La distribución permite minimizar el impacto del aislamiento
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Después de un año de encierros y distanciamiento social durante la pandemia de Covid-19, muchas personas se sienten más solas y aisladas que nunca. Algunos encerrados entre sus cuatro paredes vieron cómo día a día comenzaba a reducirse su mundo. Para muchos especialistas sanitarios, esto, principalmente, es culpa de la pandemia. Pero el arquitecto Andreas Tjeldflaat (fundador de Framlab, un estudio de investigación y diseño arquitectónico con sede en Nueva York y Bergen, Noruega), ofrece una mirada interesante y señala que gran parte de la responsabilidad se encuentra en el inapropiado diseño de las viviendas.
La casa -según Tjeldflaat- se ha desconectado de su función social. “Esto incentiva el desarrollo de estudios y departamentos de un dormitorio que buscan maximizar los espacios, siguiendo la premisa de lograr metros cuadrados rentables que ofrezcan un buen retorno de la inversión”, explica el especialista. Y agrega: “Una mentalidad de optimización financiera generalmente descartará el valor social de los espacios compartidos dentro y entre viviendas. Además, descuidará las implicancias sociales correlacionadas con factores como el tamaño del edificio y la densidad de viviendas”.
La solución: viviendas abiertas
Para contrarrestar el aislamiento, Tjeldflaat desarrolló un concepto de vivienda que utiliza aproximadamente el 20% del espacio dentro de los edificios de departamentos dedicados a pasillos, escaleras u otra circulación para crear lugares para la interacción social. Él llama a su enfoque alternativo Open House, un sistema de kit de partes que busca recalibrar la división y distribución del espacio dentro de edificios residenciales multifamiliares.
El diseño -que está inspirado en los modelos de co-vivienda escandinavos- aumenta el potencial de los encuentros sociales al dedicar más metros cuadrados al espacio de transición. Cada unidad tiene un área de entrada grande que se conecta a un pasillo o escalera, una especie de porche delantero en una casa unifamiliar. Mediante el uso de una pared retráctil, esta área de entrada puede cerrarse de las zonas comunes (pasillo o escalera) o abrirse para crear un espacio más fluido donde se mezclan las esferas pública y privada. Esos espacios funcionales cuentan con asientos incorporados que buscan alentar a los residentes a usarlos para interactuar con los vecinos. “Las particiones flexibles permiten a los residentes regular su nivel de participación social. En una configuración abierta, el área común se convierte en una extensión continua de la unidad, mientras que una configuración cerrada permite al residente retirarse en busca de privacidad”, dice Tjeldflaat.
El diseño de Open House es más que una visión esperanzadora para un futuro más social. Este concepto se basó en la experiencia que Tjeldflaat adquirió como enfermero auxiliar en un hospital psiquiátrico, donde vio cuánto pueden afectar a las personas las sutiles modificaciones tendientes a mejorar el espacio, el acceso y el movimiento. “En el entorno de un hospital psiquiátrico, las formas en que el espacio puede reforzar o prohibir ciertas interacciones sociales se vuelven claras”, dice. Y agrega: “Para los pacientes, tener cierta capacidad para personalizar el espacio ayuda a establecer un sentido de control social y confianza. Y para todos los que están dentro de lo que pueden ser entornos difíciles y complicados, los espacios entre los cuartos se vuelven casi tan importantes como las propias habitaciones. La provisión de espacios de transición reflexivos puede reducir la sensación de aislamiento y el miedo asociado a moverse entre habitaciones y zonas comunes”. El arquitecto está convencido de que integrar estos conceptos en los proyectos residenciales pueden tener los mismos beneficios para la gente.
“El proyecto cuenta con áreas para leer, reunirse y disfrutar de una taza de café. Estos espacios han sido distribuidos en todas partes para fomentar las actividades y el compromiso social entre los vecinos”, dice Tjeldflaat. A medida que esta serie de lugares compartidos se convierte efectivamente en una extensión del departamento, el área total por residente se puede reducir, lo que permite densidades de vivienda más altas.
Más allá de la pandemia
El diseño de Tjeldflaat mira hacia una época posterior a la pandemia en la que la interacción social más informal y espontánea sea un nuevo tipo de plus que la gente buscará en sus diseños de viviendas.
Hoy en día, la mayoría de las viviendas está diseñada para una existencia bastante estática; pero eso se ha puesto a prueba cuando las casas se han convertido en oficinas, escuelas y gimnasios durante la pandemia. Tjeldflaat dice que la vivienda debería responder mejor a nuestros deseos y necesidades, con más flexibilidad para adaptarse a medida que evolucionan las condiciones. “Si bien no sabemos lo que depara el futuro, la vivienda debería tomar en serio este elemento de [lo] desconocido”, dice. “En lugar de obligar a las personas a adaptarse a su entorno hogareño lo que debemos hacer es que éste se amolde a las circunstancias cambiantes y ampliar las oportunidades de comportamiento, actividades y vida”.
Tjeldflaat espera que pronto se construya una versión piloto del diseño, pero dice que es demasiado pronto para discutir planes concretos. A medida que aumentan las vacunas y se alivian los cierres pandémicos, Tjeldflaat argumenta que la relación con el diseño de nuestros hogares cambiará necesariamente. Open House propone lo que él llama “una nueva tipología de vivienda urbana que tiene como prioridad la inclusión, la conexión y el bienestar”.
Fast Company