En Los Ángeles, los ricos y famosos pagan una fortuna para proteger su vida privada de miradas indiscretas y crean muros verdes para no ser descubiertos; entre ellos un matrimonio argentino oriundo de Olivos que le compró la casa a Bruce Willis
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Las casas de los ricos y famosos de Hollywood han estado rodeadas durante mucho tiempo por muros altísimos, diseñados para proteger a sus ocupantes adinerados de los paparazzi y los mirones por igual. Robert Frost puede haber pensado que las buenas barreras hacen buenos vecinos, pero en Los Ángeles, esos cercos verdes se plantan en lugar de construirse.
“Los cercos vivos son una constante en todos los diseños que hago”, dijo Brent Green, un paisajista veterano de Los Ángeles cuyos clientes incluyen a Regina King, Regina Hall y Sharon y Ozzy Osbourne. “En Manhattan todo es de cemento concreto, y por privacidad tienen porteros”, le dijo a un reportero. “Pero aquí, en Los Ángeles, podés vivir cerca de una autopista, una calle muy transitada o estar justo encima de tu vecino, y aún tendrás privacidad en tu parque. Los cercos de árboles o arbustos crean privacidad y lo convierten en un espacio utilizable”.
Los Ángeles es una ciudad horizontal, una expansión de barrios unidos entre sí delimitados por peñascos y el océano. Sus propiedades inmobiliarias son abrumadoramente bajas, unifamiliares y con poco espacio para respirar entre ellas. En una ciudad donde las habitaciones y los baños de una casa a menudo están a la vista de la casa de al lado, un alto muro de cobertura, que aumenta la privacidad y reduce el ruido y la contaminación del aire, se ha convertido en el símbolo de estatus por excelencia.
En vecindarios de millonarios como Beverly Hills y Bel Air, bloques enteros están formados por casas acordonadas individualmente: joyeros residenciales escondidos detrás de elaboradas cortinas de hojas; el equivalente inmobiliario de la cuerda de terciopelo. Detrás de ellos, los paisajistas de élite de la ciudad han creado jardines al estilo de Alicia en el país de las maravillas. El precio inicial típico de su elaborado trabajo manual, incluidas las plantas y la mano de obra, es de US$1 millón.
“Tenemos una vida social muy activa. Organizamos pequeñas reuniones, cenas con 60 a 100 personas, e incluso con hasta 260 personas. Y la gente siempre aprecia los jardines”, dijo Andrea Alberini, argentina, cuyo esposo, Carlos, es el director ejecutivo de Guess. La pareja compró su casa de casi 1000 metros cuadrados, en casi 4000 m² de tierra en Beverly Hills, por US$16.5 millones en 2014. El vendedor fue Bruce Willis.
Pero no se mudaron de inmediato: pasaron más de dos años remodelando tanto los interiores como los exteriores. Trajeron al famoso paisajista Scott Shrader, cuyos otros clientes incluyen a Patrick Dempsey, Ellen DeGeneres, Lionel Richie y Cher. Andrea les habló de su ciudad natal, Olivos, en Buenos Aires, y le contó cómo los olivos le recuerdan a su hogar. Su visión era primero envolver la casa, que se encuentra en un tramo concurrido de Benedict Canyon Drive, con una doble capa de paredes verdes para aislar el sonido. Y luego, adentro, crearía un paisaje de ensueño inspirado en Mendoza, en la región vitivinícola argentina. “El concepto desde el principio fue una casa que cayó en medio de un olivar”, dijo Shrader.
Más de 20 olivos, cada uno de ellos de más de 100 años, fueron traídos desde Sacramento y trasladados a la propiedad a través de una grúa. También se plantaron limoneros, tilos, naranjos y manzanos. Pero uno de los primeros pasos de la renovación fue plantar paredes de ligustro y ficus alrededor del perímetro de la casa; al final de la renovación, habían crecido a más de tres metros y crearon “como cuartos al aire libre con materiales en capas que generan una barrera de sonido, privacidad y aislamiento”.
Qué variedades de plantas conviene elegir
La mayoría de las paredes verdes que envuelven las casas en Los Ángeles están hechas de Ficus Nítida, que tiene hojas densas y brillantes y raíces invasoras molestas; a veces están formados por Podocarpus Gracilior, cuyo follaje brillante y parecido a una aguja crece en grupos ondulantes. Los cercos de este tipo son una atracción a los propietarios de viviendas no solo porque ofrecen privacidad, sino también porque son más difíciles de vigilar.
En la ciudad de Los Ángeles, las cercas del jardín delantero generalmente tienen un tope de altura de un metro, y esa regla también se aplica a los arbustos y árboles; en los patios traseros y laterales, las barreras deben detenerse a 2,5 metros. Otras ciudades dentro del condado de Los Ángeles, incluidas Santa Mónica, Beverly Hills y Culver City, tienen reglas similares en sus reglamentos. Pero los paisajistas dicen que cuando la cerca es algo que crece, los reguladores casi siempre hacen la vista gorda. “Con un cerco verde, crecer subir hasta 6 o 9 metros de altura”, dijo Green.
Patricia Benner, una paisajista que ha trabajado en las casas de Ewan McGregor, Moby y JJ Abrams, dijo que en un proyecto típico, trae alrededor de 50 árboles de poco más de 7 metros de alto y los planta con 15 a 30 centímetros entre ellos.
“Mis clientes siempre señalan la necesidad de privacidad. Está demostrado. Planificamos con anticipación con un cerco de privacidad y si hay una casa en construcción, entramos allí y plantamos lo antes posible para que crezcan lo más alto antes de que se muden”, dijo.
David Offer, un agente de bienes raíces de Los Ángeles, y su esposa, Leslie, se preocuparon tanto por la privacidad que hace ocho años se mudaron de una casa en Brentwood que no tenía cercos a una nueva casa de siete habitaciones justo al otro lado de la calle.
Sus tres hijos, ahora adultos, están renovando completamente la casa anterior, convirtiéndola de una casa de seis habitaciones a una de cuatro con una gran suite principal y un gimnasio, y Benner ha traído infinidad de ficus, por lo que esta vez tendrán un cerco que rodea su casa.
“Definitivamente, siento que el aire libre ahora es una espacio cerrado, que es diferente de lo que solíamos tener. No sabía lo que me estaba perdiendo antes de que tuviéramos estos muros verdes maravillosos”, dijo Offer.
Los árboles de ficus se ven favorecidos en la elección por lo rápido que crecen. Para evitar que sus raíces invasoras se entierren en las veredas y entradas de vehículos, deben plantarse con barreras de raíz y podarse con regularidad.
En la casa de Sharon y Ozzy Osbourne, que estaba en Beverly Hills (pero ya la vendieron), Green plantó ficus poco después de que la pareja compró la casa, y esperó meses para que crecieran lo suficiente como para bloquear la vista del vecino de al lado antes de que se mudaran. El año pasado, en la casa de Regina Hall en el vecindario suburbano de Tarzana, California, plantó una serie de ficus de dos metros y medio como parte de una renovación de varios años mientras la actriz viajaba a los lugares de filmación. Desde entonces han duplicado su tamaño. “Una vez que se mude a tiempo completo, el muro de privacidad habrá crecido totalmente”, afirmó.
El trabajo de Shrader en la casa de los Alberini incluye un jardín lateral donde una chimenea construida a partir de un pozo italiano del siglo XII está flanqueada por los capullos púrpuras de los árboles Forest Pansy; paisaje duro de grava con poca agua, copas de árboles frutales y una piscina de piedra caliza de Indiana.
Aportó una mentalidad similar a los jardines de la finca de Beverly Hills de Alison y John Hawkins, donde detrás de un perímetro frente a la calle de olivos plateados retorcidos y cercos de ligustro, una villa colonial de color rosa rubor se asienta en tres cuartas partes de un acre. El patio trasero de la casa ya estaba escondido detrás de paredes de ficus de 10 metros cuando la pareja, que trabaja en capital privado, la compró por US$14 millones en 2013. A los Hawkins les encanta vacacionar en Francia, por lo que Shrader trajo una fuente de piedra hecha de una barrica antigua una vez utilizada para la vendimia en Aix-en-Provence. Los muebles de jardín estilo Arras se colocan a lo largo de pasarelas de grava bajo palmeras que se balancean y bojes geométricos.
Desde la calle, un transeúnte no tendría idea de que existe un universo alternativo más allá de sus frondosos muros verdes. “Es como si Beverly Hills se encontrara con el sur de Francia”, contó Hawkins.
El cerco de ficus promedio de 7 metros cuesta US$300 por árbol. Benner estima que sus clientes gastan alrededor de US$15.000 en los cercos que vienen con el diseño de su jardín; en propiedades más grandes, el costo puede subir significativamente.
“En ese momento, pensé que podríamos instalar un muro chapado en oro por menos dinero”, afirmó Hawkins sobre el proceso de diseño y planificación con Shrader. “Pero hoy lo disfruto y es una inversión que no cambio por nada”.
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