Existen varios aspectos que pueden llegar a alterar la determinación de irse a vivir a este tipo de proyectos: expensas, gastos individuales y reglamentos -tanto de la urbanización como municipales-, entre otros
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Con la pandemia, la demanda de lotes y viviendas en zonas suburbanas creció notablemente. Muchas familias desesperadas por disfrutar de un poco de verde y vivir lejos de la aglomeración de las ciudades -y sobre todo ante la consolidación del home office- consultaron y cerraron operaciones en barrios abiertos, cerrados y countries.
Sin embargo, como muchas cosas en la vida, no todo es color de rosa. Existen varios aspectos a considerar que pueden complicar la decisión de irse a vivir a este tipo de emprendimientos ubicados en los suburbios.
Expensas y gastos extras
El valor y el tipo de gastos que se incluyen en las expensas están entre los principales reclamos de la gente. Pero, Ignacio O´Keefe, director de la inmobiliaria homónima señala que si se vive en una casa por fuera de un barrio cerrado “lo más probable es que haya que compartir con los vecinos el costo de una garita de seguridad y pagar un club, un gimnasio, un taller de teatro o la colonia de vacaciones para los niños”. En cambio, si el country tiene, por ejemplo, una laguna, una cancha de golf, de tenis o de polo, pileta, esas actividades no deberán abonarse afuera y, por ello, “cuando se empiezan a sumar todos esos costos, uno se da cuenta de que las expensas no son caras”.
Si bien este argumento es real y válido, la libertad individual de elegir cuál gasto priorizar se ve limitada dentro de los complejos dado que hay costos de servicios e instalaciones que son compartidos por todos, ya sea que el propietario los utilice o no. Por ello, previo a cerrar una operación de compra, se aconseja analizar detenidamente los hobbies, gustos y necesidades particulares para que, en función de ello, se pueda hallar la propuesta que se ajusta mejor a cada persona y familia.
Más allá de las expensas, los propietarios de casas deben sumar los gastos de mantenimiento individual de su propiedad, como ser jardinero y/o piletero, en caso de deleguen esas tareas. Sin embargo, explica Esteban Edelstein Pernice, director de la inmobiliaria Castex, “hay familias que prefieren comprar un departamento que esté cerca de las áreas comunes del emprendimiento de modo tal de disfrutar de los amenities sin tener que ocuparse de mantener una casa”.
¿Construyo lo que quiero?
Por su parte, quienes apunten a adquirir un lote para construir (además de lógicamente considerar los costos del terreno y de obra) deberán averiguar qué tipo de propiedad se les permitirá edificar, según los reglamentos del municipio y del barrio. Hay algunos countries que exigen que la vivienda tenga una superficie mínima determinada (que puede resultar superior a la proyectada por el comprador); que se mantenga cierta distancia de retiro de los terrenos vecinos así como del frente; no se permite el uso de determinados materiales, entre otras restricciones. Pero, además de estudiar los permisos previos, “hay que contemplar el tiempo que llevan esas autorizaciones, en qué momento se podrá iniciar la construcción y todas las cuestiones reglamentarias de obra referidas al barrio elegido”, aclara Patricio Lanusse, director de la desarrolladora Eidico. Además, hay barrios que ponen plazos de construcción y multas para quienes no los cumplan.
Dos autos, es la clave
Otros desencantos suelen generarse por las distancias y dificultades en la accesibilidad. Hay que evaluar si hay disponibilidad de medios de transporte tanto privados como públicos para movilizarse, buenas rutas o autopistas de conectividad con los principales centros urbanos y comerciales y el tiempo que ello implica debido al tránsito. Teniendo en cuenta que, aunque todo eso esté a favor, si se produce un choque o un corte en la autopista el tránsito hará de las suyas sin poder tener alternativa.
También el futuro residente tendrá que sopesar dónde están concentradas sus principales actividades que impliquen traslados, ya sea el trabajo, la escuela de los hijos así como lugares de encuentro con familiares y amigos. Y si se trata de una familia, contemplar tener dos autos.
Dado que estos desarrollos se encuentran en los suburbios, usualmente los comercios y servicios no se ubican próximos como para acceder a pie o bicicleta por lo que “la mayoría de las familias posee dos vehículos, con el gasto que esto acarrea”, advierte O´Keefe. Si bien muchos incluyen despensas, restaurantes o buffets a los que se puede ir en bicicleta o caminando, “la realidad es que -para todo lo demás- hace falta el auto”, agrega.
En cuanto al traslado por motivos laborales, Lanusse señala que a partir de la pandemia -y la consecuente implementación masiva del home office- la gente pudo notar que “la distancia al trabajo ya no era tan relevante como antes” y “se animó a vivir a más lejos”. Pero, en función de ello, aconseja que si se opta por mudarse a un barrio cerrado, la propiedad cuente con un lugar destinado al trabajo. “Últimamente, la gente que busca comprar una casa también quiere que haya un espacio de trabajo y/o estudio independiente y cómodo”, confirma.
Vivir conectados
Otra cuestión fundamental a tener en cuenta para poder cumplir eficazmente con el trabajo a distancia es que la capacidad y calidad de la conectividad a internet que exista en la zona del country responda a lo que se requiera. Este servicio en áreas suburbanas no siempre es lo suficientemente óptimo como para atender la demanda, aún más a partir de la pandemia cuando su uso se multiplicó.
Si bien todos son aspectos a considerar, hay desarrolladores como Grupo Haras del Sur que apuntan a ofrecer una solución integral. En este caso, en sus instalaciones ya funciona un colegio bilingüe; a fin de año se inaugurará un paseo comercial que será abierto al público de la zona; posee un business center, restaurantes, spa y gimnasios, campos de polo, golf, canchas de diversos deportes y áreas recreativas. O Puertos, en Escobar, que adentro del barrio tiene dos colegios bilingües, gimnasio, laguna para deportes náuticos, canchas varias, una playita, centro comercial con servicios y gastronomía, proveeduría y hasta una reserva natural propia.
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