenzó a reevaluar sus opciones de vida. Ahora se considera un “fan absoluto”. Le encanta haber reducido el uso del papel, lo que le ahorra dinero y reduce su impacto ambiental. Por lo que, como inquilino de la ciudad de Nueva York, una condición importante para él al elegir un departamento es si la configuración del baño funciona con el accesorio para bidet.
A Sydney Cano, de Arlington, Virginia, sus amigos musulmanes le habían recomendado comprar el aparato desde antes de la pandemia, ya que el Corán tiene instrucciones específicas sobre la limpieza, y los baños en los países musulmanes tienden a tener algún tipo de bidet. “No exagero, mi vida cambió literalmente”, le dice al Post. “No puedo vivir sin el mío ahora. Siendo realistas, nunca pasaré el resto de mi vida sin usar el mío. Tengo uno de viaje, así que nunca me falta”.
Con información de The Washington Post.