La propiedad en Los Ángeles que iba a vender por US$9,5 millones se terminó de comercializar por S$7 millones de la mano de un préstamo que salió del propio bolsillo del magnate tecnológico
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Ya van casi dos años desde que Elon Musk anunció su desposesión de todas sus propiedades. El fundador de Tesla y Space X logró despojarse de la totalidad de sus mansiones pero una de ellas tuvo una particularidad que la diferenció del resto: perteneció al icónico actor Gene Wilder, conocido por sus roles estelares en Charlie y la fábrica de chocolate (1971) y Locuras en el oeste (1974).
La casa baja con tejas negras y ladrillos se encuentra en Bel-Air, uno de los barrios más elegidos por las estrellas de Hollywood en la ciudad de Los Ángeles. En la misma también vivió la actriz y comediante Gilda Radner, quien estuvo casada con Wilder desde 1984 hasta su muerte, cinco años después.
Pero la historia era distinta para el sobrino del actor, el director de cine Jordan Walker-Pearlman. Por un malentendido, él pensó que la casa en la que había vivido parte de su infancia había sido demolida. Se sorprendió muchísimo cuando un día de visita por la ciudad le quiso mostrar a su esposa el lugar donde había estado la propiedad y se encontró con la casa intacta. Una fiesta estaba por comenzar y el anfitrión era Musk.
Un año después Walker-Pearlman recibió los famosos mensajes que el cofundador de PayPal publicó el 1 de mayo del 2020: “Estoy vendiendo casi todas las posesiones físicas. No seré dueño de ninguna casa” y “Solo una estipulación a la venta: soy dueño de la antigua casa de Gene Wilder: no puede ser demolida ni perder nada de su alma”. En ese entonces apareció en la plataforma For Sale By Owner enlistada por US$9,5 millones y la descripción decía que la casa estaba “mejorada con comodidades modernas, pero conservando el ambiente encantador y peculiar original”.
El bolsillo del sobrino le quedaba chico para ese presupuesto pero la aclaración en el portal que prohibía la demolición del inmueble le dio esperanzas. A partir de eso, contactó al equipo de Musk y dio inicio a una negociación que tiró y aflojó durante cuatro meses y que terminó en octubre de 2020. El trato final cerró la venta por US$7 millones junto con lo que se llama una “escritura de fideicomiso y cesión de alquileres de formato largo”, en la que el magnate acordó prestarle a cineasta US$6,7 millones que le devolvería a lo largo de los años.
Su dueño dejó atrás muchos muebles, por lo que la casa le vino al nuevo dueño con un sillón morado, un dibujo de un payaso, un gran juego de ajedrez y una hamaca dentro de una jaula de metal gigante en el patio trasero. Entre la lista de cambios también se puede señalar la ausencia de una alfombra de pelo largo blanco que supo ambientar la sala de estar, el clásico piano de Wilder y un tablero de dardos. El cambio en la decoración dejó su huella en el techo del living ahora pintado con rayas blancas y negras bajo un estilo moderno y los árboles que ya no bloquean la vista del campo de golf del Bel-Air Country Club.
A día de hoy, la propiedad le rinde tributo a su dueño original cuyo rostro decora casi todas las paredes y estantes a través de fotos jugando al tenis o vestido como el personaje de Willy Wonka.
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