El barrio mantiene la esencia de los años 70, con una identidad propia que se descubre en cada rincón del lugar donde vivió el escritor argentino
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“Barrio sin prisa”, se puede leer en un cartel que da inicio a un rincón oculto de la ciudad de Buenos Aires, donde emerge una pequeña zona que no está reconocida oficialmente como uno de los 48 barrios de la ciudad, con una historia y un espíritu propio latente.
A pesar de estar a escasos metros de la avenida San Martín, la tranquilidad y el silencio invaden las calles que lo delimitan: Cortázar (anteriormente Espinoza), Tinogasta y Zamudio, donde los autos piden permiso para circular por sus adoquines. Silencio que solo se rompe cuando se escucha a la hinchada de Comunicaciones gritar un gol que le da una esencia peculiar al lugar.
El barrio Rawson se encuentra en un triángulo privilegiado cercano a la avenida San Martín, el Club Comunicaciones y la Facultad de Agronomía, en el barrio de Villa del Parque. Pero, esta zona tiene un dato particular que la hace aún más único: fue el hogar hasta 1951 del escritor Julio Cortázar.
El autor vivió en el tercer piso de un edificio en Artigas 3246, frente a la plazoleta del barrio, junto a su madre, María Herminia Descotte, y su hermana Memé, lugar que hoy lleva una placa en su honor desde el años 2000, donde se puede leer que “el clima del barrio está presente en varios de sus cuentos”.
Un claro ejemplo del barrio se encuentra en su historia “Ómnibus”. En dónde Clara, la protagonista, camina por las calles Tinogasta y Zamudio: “A las dos, cuando la ola de los empleados termina de romper en los umbrales de tanta casa, Villa del Parque se pone desierta y luminosa. Por Tinogasta y Zamudio bajó Clara taconeando distintamente, saboreando un sol de noviembre roto por islas de sombra que le tiraban a su paso los árboles de Agronomía”.
Pero también, la esencia del escritor está presente en cada rincón de la zona residencial, desde la rayuela dibujada sobre el cemento frente a la que fue su casa, pasando por el único bar que hay en la zona, con el nombre “Rayuela”, y hasta tiene una calle con su nombre -ex Espinosa-. Pero, este paisaje de cuento también tiene una particularidad que lo hace más único aún: al caminar por sus calles, en las que parece que el tiempo se detuvo, se pueden observar decenas de gatos que deambulan tranquilos por sus esquinas cual “guardianes de la vereda”, tal como los describía el propio Cortázar.
Un barrio distinto, su historia
El barrio Rawson tiene una rica historia que se refleja en su arquitectura única. Su construcción se llevó a cabo entre 1928 y 1933, y se inauguró oficialmente al año siguiente. Desde sus comienzos está dividido en dos sectores: por un lado se encontraba un conjunto de nueve edificios de departamentos y por el otro 104 casas de estilo inglés.
En el caso de los edificios, tienen tres pisos y cuentan con 72 unidades; mientras que las casas están construidas sobre los pequeños pasajes. Estas construcciones, que originalmente fueron creadas como viviendas económicas, hoy son protegidas por su historia y se prohíbe la demolición o modificación de sus fachadas, lo que contribuyó a que puedan preservar su encanto original, haciendo del barrio un lugar exclusivo y codiciado.
Cuánto cuesta el metro cuadrado en el único barrio donde vivió Cortázar
“El valor del metro cuadrado en el barrio Rawson oscila entre los US$1700 y US$2200. Este rango se posiciona por encima de los valores medios las zonas linderas de Agronomía (US$1750) y Villa del Parque (US$1500). Este diferencial se explica por la particularidad del barrio y la alta demanda frente a la escasa oferta de propiedades en venta”, afirma Damián Boronat, broker de c21 Medeot Minujen.
En Rawson, predominan las casas unifamiliares de cinco ambientes, mientras que los edificios ofrecen departamentos de cuatro ambientes. Estas características, junto con la tranquilidad y la seguridad del área, atraen a compradores que valoran la calidad de vida y el patrimonio cultural.
“La fuerte identidad comunitaria y el valor sentimental de las propiedades en Rawson han hecho que muchas viviendas se transmitan de generación en generación. Este fenómeno de herencia ha limitado aún más la oferta en el mercado inmobiliario, contribuyendo a la apreciación del valor de las propiedades. La baja rotación y la exclusividad del barrio lo convierten en una opción atractiva para aquellos que buscan una inversión segura y una residencia con historia y carácter”, concluye Boronat.
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