Hay una tendencia a comprar y vender arte, muebles de diseño y hasta tierras y propiedades que solo existen virtualmente
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No es raro que las personas compren casas de vacaciones que solo pueden visitar unas pocas veces al año. Pero, ¿qué tal una casa que nunca podrías visitar? ¿Y una que no exista realmente?
El mercado de activos digitales vendidos como “tokens no fungibles”, o NFT’s, por sus siglas en inglés, se ha disparado este año, sobre todo cuando una obra de arte de Beeple se vendió por US$69,3 millones en una subasta en línea realizada por Christie’s, en marzo. Pero el sector inmobiliario, la arquitectura y el diseño también están en auge en el mercado virtual.
Hrish Lotlikar, cofundador y director ejecutivo de SuperWorld, un mundo virtual de realidad aumentada, dijo que la compañía ya había vendido “miles de propiedades” en 2021, y que los usuarios gastaron, en promedio, alrededor de US$2000 en la plataforma de real estate virtual.
SuperWorld está mapeado geográficamente en el mundo real, dividido en 64 mil millones de parcelas de igual tamaño que cubren la superficie de la tierra. Así que, en teoría, una persona podría poseer un terreno virtual al lado de la Torre Eiffel, el Coliseo en Roma o tierras comerciales privilegiadas en el bajo Manhattan. O si te gusta la nostalgia, un NFT de la casa de tu infancia.
“A muchas de esas propiedades icónicas la gente las compró al principio”, dijo Lotlikar, quien adquirió casi 50 propiedades virtuales en su propia plataforma, incluida una que abarca las pirámides de Giza en Egipto, Piccadilly Circus en Londres y varias cuadras en Manhattan, y alrededor de Times Square. “Todos, independientemente de dónde hayan crecido, tienen lugares que les significan algo”.
Las parcelas de 100 metros por 100 metros disponibles en SuperWorld cuestan todas lo mismo: 0.1 Ether, o el equivalente a US$250 según el valor reciente de la criptomoneda. “Hoy, definitivamente hay un frenesí de compra de tierras’”, dijo Lotlikar.
Marcus Fairs, fundador y editor en jefe de Dezeen, una publicación de arquitectura que ha cubierto el mundo del diseño virtual vendido como NFT, dijo que muchos de sus lectores rechazan la tendencia. “Recibimos comentaristas enojados que dicen: ‘Por favor paren con esto’”, contó Fairs. “Mucha gente piensa que es una estupidez”.
De hecho, ¿no es la función más esencial de una casa proporcionar refugio físico? ¿Qué se puede hacer con un sofá virtual si no te podés sentar en él? Este dilema de uso práctico no es diferente del que plantea Lunar Land, la compañía que vende tierras en la luna. Por ejemplo John Cleese, el comediante de Monty Python, recientemente parodió la locura de los NFT’s y la comparó con el clásico “chamuyo seductor” de los vendedores ambulantes, cuando ofreció un NFT de un dibujo del Puente de Brooklyn hecho en un iPad por US$69.3 millones.
Casas virtuales que se pagan con dinero real
En esta etapa inicial, es difícil saber si el real estate y la arquitectura virtuales son una moda curiosa y efímera o el futuro. Fairs, por su parte, está intrigado por las posibilidades. “Creo que el movimiento detrás de esto es válido”, dijo. “Claramente, nos estamos moviendo muy rápidamente hacia un estado de las cosas en el que se puede hacer todo lo que hacemos en el mundo físico, pero en un mundo virtual”.
Si te estás preguntando por qué la gente pagaría dinero real por una propiedad virtual en un mundo simulado, acá va otro dato: Mars House, anunciada como “la primera casa digital NFT del mundo”, se vendió recientemente por 288 Ether, o US$512.000.
Krista Kim, la artista de Toronto que diseñó Mars House, dijo que la creó en un iPad durante la primavera boreal pasada. Había estado haciendo lo que describió como “jardines zen digitales”, y Mars House, inspirada en la arquitectura serena y elegante de Kioto, Japón, era la “casa de sus sueños” real. La diseñó específicamente para el “metaverso”, el término que se usa para describir un espacio virtual compartido con gente.
Cuando puso a la venta Mars House en SuperRare, un mercado de NFT’s, Kim sentía curiosidad por ver si su casa digital se vendería por el monto de una casa real. No se sorprendió cuando lo hizo.
“Creo que en el futuro tendremos arquitectura digital”, dijo Kim, donde con anteojos de realidad aumentada, “la gente pasará tiempo en hogares y espacios digitales”.
Lotlikar imagina formas de monetizar el real estate virtual dentro del metaverso. Por ejemplo, alquilando a anunciantes espacio en carteles publicitarios o comprando y vendiendo propiedades como lo haríamos en el mundo físico. Kim, por ejemplo, recibió permiso del nuevo propietario de Mars House para abrirla para visitas públicas y eventos privados a través de una plataforma de realidad virtual llamada Spatial. “En junio, la Mars House va a ser sede de la primera boda de metaverso”, contó.
Los muebles se suman a la tendencia
Andres Reisinger, un artista digital instalado en Barcelona, España, diseña muebles de inspiración surrealista que van y vienen entre lo físico y lo digital. “Las obras originales son digitales”, dijo Reisinger. “Pero es muy interesante cuando algunas de mis piezas digitales evolucionan”.
Tomemos, por ejemplo, su silla “Hortensia”. Reisinger creó la silla cubierta con pétalos de rosas geométricos como una obra digital, queriendo capturar “la sensación de una flor floreciendo”. Sin embargo, después de publicar una foto de su obra en Instagram, la silla tuvo tanta repercusión que decidió producirla físicamente. Una edición limitada se agotó a través de una galería en Milán y, dependiendo del número de edición, se vendió por “alrededor de €30.000 ”. Ahora está en conversaciones con Moooi, la marca de muebles holandesa, para crear una línea basada en sus diseños digitales.
La última serie de muebles NFT de Reisinger, Shipping Collection, contaba con diez piezas digitales, cinco de las cuales también se produjeron físicamente y se vendieron por el equivalente a US$450.000 en criptomonedas. “Algunos coleccionistas casi que rechazaban las piezas físicas”, dijo Reisinger. “Para ellos, la propiedad virtual de las obras de arte era más importante”.
Pablo Fraile, que se describe a sí mismo como un “mecenas del arte digital”, colecciona el trabajo de Reisinger. Su obra tiene “una capa de profundidad”, dijo, que está más allá incluso del arte tradicional. “Pudo dar luz a una creación que está en mi casa, de la que también tengo el NFT, y que también tengo como objeto digital”, dijo el Sr. Fraile. “No hay ningún objeto del que pueda decirse lo mismo”.
Reconoció, sin embargo, que una silla de verdad es más útil. Podés admirarla y utilizarla en tu casa. “Pero es menos eficiente de lo que puedo hacer con una digital”, dijo Fraile, quien vive en Miami. “Muy pronto vamos a hacer una muestra en Europa. El envío de la NFT me va a costar unos dólares y se va a poder presentar de muchas formas“.
Shane Dulgeroff, un inversor de real estate de 27 años oriundo del sur de California, ha tratado de sacar provecho de la tendencia NFT y quiso hacer Mars House y SuperWorld en versión mejorada. En lugar de un activo digital que se intercambia de manos, Dulgeroff está intentando subastar una casa real en Thousand Oaks, California, que además incluye una obra de arte de NFT del artista Kii Arens. La persona que haga la mejor apuesta por el NFT también obtiene el título de la casa física.
En lugar de utilizar los canales tradicionales, como puede ser un portal inmobiliario, Dulgeroff utilizó la plataforma OpenSea, otro marketplace especialmente dedicado a artículos digitales y objetos criptocoleccionables. La oferta mínima es 540 Ether, o alrededor de US$1,5 millones.
“¿Quería vender la propiedad inmobiliaria? En realidad no”, dijo Dulgeroff. “Pero es la primera venta de bienes raíces que se realiza en formato NFT. Estaba dispuesto a hacerlo para ser un navegante de este espacio “. Hasta ahora, todavía queda más de una semana hasta la subasta y no hay ofertas.