La pequeña casa modular que puede transportarse a donde uno quiera y que fue creada por argentinos
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En un mundo donde existe el home office y son cada vez más las posibilidades de trabajar viajando de un lugar a otro, también surgen propuestas de casas con modelos reubicables. Uno de los proyectos que nació hace unos años de la mano de emprendedores argentinos es la casa Hüga o Hüga Home.
Esta propuesta se trata de una casa de 45 m² (3,90 x 3,90 x 11 m), que cuenta con la ventaja de ser reubicable. Además, está hecha de hormigón prefabricado y es apta para todo tipo de climas y resistente a terremotos, huracanes y balas.
Con más de 75 años de experiencia en este rubro, la familia de Mario Martin Schmädke, socio director de Grandio, una empresa ubicada en Córdoba, se lanzó a ofrecer esta tecnología de real estate, que se comercializa en varios países. Ya llevan cuatro generaciones trabajando en construcción y para toda Latinoamérica. Además, Hüga Technology fue ganadora del Global Innovation Award en IBS 2022.
“Actualmente, estamos expandiendo nuestras operaciones con la apertura de fábricas Hüga en Estados Unidos, África y Latinoamérica. Estas nuevas ubicaciones nos permitirán atender proyectos tanto del sector privado como del público, incluyendo la adquisición de nuestra tecnología por parte de gobiernos interesados en soluciones innovadoras para la construcción de viviendas”, cuenta Martin Schmädke, en diálogo con LA NACION.
Cómo es la casa
Su nombre despierta curiosidades y desde la página web aseguran que proviene del concepto danés Hygge, “una filosofía basada en vivir alineado con uno mismo y con la naturaleza, en disfrutar de la compañía de los seres queridos y valorar las cosas sencillas de todos los días”.
Se trata de una casa modular, que cuenta con la posibilidad de ampliarse. En el caso de encontrarse en la situación de agrandarse la familia, es posible sumar nuevos módulos a los ya hechos y ampliar los espacios.
La casa está fabricada en hormigón armado y cuenta con grandes ventanas que permiten estar en contacto con la naturaleza y el exterior. También es eficiente energéticamente, lo que implica una buena solución para el ahorro de costos de consumo.
Se entrega completamente equipada y solo hay que conectar en el lugar donde se emplaza los servicios de gas, luz y cloacas.
Una tecnología que se exporta al mundo
La casa mencionada anteriormente (Hüga Home) es un ejemplo de la tecnología que trabajan desde el emprendimiento. En palabras de Mario Martin Schmädke, “se trata de un modelo muy grande, con un costo de traslado muy elevado”. Y agrega que, hoy por hoy, un módulo de 26 m² llamado Hüga Jigsaw es el que mejor combina calidad, precio y facilidad en el uso para los ambientes; allí los módulos cuentan con espacios de cocina-comedor, living, dormitorios y baños.
Toda esta tecnología se vende al consumidor final (B2C) y a empresas. En el primer caso, el costo es desde US$ 460/m², con posibilidad de solicitar desde un módulo, dos o 40, y agrupan un público que va desde el que quiere ampliar su casa y sumar módulos, hasta un desarrollista que quiere hacer 20 viviendas.
Pero además de ese consumidor final, estos emprendedores comercializan la tecnología con empresas. “Nosotros creemos firmemente que la industria de la construcción tiene que cambiar, porque es una industria que se ha quedado muchísimo en el tiempo y que con las propuestas actuales que posee, con la construcción tradicional, no es capaz de dar una solución al déficit habitacional que hay en la Argentina y en todo el mundo”, señala a LA NACION Martin Schmädke.
De esta manera enseñan esta tecnología a cualquier empresa constructora, ya sea pequeña, grande, o al estado (en distintos países), para que puedan producir de manera eficiente, “con un producto de una excelente calidad, a un precio muy competitivo, que la mayoría de las veces tiene un costo por debajo de la construcción tradicional”. En ese sentido, las empresas que quieren este sistema deben invertir US$150.000 para poner una línea de producción y empezar a producir desde 300 módulos por año. Esa planta puede escalarse hasta contar con ocho líneas de producción, con lo cual podría llegar a producir hasta 2400 módulos al año.
No es sólo una línea de producción, sino un modelo que va por detrás, donde enseñan a las empresas técnicas de marketing, capacitan al personal, hacen un acompañamiento y seguimiento en la producción de las primeras unidades, los asesoran en procesos de mejora continua, entre otros procesos. “Hacemos toda una transferencia de know how, para que cualquier empresa constructora, en muy poco tiempo, pueda estar produciendo de una manera industrializada y sistematizada”, concluye Martin Schmädke.
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