Un estudio analizó cuán preparados estaban los inmuebles en Argentina para convivir con el aislamiento y cómo las familias pasaron el aislamiento en sus casas
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La irrupción de la pandemia y la cuarentena obligatoria que confinó en los hogares a la mayor parte de los argentinos durante meses puso en la mesa la discusión acerca de la vivienda y la calidad de vida en los hogares. Obligados a pasar el 100 % del día encerrados, la calidad de los hogares en el país repercutieron directamente en la salud mental y física de las personas.
Por eso, el aislamiento en los hogares puso sobre la mesa viejos debates relacionados a las características mínimas de las viviendas, el aprovechamiento de los espacios verdes, la iluminación natural y la carencia de las condiciones de habitabilidad básica, que pueden llevar a la aparición de problemas de salud, sobre todo en zonas vulnerables.
Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, cada año más de cuatro millones de personas mueren prematuramente por enfermedades atribuibles a la contaminación del aire de los hogares y más del 50% de estas muertes son por neumonía en menores de 5 años causadas por aire contaminado. En Argentina, 3,5 millones de hogares –un tercio de la población– no tienen una vivienda adecuada; de las cuales, 2,2 millones son viviendas deficitarias existentes y 1,3 millones son de hacinamiento crítico.
Con esta mirada, Argentina Green Building Council (AGBC) una ONG que promueve la sustentabilidad en el sector de la construcción desarrolló un estudio que analizó cuán preparados estaban los hogares en Argentina para convivir con el aislamiento y cómo las familias pasaron la cuarentena en sus casas, qué padecieron, qué cambios se harían en los hogares, entre otras cuestiones.
“Con este estudio, AGBC busca difundir las buenas prácticas para contribuir con el cambio del mercado inmobiliario, priorizando el bienestar mental, social y físico de las personas”, explica Paula Altavilla, presidente de AGBC, la organización que presentó el informe titulado “Barómetro de Hogares Verdes y Saludables”.
En este sentido, en la Argentina la mayoría de los edificios están construidos con prácticas y códigos de edificación con mínimos estándares de seguridad, de calidad ambiental interior y de habitabilidad que garanticen la protección contra el frío, humedad, calor, lluvia, viento, etc. “Es clave impulsar los incentivos que fomenten la inversión privada para la reconstrucción, sobre todo si se tiene en cuenta que solo el 2,0% del presupuesto nacional de 2021 incluyó la construcción y mejoramiento de viviendas del país”, destaca Altavilla.
La encuesta, que estuvo dirigida a profesionales de arquitectura, diseño y construcción residentes en áreas urbanas y suburbanas del país, apunta a que si se renovaran adecuadamente cada año las condiciones edilicias, el número de hogares con humedad se reduciría a la mitad y las enfermedades respiratorias podrían reducirse en un 10% del total de hogares para 2050. ¿Cuáles son los problemas que generan los “edificios enfermos”? En la Argentina el 9,5% de las personas padece asma; además, el 64% de los consultados padece algún trastorno de sueño. Los edificios insalubres afectan no solo la salud sino el bolsillo. En esa línea, el escrito advierte que la rehabilitación energética de viviendas es la fórmula para reducir las facturas de energía y mejorar la salud y confort.
La mala nutrición también es causa de enfermedades crónicas, pero los edificios pueden diseñarse para promover hábitos alimenticios y bebidas más saludables, como la instalación de filtros, diseñar cocinas con espacios acordes, zonas de refrigeración para frutas y verduras.
Teniendo en cuenta que las personas pasan el 90% de su tiempo en ambientes interiores, el informe logró identificar 6 atributos que las viviendas tienen que tener para ser consideradas saludables y sustentables:
- Calidad de aire interior
- Confort térmico y eficiencia energética
- Iluminación natural
- Ruido y acústica
- Vistas y biofilia (conexión con la naturaleza)
- Ahorro de agua
Frente a este escenario, se vuelve fundamental repensar las viviendas, fomentando el diseño y la construcción de hogares más eficientes y sustentables tanto para mejorar la calidad de vida como la protección del planeta. “El ambiente interior se convirtió en un aspecto clave para la salud y el bienestar. Por largos meses las viviendas se convirtieron en un refugio, que debían estar preparadas para habitarlas las 24 horas, los 7 días de la semana. El COVID 19 puso de relieve el papel crucial de los hogares como espacio vital seguro y como lugar para acoger el juego, la enseñanza y el trabajo”, reflexiona Altavilla.
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