La demanda que busca vivir en contacto con la naturaleza a precios accesibles puede encontrar múltiples ofertas de alquiler en el Delta
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Si hay algo que la pandemia dejó establecido como nueva normalidad es la necesidad intrínseca de las personas de vivir en contacto con la naturaleza. En tiempos de cuarentena, la población tendió a migrar a zonas donde abunda el verde y la arquitectura se adaptó para fundirse con el mismo. Un lugar en donde la demanda de alquileres para vivir allí aumentó después del estallido del Covid fue el Delta.
“La pandemia dio un vuelco en la gente que ahora busca más el espacio verde. En el primer año hubo bastante venta y ahora hay mucho más pedido de alquileres para vivir de forma permanente”, define Sol Llabrés, socia de la inmobiliaria DTS. Además del mano a mano con la naturaleza, aclara que la demanda “busca un lugar donde vivir más barato que en la ciudad”.
A pesar de que los pedidos de radicación abundan, la especialista advierte que “no hay tantos propietarios dispuestos a firmar contratos de alquiler de tres años porque quieren tener la propiedad disponible en el verano o alquilarla a mayores valores en la temporada alta, porque no quieren que con el alquiler la propiedad sufra el desgaste natural o porque la quieren usar durante el año”.
Es por eso que en la zona priman los alquileres temporarios por sobre los tradicionales. Según Llabrés, el plazo más utilizado para los alquileres es de 12 meses.
En términos de valores, la diferencia con lo que piden las propiedades en la ciudad es notoria. “En Tigre los inquilinos pagan $100.000 más expensas promedio por un departamento de dos ambientes mientras que acá por $80.000 al mes pueden alquilar una casa de tres dormitorios y parque”, observa Nancy Meyrelles, socia de Llabrés. Si se buscan precios más accesibles, desde la inmobiliaria señalan que hay opciones de monoambientes con un equipamiento básico a $40.000 al mes.
Las propiedades más caras se encuentran en los barrios cerrados, donde “las casas tienen amenities, a veces hasta restaurante, y promedian entre los $150.000 y $190.000″, indica además de señalar que el alquiler de este nivel de construcción se publica en dólares.
Dónde alquilar
La Primera Sección de Islas del Delta ocupa una superficie de 221 km², es decir que es más grande que la Ciudad de Buenos Aires. Es por eso que resulta difícil trazar generalizaciones en cuanto a los precios.
Sin embargo, desde DTS diferencian tres zonas marcadas. “San Antonio, Río Capitán, Dorado, Canal del Este, el Honda es la zona con mayor movimiento entre barrios cerrados, restaurantes, yates y deportes náuticos”, indica la dueña de la inmobiliaria. Una zona más tranquila e igual de encantadora, según Llabrés, podría ser la de los arroyos Toro, Espera y el Río Rama Negra.
Por otro lado, un público más modesto podría inclinarse por el canal Arias, el arroyo Guayraca, el Leber, el Caraguatá donde abundan las casas más antiguas, las quintas de frutas. Esta zona tiene acceso más fácil por Luján o Villa la Ñata a diferencia de los otros que se ubican más cerca del puerto de Tigre o San Fernando donde está la mayor cantidad de guarderías de embarcaciones.
Sin embargo, algunos de estos lugares pacíficos atraen el público ABC1 de Nordelta. “La zona del canal Arias o de Caraguatá empezó a notar más movimiento desde que se desarrolló Nordelta porque hay muchos barrios con amarras y salen desde ahí, en lugar de pasear por zonas movidas prefieren parar en un muelle de por ahí”, afirma.
Un fin de semana distinto
Más allá del público que añora vivir entre las olas y la corriente del río, el Delta atrae a mucha gente en los fines de semana que quiere sacudir su rutina. Sea verano o invierno, muchas propiedades tienen pedidos para pasar un rato en la naturaleza durante sus días libres.
“Tenemos mucha demanda durante todo el año”, destaca Verónica Kolodesky, administradora de Casas del agua Trieb. Este segmento de propietarios tiende a los alquileres de plazos más cortos, por ejemplo un fin de semana. En el caso de Las casas al agua, caracterizadas por ser monoambientes con deck y terraza, la lista de espera en algunos casos llega hasta mitad de año.
Una alternativa de alquiler muy buscada son las casas flotantes. “Es un concepto intermedio entre un barco y un glamping con todo lo que tiene una casa”, señala, y aclara que a pesar de que las propiedades que administra se encuentran dentro del Club San Fernando los inquilinos no pueden hacer uso de los servicios del mismo.
En el caso de estas casas flotantes, las propiedades pertenecen a distintos dueños, tienen capacidad para tres personas máximo y se alquilan entre $23.000 y $36.000 la noche, según si es día hábil o fin de semana. Por ejemplo, Casas del agua Trieb las alquila a $26.000 los días hábiles y $30.000 los fines de semana.
Si bien los precios son atractivos en comparación a los de la ciudad, hay una serie de puntos que quien analiza mudarse al río debe tener en cuenta. Si de alquilar se trata, Meyrelles advierte que “el Delta tiene muchas casas viejas de las décadas del 70 y 80 y por ende a veces tienen problemas de humedad, tienen diseños antiguos con ventanas más chicas de las que se hacen ahora”.
“Hay que contemplar que el traslado es caro porque si se tiene lancha, el motor náutico consume el cuádruple que el de un auto. El boleto de lancha colectivo cuesta por lo menos $500 ida y vuelta, aunque los isleños tienen descuento”, ejemplifica. No obstante, hay que tener en cuenta que la lancha colectivo no llega a todos los arroyos, por lo que a ciertas casas se puede llegar únicamente con embarcación propia, o incluso en algunas instancias hace falta dragado de ríos ya que es común que se tapen e impidan el paso de las lanchas”.
En esta línea, cabe destacar que la infraestructura ribereña es más básica que la citadina, en términos de dragado de ríos versus la limpieza de las calles y el acceso a agua potable. Llabrés además detalla que solo hay servicio de luz, el wifi es por antena y el agua es la del río tratada por un sistema instalado en cada casa pero no es potable. Asimismo, hay pozos ciegos y cámaras sépticas en lugar de cloacas, aspectos que hacen del ecosistema un entorno frágil.