Los horrores paranormales acontecidos en la década del 70 dentro de la propiedad fueron llevados a la pantalla grande en El Conjuro
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El escepticismo frente a las historias de terror es el mejor escudo para no temer la existencia de fenómenos paranormales. Sin embargo, hay numerosas personas que a través de las décadas declararon haber experimentado esta especie de sucesos. Las casas embrujadas en donde se dan lugar éstos suelen ser evitadas por muchos y fuente de curiosidad de algunos otros.
El conjuro (2013) es una de las películas de terror más taquilleras del siglo XXI, basada en la historia de la familia Perron. Cuando se mudaron a la casa en la década del 70, ubicada en Round Top Road al 1677, en Rhode Island, no sabían que el destino les depararía diez años ininterrumpidos de eventos traumáticos ligados al mundo paranormal.
Después de un exorcismo que pareció resolver los problemas que los aquejaban, la familia vendió la casa a nuevos valientes dispuestos a habitar en esta. Aún así, siguen sosteniendo que allí presenciaron cómo se movían solos los objetos, se abrían y cerraban las puertas que se tocaban o rayaban, apariciones de cuerpo completo, sombras sin causa aparente, entre otras tantas experiencias sobrenaturales.
En la película cuentan la historia real de la familia Perron conformada por un matrimonio y sus cinco hijas, quienes después de vivir sucesos extremadamente extraños solicitan la ayuda de los parapsicólogos Ed y Lorraine Warren, una pareja de investigadores estadounidenses dedicados a detectar e intentar ahuyentar a los espíritus con malas intenciones, a través del sexto sentido de la mujer.
Fue hace poco más de dos años que la casa pasó a las manos de nuevos dueños, una pareja de investigadores paranormales, por la suma de US$440.000. Sin embargo, estos aprovecharon la propiedad para rentabilizar su historia y la transformaron en una casa museo, cobrando US$125 por persona a los interesados en conocer el lugar de los sucesos. No solo aumentó la riqueza de sus dueños sino de la casa misma, ya que el negocio ascendió su valor de venta a US$1,2 millones.
A pesar de los ingresos que consiguen, los actuales dueños Cory y Jennifer Heinzen se encuentran en la necesidad de vender la propiedad por un problema de salud familiar que les impide darle la atención y el cuidado que requiere. Sin embargo, comentaron que serán muy exigentes a la hora de elegir al comprador, quien debe ser como ellos un apasionado de esta dimensión. Sobre el precio al que la ofrecen en el mercado, declararon que este fue una sugerencia del agente inmobiliario a partir de la rentabilidad extra que se puede explotar al adquirirla.
La casa que dio origen a la trilogía cinematográfica de El conjuro fue el set de rodaje donde más tarde grabaron la serie Ghost Adventures y Kindred Spirits.
La propiedad dispone de tres habitaciones, un baño completo y un toilette que forman parte de la superficie total de los 290 m² dentro de los 34.400 m² que conforman el terreno y contienen un garaje y un granero.