Las tiny houses están de moda y, de a poco, van trasformando y perdiendo su esencia, pero se lanzó un nuevo modelo que vuelve a sus orígenes
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Erase una vez en que las tiny houses eran exactamente lo que su nombre en inglés denomina: pequeñas, casi minúsculas. Propias de un culto a la simplicidad y la austeridad, una oportunidad para vivir con pocas pertenencias materiales encima, con bajos costos y con un estilo de vida sustentable, de muy bajo consumo.
Con el tiempo, sin embargo, las tiny houses se fueron popularizando y, dicen sus críticos, perdiendo la esencia. Actualmente abundan infinidad de modelos distintos, algunos alcanzando los cientos de miles de dólares, equipados con las mejores terminaciones y tecnología e incluso producidos a escala por grandes cadenas. La veloz transición entre lo que era un culto a la vida autosuficiente y el bajo perfil hacia un objeto de la moda masiva, una casa cool, fotogénica y proveedora de estatus.
Sin embargo, todavía hay constructores que quieren defender la idea original del vivir simple. Cody Makarevitz, fundador de Comak Tiny Homes, una empresa que fabrica tiny houses en Pennsylvania, Estados Unidos, es uno de los que lideran el desafío. “Quise construir este modelo para contradecir las tiny houses extra grandes que veo que se hacen y venden”, enunció. “Mi intención es volver a las raíces. Pero también quiero demostrar que se pueden introducir soluciones creativas para hacer que un espacio muy chico sea habitable”, se entusiasmó Makarevitz.
El nuevo modelo de Comak se llama The Mountain (La Montaña), tiene solo 14 m² y se fabricó sobre la estructura de lo que era una vieja cabaña utilizada para viajes de caza, un sólido armazón sobre ruedas. La Montaña tiene un exterior firme de acero y vinilo, con un interior acogedor y cómodo en el que predomina la madera. Pasen y vean:
La casa tiene un área principal, una pequeña cocina, armarios, baño con ducha incluida y una “habitación” completa con claraboya, lo que da la sensación de mayor espacio y, por supuesto, de estar durmiendo bajo las estrellas.
Es un gran ejemplo de aprovechar la disposición del espacio a través del diseño. A pesar de ser una casa compacta, la organización es óptima, con una sensación de espacio que crece. Cuenta con unas puertas francesas, por ejemplo, que se abren hacia afuera y fusionan el espacio exterior con el hogar interior. Además, Makarevitz colocó pequeños paneles de espejos en el techo que maximizan la luz y también extienden la percepción del espacio.
La cocina está perfectamente equipada: bacha, una espectacular mesada de madera de nogal con sus banquetas, una pequeña heladera y obviamente espacio para guardar vajilla y utensilios.
La ducha, una de las joyas de la casa, está en un módulo que “sobresale” de la estructura. Paneles de cedro y una claraboya de un metro por un metro dan la sensación de estar bañándose afuera. “Es lo que buscaba. Siempre me gustó bañarme afuera así que quise traer esa sensación puertas adentro”, contó Makarevitz.
Al dormitorio, por su parte, se accede por una escalera movible, ya que está diseñado a modo de loft. Tiene espacio para una cama king size y el panel de vidrio que da al cielo es de aproximadamente metro y medio por metro y medio.
El precio de La Montaña es de unos US$35.000, en base a los US$20.000 que su creador gastó en materiales. La casa ya tiene comprador, pero Makarevitz avisó que está trabajando en un modelo nuevo y mejorado. Los amantes de las “verdaderas” tiny houses, a la espera.