Un barrio de Copenaghe que alguna vez fue “el sueño hippie perfecto” se vio sobrepasado por el delito y sus vecinos decidieron clausurar una de sus calles más peligrosas con un curioso método
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Por más de 50 años, el barrio hippie de Christiania fue un refugio de la contracultura en el corazón Copenhague.
Popular entre los turistas, esta zona de la capital de Dinamarca es conocida por su posición liberal hacia el cannabis y por su tristemente conocido mercado de la droga, Pusher Street.
Pero en los últimos años, grupos criminales han tomado el control de esta parte de la ciudad, incrementando la violencia en la comunidad.
Los residentes están cansados. Por eso, en un intento por recuperar la calle de manos de los vendedores de drogas, este sábado sacaron los adoquines de la calle, armados con palas y palancas.
Hubo aplausos de celebración y gritos de “Christiania”. La gente del lugar tomó los adoquines pesados y los arrojó en las carretillas, uno a uno.
“Rompimos Pusher Street. Hoy se cierra. Esto es una especie de fiesta de clausura”, dijo la residente Pia Jagger, llevándose una gran piedra.
Ahora este tramo del camino, de unos 100 metros, tiene un nuevo letrero que dice: “Pusher Street hoy está cerrada”.
“En los últimos cinco o seis años no anduve mucho por aquí, tengo hijos y no me sentía muy segura. Hoy los traje a los tres, están ayudando”, dice Sofie Ostergaard, una vecina del lugar.
“Se siente como un momento histórico. Estamos muy contentos por ello”, dice a la BBC Hulda Mader, una residente local de 40 años de edad, de pie junto a una bicicleta de carga de color arco iris.
“Estamos muy cansados de que la gente diga que Pusher Street es Christiania. No, no lo es”, asegura la vocera de prensa de Christiania.
La marihuana en Dinamarca
Aunque es ilegal en Dinamarca, el cannabis se vende abiertamente en Christiania desde hace décadas.
Pero muchos de los vendedores locales originales han sido expulsados, ya que las bandas organizadas se han hecho con el control de la zona. En los últimos tres años se ha producido una oleada de apuñalamientos y tiroteos mortales.
Según Mader, la comunidad tuvo un quiebre hace un año y medio.
“Llegaron dos personas que mataron a tiros a uno e hirieron a otros cuatro. Ahí fue donde dijimos basta. Vamos a levantar la calle. Vamos a cambiar la infraestructura del lugar, así empezamos a construir otras cosas”, dice Mader.
“Para nosotros el hachís no es el problema sino el dinero que hay en él”, dijo a la prensa Mette Prag, representante de la Fundación Christiania de Freetown.
“Pero los últimos años, con toda la violencia y todos los enfrentamientos, no podemos tenerlo en nuestra sociedad. Por eso, este capítulo debe llegar a su fin”.
Entre los espectadores estuvo este sábado el ministro de Justicia Peter Hummelgaard.
“Es un día que supone el principio del fin de las profundas raíces que las bandas del crimen organizado han establecido en este barrio de Copenhague. Para garantizar que Christiania siga siendo una zona vibrante, colorida y creativa de Dinamarca, tiene que ser un lugar sin bandas criminales organizadas”, declaró.
Los turistas seguirán siendo bienvenidos en Christiania, pero no para consumir drogas, dijo Hummelgaard.
Normalmente, esta franja en forma de T es el epicentro del comercio de cannabis en Dinamarca, donde los llamados “camellos” venden marihuana ubicados detrás de improvisadas pilas de cajas de cerveza y puestos de mercado de madera etiquetados con nombres como Green Rocket y Blue Dream.
Hace solo tres días, la BBC contó unos 20 vendedores de droga callejeros.
Hasta finales de los años 1990 se toleraba de manera informal, dice Kim Moeller, profesor de criminología de la Universidad de Malmo. Pero eso se acabó en la década de 2000, cuando el mercado creció y se hizo más visible.
Moeller dice que ahora operan unas cinco bandas diferentes, lo que ha traído más disputas.
“Si tienes un conflicto entre grupos en Copenhague, lo más probable es que se encuentren en Pusher Street, donde pueden dispararse unos a otros”, dice el inspector de policía adjunto Simon Hansen, que supervisa la operación de la fuerza policial de Copenhague en Christiania.
A menudo son las personas que atienden estas tiendas las que quedan atrapadas, dice. “A veces son niños. A veces personas con algún tipo de discapacidad y gente que no puede conseguir trabajo”, dice.
La policía ha hecho repetidos allanamientos en Pusher Street, pero los traficantes de drogas siempre regresan.
“Vaciamos los negocios 100 veces al año”, dice Hansen. “Eso suena como empujar la misma piedra montaña arriba”.
Un sueño hippie
Ubicado a un kilómetro del parlamento danés, Freetown Christiania [Ciudad Libre de Christiania] fue fundada en 1971 por un grupo de anarquistas y hippies que ocuparon una base militar vacía.
Se trata de una comuna independiente, con sus propias normas y bandera. En este lugar no hay líderes y las decisiones se toman por consenso en las reuniones comunales.
El Estado danés aceptó a Christiania como un “experimento social” radical, más tarde le concedió personalidad jurídica.
El propietario de la galería local, Marios Orozco, llegó aquí desde Estados Unidos en 1981, cuando tenía 19 años. “Tenía el pelo largo y encontré que Christiania era el sueño hippie perfecto”, dijo a la BBC.
“Imagina un pueblo lleno de personas que no encajaban en la sociedad. Había ciclistas, hippies y nudistas corriendo por ahí. Fue una especie de pedazo de cielo caótico”.
En la actualidad, 1000 residentes, 250 de ellos niños, viven en las pequeñas cabañas de madera, cubiertas de grafitis, que bordean las históricas murallas de Copenhague.
Repleto de locales de música, cafés vegetarianos y tiendas de souvenirs, también es uno de los principales destinos turísticos del país.
Christiania por lo general ha estado enfrentada a las autoridades. Durante mucho tiempo se ha resistido a los esfuerzos por cerrar Pusher Street. Pero en agosto pasado, los residentes entendieron que era hora de ponerle fin a esta calle.
En un cambio de actitud extraordinario, colaboraron durante varios meses con la alcaldesa de Copenhague, Sophie Haestorp Andersen, el ministro de Justicia, Hummelgaard y la policía en un nuevo plan.
“Como ciudad no podemos vivir con la violencia. La gente del lugar tampoco ha podido vivir con ella, pero tenían miedo de hacer algo radical al respecto. Les dije que los respaldaría. Tenemos un plan y estamos dando el primer paso”, explica la alcaldesa.
No es la primera vez que los residentes intentan mantener a las bandas fuera del lugar. En agosto pasado, la calle Pusher fue bloqueada con contenedores y bloques de hormigón. Pero los dealers volvieron pronto.
Y Orozco es escéptico con que la iniciativa del sábado pasado funcione.
“Si al final esto tiene éxito y consiguen dispersarlos [a los traficantes], no estarán en una zona, habrá muchas zonas”, dice.
Un plan integral
La cuestión de que los dealers se extiendan por el resto de Copenhague es algo que se ha discutido a menudo.
“No queremos que nadie piense que esto acabará con el mercado de las drogas ilegales”, afirma Hummelgaard.
“La propia policía considera que tendrá un trabajo más fácil combatiendo el tráfico ilegal de drogas y los delitos relacionados con él, si no está todo concentrado”.
Más de cinco décadas después de su creación, la comuna aún sobrevive, aunque su futuro enfrenta un gran momento de incertidumbre.
Además del cierre de Pusher Street, los nuevos planes para revitalizar la zona incluyen una gran promoción de viviendas sociales. Pero algunos temen que esto termine por perjudicar la identidad de la comuna.
“Quieren construir 300 departamentos. Eso va a destruir el ambiente de este lugar”, dice Orozco.
Nuevos espacios artísticos, parques infantiles y tiendas son algunas de las ideas para lo que podría sustituir finalmente a la Pusher Street. “Haremos una nueva versión de los lugares de trabajo, de los sitios culturales”, aseguró Mette Prag.
También están considerando la posibilidad de dar un nuevo nombre a la calle.
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