Un emprendedor marplatense es el primero en el país en desarrollar este tipo de construcciones sustentables y fue seleccionado por la presidencia del G20
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En el contexto actual, donde la sustentabilidad se alza como una prioridad incuestionable, existe una tecnología alemana que aún permanece en las sombras para muchos. Lo que es aún menos conocido es el hecho de que esta innovación llegó a tierras argentinas, específicamente a la Costa, bajo el curioso nombre de “Casas pasivas”.
Esta técnica de construcción revolucionaria despegó en Darmstadt, Alemania, en los años 80, cuando la eficiencia energética se convirtió en la obsesión de la industria de la edificación. Desde aquellos días de innovación, este enfoque pionero evolucionó y maduró hasta convertirse en el estándar de excelencia que se conoce hoy con el nombre de Passivhaus: literalmente casa pasiva en español.
Estas construcciones merecen su nombre porque prácticamente no consumen energía adicional. En lugar de depender de costosos aparatos de calefacción, estas viviendas alcanzan el confort óptimo a través de una pasividad inteligente.
Paolo Massacesi, arquitecto a cargo de la construcción de una vivienda con estas características en Mar del Plata, lideró la obra de la primera de estas casas en Argentina y una de las primeras en toda América Latina: el Edificio La Dianita. Él lo explica de manera sencilla pero impactante: “Una casa de 300 o 400 metros cuadrados se calienta con lo que consume un secador de pelo, básicamente nada. Esa es la gran ventaja, hay un compromiso con el medioambiente”.
Esta extraordinaria residencia de 400 m² lleva el nombre de La Dianita en honor a la madre del arquitecto, quien falleció hace unos años. La vivienda no solo destaca por su belleza, sino también por estar adelantada a su tiempo, aproximadamente por un cuarto de siglo o más.
Con una visión audaz hacia el futuro, el arquitecto prevé que, aunque quizás solo unas pocas casas alcancen este estándar excepcional debido a su rigurosidad, la tendencia hacia las construcciones tipo pasivas se difundirá rápidamente en muy poco tiempo.
Massacesi, recientemente graduado como Passivhaus Designer en Alemania, ahora es el presidente del Instituto Latinoamericano de Passivhaus (ILPAH) en Argentina. Su objetivo es claro: llevar los estándares de construcción a nuevas alturas. Con el nuevo código técnico de construcción europeo adoptando la mayoría de los conceptos de las casas pasivas, el panorama de la construcción en Argentina se ve destinado a un cambio transformador.
Según Massacesi, estas casas no solo son amigables con el medio ambiente y ahorran energía, sino que también son ideales para la salud, ya que aseguran una continua renovación del aire, lo que podría ser crucial en la lucha contra la propagación de virus como lo fue el Covid-19 y otros.
La Dianita fue seleccionado como uno de los 100 edificios icónicos y sostenibles por la Presidencia del G20, bajo el lema “El mundo es una familia”. Este prestigioso reconocimiento destaca la sostenibilidad y eficiencia energética de este edificio, que sigue los principios del estándar internacional Passivhaus.
Massacesi recibió elogios especiales de la Oficina de Eficiencia Energética de la India, Energía Sostenible para Todos, el Consejo Mundial de Construcción Verde y colaboradores nacionales e internacionales. Este reconocimiento no solo celebra su ingenio y visión, sino que también destaca el compromiso global con la sostenibilidad en la construcción.
Cómo se construyen las “casas pasivas”
Es importante destacar que, aunque son más complejas de construir en comparación con las viviendas tradicionales, las casas pasivas siguen un conjunto de cinco principios fundamentales: aislamiento térmico, estanqueidad, ventilación controlada, eliminación de puentes térmicos y carpintería de alto rendimiento.
El aislamiento térmico de alto calibre, como la lana de vidrio de 15 a 18 cm de espesor, se utiliza para mantener la temperatura interior constante. La estanqueidad, por otro lado, garantiza que estas viviendas sean herméticas al paso del aire, con un flujo de aire exterior e interior que se reduce de 15 a 20 veces menos en comparación con una vivienda tradicional.
La ventilación controlada, el tercer pilar, asegura la calidad del aire interior, con una recuperación de calor que alcanza niveles del 85 al 97%. Esto significa que, incluso en condiciones extremadamente frías en el exterior, el aire que ingresa a la casa se mantiene a una temperatura confortable.
Las casas pasivas también se deshacen de los puentes térmicos, empleando materiales altamente conductores. Además, cuentan con carpintería de alto aislamiento que incorpora un triple vidriado hermético, diseñado específicamente para evitar cualquier transferencia de calor no deseada. Se utilizan vidrios avanzados y gas argón para maximizar la eficiencia térmica.
Con información de Silvina Vitale.
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