Un emprendedor marplatense es el primero en el país en desarrollar este tipo de construcciones sustentables inspiradas en una corriente alemana de los 80
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Existe una tendencia en construcción de viviendas que tiene en cuenta la optimización de la energía para el bienestar y confort de sus habitantes. Surgió en Darmstadt, Alemania en los años 80 cuando se buscaba llegar a la eficiencia energética en materia constructiva. El sistema se fue perfeccionando con el tiempo y se logró el estándar que se conoce como Passivhaus, casas pasivas aquí. muy utilizado en el mercado inmobiliario alemán que crece en el resto de Europa y que incluso llegó Latinoamérica.
“Se denominan pasivas porque casi no generan consumo energético, es decir que no incorporan ningún elemento que requiera más kilowatts o electricidad para calefaccionar. Sino que, en forma pasiva, con grandes aislamientos, con materiales adecuados, reduciendo la pérdida de aire, se logra tener un confort óptimo en la vivienda”, explica Paolo Massacesi, arquitecto y socio de Aluminios Dobuti, a cargo de la construcción de una casa con estas características en Mar del Plata. No solo es la primera en Argentina, sino que es de las primeras en Latinoamérica. “Una casa de 300 o 400 metros cuadrados se calienta con lo que consume un secador de pelo, básicamente nada. Esa es la gran ventaja, hay un compromiso con el medioambiente”, asegura.
Massacesi es arquitecto y se graduó recientemente como Passivhaus Designer en Alemania. “A raíz de mi graduación me relacioné con el Instituto Latinoamericano de Passivhaus (ILPAH), del cual formo parte y además me nombraron su presidente en la Argentina. Es un gran desafío desarrollar este tipo de construcción en el país, y creo que va a ser la punta de lanza para poner los estándares de construcción muy alto”, asegura. Según el arquitecto, el nuevo código técnico de construcción europeo toma casi todos los conceptos de las casas pasivas.
El especialista reconoce que son más complejas de lograr que una construcción tradicional. Se rigen bajo cinco conceptos básicos que son el aislamiento térmico, la estanqueidad, la ventilación controlada, la ausencia de puentes térmicos y carpintería de alta prestación.
En principio, se utilizan para estas viviendas aislamientos térmicos de gran espesor y bajo coeficiente térmico como lana de vidrio entre 15 y 18 cm.
La estanqueidad tiene que ver con lo hermética que es una casa al paso de aire de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro. Una tradicional, por lo general, tiene muchas grietas, fisuras, que hacen que haya un flujo entre el aire exterior e interior, en esos casos el aire está en permanente renovación. La casa pasiva busca que esas renovaciones tiendan a cero por eso son bajas, tienen entre 15 a 20 veces menos de infiltración de aire con relación a una vivienda tradicional. “Es muy estanca y para poder contrarrestar esta hermeticidad que sería insalubre porque concentraría mucho monóxido de carbono y vapor de agua, se requiere de una ventilación controlada, que es el tercer punto”, asegura Massacesi. Este tipo de ventilación tiene en cuenta la recuperación de calor. “La casa está respirando todo el tiempo a través de un pulmón que además de filtrar el aire e ingresarlo muy limpio, tiene una recuperación de calor entre el 85 y 97%. Por ejemplo, si hace cero grados en el exterior y adentro hay una temperatura de unos 20 grados, el filtro toma el aire a cero grado, lo pasa por el recuperador de calor e ingresa a la casa a unos 18 grados aproximadamente”, explica. Además, las casas pasivas se basan en la ausencia de puentes térmicos, que son aquellos materiales que tienen una alta conductibilidad térmica y que se trata de eliminarlos o minimizarlos.
Por último, se necesita una carpintería con muy alto aislamiento térmico, no solo utilizando roturas de puente térmico de más de 35 mm, sino que los espacios huecos deben estar rellenados por espumas diseñadas a tal fin. El complemento de un triple vidriado hermético con cámara de poliamida que evita puentes térmicos, gas argón para bajar la conductibilidad térmica y vidrios de gran tecnología como los bajos emisivos y de control solar, complementan los requerimientos que necesita este sistema. Massacesi aclara que estas casas pueden construirse tanto en hormigón como en cualquier otro tipo de material, pero, por lo general, se hacen en entramados de madera ligeros.
El emprendedor se entusiasma cuando cuenta todos los detalles de la vivienda de 400 m² en Mar del Plata, a la que llamó La Dianita, en homenaje a su madre que falleció hace un par de años. “Es una casa que está unos 25 a 30 años adelantada. Creo que cada vez va a ser más común copiar estos sistemas. Quizás haya muy pocas casas que alcancen este estándar en un futuro porque es muy riguroso, pero sin dudas van a difundirse las construcciones tipo pasivas y va a suceder en muy poco tiempo”, advierte. Y es que, según analiza, esta modalidad además de ahorrar energía es adecuada para el cuidado de la salud y para impedir que virus como el Covid-19 se propaguen porque la vivienda se está aireando continuamente. “El aire se renueva todo el tiempo, nunca queda estanco”, sostiene.
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