Una propuesta planea convertir el recinto deportivo del Fútbol Club Barcelona en un pulmón verde para la ciudad y su gente
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Barcelona.- La ciudad española cuenta con poco más de 6m² de áreas verdes por habitante, insuficientes según la Organización Mundial de la Salud, que sostiene que las ciudades deberían tener un mínimo de 9m² por persona. Para revertir esta deuda de espacios naturales con los residentes de la capital catalana, la idea del estudio ON-A es transformar el área del Camp Nou con bioarquitectura. A días del regreso del público a los estadios de fútbol en la Liga y en plena incertidumbre por el futuro del Barça, charlamos con el arquitecto que imaginó un bioparque en el Camp Nou. Cómo lo cambiaría todo sin tocar nada.
Con ustedes, Nou Parc
Así se llama el bosque que cubriría el Camp Nou de Barcelona. Según ON-A, la renaturalización de las ciudades y la creación de espacios de calidad para los ciudadanos ya no son solo iniciativas interesantes, sino necesidades. “Para nosotros, renaturalizar un espacio urbano tiene varios significados, en primer lugar, mejorar las condiciones de vida para los ciudadanos; en segundo lugar, luchar contra la contaminación ambiental devolviendo la naturaleza a la ciudad; y en tercer lugar, convertir el hormigón en un sitio que integre belleza y armonía, respetando la razón de ser del propio espacio”, sostiene Jordi Fernández. Para el socio fundador del estudio, la solución es convertir el Camp Nou en un gran pulmón verde utilizando la bioarquitectura como estrategia de renaturalización, elevando la topografía y creando un manto de bosque por encima del estadio y sus instalaciones, que quedarían bajo la superficie del nuevo parque. De esta forma, se mantendrían intactos los equipamientos deportivos y servicios de la zona. Así, Camp Nou y Nou Parc se integrarían pero tendrían un funcionamiento independiente, que no altera la actividad habitual del estadio.
Vecinos felices
“En el interior del bosque, sería posible pasear o correr a lo largo de una ruta de 2.4 km, tumbarse en el verde y hacer picnic en las zonas reservadas, además de disfrutar de una vista panorámica a 360º en el punto más alto del parque. Dos lagos ayudarían a refrescar la temperatura, al desarrollo y el mantenimiento de la fauna, además de ser recolectores naturales de agua pluvial, que se podría reutilizar para los riegos y mantenimiento del parque”, describe el arquitecto. Además, con este proyecto se da lugar a una nueva permeabilidad que permite conectar dos barrios, aportando un valor añadido a sus vecinos y a la ciudad de Barcelona sin afectar a la movilidad y la logística actual, aprovechando una superficie de 260.000 m² con nuevos usos y actividades para la comunidad. Una muy buena para los vecinos de Pedralbes, Zona Universitaria y Les Corts, que podrían pasear y pasar de un barrio a otro en lugar de estar separados por infraestructuras. “Actualmente la zona del Cap Nou es un espacio cerrado, con mucho hormigón y apenas el 8% de zonas verdes. En consecuencia, se genera un efecto isla que separa los barrios. El sitio es enorme y se encuentra en desuso gran parte del tiempo, con excepción de los eventos deportivos o visitas a las instalaciones privadas. Cuando entra en funcionamiento durante grandes eventos, los vecinos experimentan el colapso. La conversión de esta zona comportaría una gran oportunidad para Barcelona, que ganaría un nuevo espacio de ocio capaz de conectar los barrios, producir 15.000 kg de oxígeno por día y absorber 25.000 kg de C02 diarios.” Los milagros que 25 hectáreas de bosque urbano pueden hacer.
Un macroparque para Barcelona
Purificar el aire, devolver el verde -que aporta innumerables beneficios para la salud- y el azul o el agua, cuyo consumo eficiente ha avanzado mucho. “A día de hoy, el proyecto que plantea un gran parque en torno al Camp Nou es conceptual, aunque, ya se ha presentado una propuesta oficial a la junta presidencial del FC Barcelona y estamos a la espera de respuesta”, aclara Jordi. “La situación actual del Barçça nos afecta emocionalmente porque llevamos al club en el corazón, sin embargo, la decisión de la transformación del Cap Nou no es solo económica, son los socios los que deciden y ya han elegido a través de un referéndum un nuevo estadio. Si hay algo que nos afecta es que la situación de la pandemia no ha permitido reunir a los socios”.
A lo largo de toda la temporada, los aficionados no han podido celebrar los goles de sus equipos en las canchas, hasta hace pocos días que el Gobierno permitió la entrada de espectadores en territorios con baja incidencia del coronavirus. Tras la aprobación del protocolo de seguridad presentado ante el Ministerio de Sanidad, los aficionados volvieron a los estadios con un aforo de 30%. Algunos estadios de la Liga española ya abrieron sus gradas y la constante actualización de datos irá habilitando las aperturas. El Barcelona tenía preparado un protocolo para 8.000 seguidores, por si le daban permiso, pero en Catalunya aún está prohibido el regreso de los espectadores.
Urbanismo sostenible
Mientras el futuro de los eventos masivos es incierto, Nou Parc asoma como una alternativa para los nuevos tiempos que encaran los estadios y su resignificación. Rediseñar los espacios urbanos es una prioridad que confirmó el coronavirus. En este caso, un estadio-montaña cubierto de naturaleza es la respuesta. Un pequeño bosque inmerso entre la Diagonal y la Travessera de Les Corts para descomprimir la demanda creciente de espacios exteriores. “A pesar que ha habido varias propuestas similares -como la que se presentó para el Estadio Olímpico de los Juegos de Tokio 2020- actualmente no hay ningún parque similar construido en el mundo. Creemos que esto cambiará en un futuro cercano, ya que gracias a la pandemia las ciudades se han dado cuenta de la necesidad de transformar su ADN en espacios más verdes y human friendly”, expone Jordi, que ya planificó el urbanismo general de los Juegos Mediterráneos 2017, reutilizando una tabacalera de Tarragona para albergar a casi 4000 atletas en una antigua fábrica en desuso.
Integrar la obra con su entorno para la continuidad del paisaje es un sello de ON-A que también se percibe en sus viviendas de bajo impacto ambiental y alta eficiencia energética, construidas con fuentes renovables. Estas casas son de consumo casi nulo, reutilizan el 100% de las aguas grises y tienen cubierta y fachada revestida de vegetación. “Llevamos muchos años reflexionando nuevas maneras de combinar arquitectura de alto standing con innovación y nuevas tecnologías que nos permitan dar soluciones prácticas a los nuevos desafíos que nos depara el futuro, la pandemia nos ha hecho focalizar en devolver la naturaleza a las ciudades”, concluye.
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