Puntualmente, al finalizar julio florecen las camelias. Hace años visité las bellas tierras de Galicia, y pude ver en esa hermosa comarca el culto que se le rinde a ésta, la flor de las Rías Bajas, que gracias a estudios e investigaciones han logrado perfeccionar e incrementar especies, colores, tamaños, formas de reproducción. Todo lo que concierne a la camelia tiene misterio y poesía. Alrededor de 1600 los ingleses establecieron comunicaciones con Japón. Como el té era carísimo, los ingleses solicitaron a los japoneses que enviaran plantas de té para cultivar. Temerosos de esa competencia, los japoneses enviaron una planta de aspecto similar (la camelia) a la que los japoneses llamaban tsubaki; un jesuita de apellido Kamel la incluyó en un herbario y así le quedó su nombre. Mis queridos amigos gallegos me regalaron dos libros sobre camelias editados por la Diputación de Pontevedra, y de ellos transcribo datos aunque en nuestros jardines, pese a que es una especie de fácil cultivo, no hallamos tal variedad. La mayoría de estas plantas aunque se ven con vigoroso desarrollo no superan los dos metros y pertenecen a la especie Camelia Japónica. La Camelia Samsaqua, originaria de las montañas de China, es de menor tamaño y de flores simples y algo perfumadas. Si bien aparece en catálogos de algunos grandes viveros, no se puede asegurar que se cultive en el país. La reproducción habitual de la camelia es por medio de esquejes o estacas de tallos maduros, que son los que tienen la corteza marrón; pueden ser sectores terminales con una yema en el extremo, o con una o varias hojas y yemas en los entrenudos, La época más favorable es el invierno. Si es una reproducción casera se puede colocar un frasco invertido sobre el esqueje y ubicarlo a la sombra luminosa. La estaca, de 10 o 15 cm de largo, se corta en bisel por encima de una yema y en el corte se pueden aplicar hormonas enraizantes. El sustrato debe tener gran proporción de turba y perlita para facilitar el crecimiento de las raíces. Ya plantada, se riega en abundancia para consolidar el sustrato. Otros métodos de propagación menos simples son el injerto y el acodo. El suelo debe ser rico, húmedo y suelto: para la conservación de la humedad hay que rodear la base del tallo por espesa capa de mantillo "hojarasca de pino" y ubicar la planta en lugares de media sombra.