Pese a las altas tarifas que los propietarios piden por una quincena, el 70% de la oferta ya encontró su demanda
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Aún no cumplió dos décadas y ya es uno de los barrios más cotizados y exclusivos de la Costa Atlántica. Ya sea porque combina los elementos más buscados tras la pandemia o por sus propias particularidades, Costa Esmeralda no para de crecer. Tanto es así que, aún faltando un mes para el comienzo del verano, el 70% de las propiedades ya se encuentran alquiladas a precios exorbitantes.
Ubicado en el kilómetro 380 de la ruta 11, dentro del partido de la Costa, Costa Esmeralda es un emprendimiento desarrollado en conjunto por Eidico y JPU Desarrollos. Se lanzó en 2004, consta de 16 barrios, 1770 viviendas unifamiliares construidas, 700 en marcha y 140 departamentos con vista al golf. El barrio se extiende a lo largo de 3200 metros de costa, con 1000 hectáreas de bosques, médanos y plantaciones de pinos.
“El boom que tuvo Costa Esmeralda es un fenómeno que merecería ser estudiado”, afirma a LA NACION Gabriel Garro, titular de la inmobiliaria homónima especializada en la zona. “No se sabía cuándo iba a estallar y la temporada pasada fue el auge, el punto máximo. Se proyecta que este verano también va a ser espectacular por la demanda que hay y el crecimiento de la construcción que venimos viendo”, asegura.
Aún en un escenario económico con dólar en valores récord, a esta altura del año el 70% de la oferta disponible para enero fue ocupada. El precio de una casa en diciembre y enero ronda entre los US$4500 por quincena (que es el plazo promedio solicitado) y US$8500 el mes. Los valores varían según la cantidad de metros cuadrados del inmueble, el equipamiento, los servicios, si tiene o no pileta y cochera y la ubicación. Por ejemplo, por una propiedad con vista al mar, Garro asegura que pueden llegar a pedirse US$7000 por 15 días.
La segunda quincena de diciembre y enero son las fechas más solicitadas y en febrero, la demanda baja. En la mayoría de los casos, se pide un depósito en garantía y el 50% del monto para confirmar la reserva. El dinero restante se abona en dólares al tomar posesión. El porcentaje de ocupación y la gran cantidad de consultas que reciben las inmobiliarias de la zona ponen de manifiesto que el mercado convalida los altos valores que los propietarios exigen.
“Muchos señalan que es una locura que salga más caro que hacer un viaje afuera, pero es así: el mercado pide un valor que la gente está dispuesta a pagar”, reflexiona Garro y agrega que, con el mundo aún en alerta por la pandemia, “mucha gente tiene miedo de subirse a un avión o estar en un hotel en donde tiene que compartir espacios comunes con desconocidos”.
Al valor actual del dólar blue, la tarifa promedio en pesos que se exige por el alquiler de una casa en Costa Esmeralda por 15 días en enero supera los $900.000. El precio se encuentra por encima de lo que puede llegar a costar pasar el mismo tiempo en un hotel all inclusive en Brasil, por ejemplo. Basta abrir cualquier buscador de tarifas de viaje para comprobar que por alrededor de $600.000 se consiguen opciones, aunque cabe destacar que la comparación solo abarca el plano del hospedaje y no considera pasajes y otros gastos, que por supuesto encarecen el monto total.
El crecimiento de Costa Esmeralda
Según cuenta Garro, la llegada de la pandemia de coronavirus hizo crecer exponencialmente al barrio vecino de Pinamar: el año pasado, se inauguró un paseo comercial en el que se instalaron varias marcas de renombre y locales gastronómicos que conformaron un pequeño polo. “Dentro de Costa Esmeralda hay un supermercado bastante completo y además otros más grandes que se encuentran cerca empezaron a realizar envíos a domicilio. Hubo ciertos hitos que acompañaron el crecimiento del lugar. Por ejemplo, el aislamiento hizo que los vecinos tuvieran que pensar en un buen sistema de conectividad de internet, eso fue importante”, explica el broker.
Ante este escenario, durante 2020 hubo un auge de venta de lotes. En muchos casos, los compradores fueron inversores que vieron la posibilidad de construir inmuebles y destinarlos al alquiler. “Los precios partían de los US$20.000, dependiendo de la ubicación. Hoy, para comprar un lote hay que hablar de US$50.000 mínimo”, precisa Garro.
Así, el barrio fue consolidándose y perfilándose como lo que es hoy: una de las zonas más codiciadas de la Costa. Por ende, la demanda está compuesta por un público premium, generalmente familias que viven en barrios privados del Gran Buenos Aires (GBA) y buscan mantener el mismo estilo de vida en las vacaciones, pero más cerca del mar. “Es gente que busca seguridad, tranquilidad y comodidad. Muchos vienen con chicos y saben que acá pueden moverse libremente y no les va a pasar nada. Tienen actividades de todo tipo, colonia, mucho deporte, varios paradores, lindos senderos y una impronta ecológica y sustentable que cada vez crece más”, cuenta.
Quizás el éxito de Costa Esmeralda tiene que ver con la pandemia y la tendencia de la gente de migrar hacia lugares para vivir con más espacio, más verde y más seguridad. Lo que es seguro es que, en su corto tiempo de vida, hoy el barrio se posiciona como uno de los más prometedores de la Costa Atlántica.
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