Durante las obras en la calle Fusteria hallaron los restos de cinco casas medievales y fragmentos de un mercado cubierto donde se vendían productos de segunda mano y antigüedades
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En pleno corazón de Barcelona, bajo el bullicio moderno de la ciudad, salió a la luz un fragmento crucial de su historia medieval. Durante las obras de reurbanización en la calle Fusteria, entre las calles Ample y de la Mercè, un equipo de arqueólogos desenterró cinco casas medievales y parte de las Voltes dels Encants, un espacio histórico que revela cómo era esta zona de la ciudad entre los siglos XIV y XIX.
Estos hallazgos no solo ofrecen una visión única de la evolución urbanística de Barcelona, sino que también arrojan luces sobre los espacios de vida, el comercio y las costumbres de quienes habitaron estas tierras hace siglos.
Las excavaciones han desvelado partes significativas de las plantas bajas y sótanos de las viviendas medievales. Además, se ha encontrado un tramo bien conservado del pavimento de las Voltes dels Encants, una estructura que en su época conectaba la plaza de Sant Sebastià con las calles Fusteria y Ample, áreas que hoy forman parte del entramado moderno de Barcelona.
Entre los hallazgos más sobresalientes se encuentra un pavimento cerámico del siglo XIV, que ha permanecido oculto durante siglos, así como diversas estructuras medievales y postmedievales, incluyendo pozos, depósitos y redes de saneamiento, que permiten imaginar cómo se organizaban las infraestructuras en esta zona urbana.

Otro de los descubrimientos más fascinantes es la recuperación de materiales arqueológicos que abarcan una amplia gama temporal, desde cerámicas medievales hasta elementos decorativos y arquitectónicos, metales y restos de fauna. Destaca especialmente una pieza singular: una imagen de San Antonio de Padua, de probable origen del siglo XVIII, hallada en el pavimento de una de las viviendas. Esta pieza religiosa no solo tiene valor histórico y artístico, sino que también ofrece pistas sobre las costumbres devocionales de la época.
Además de los objetos encontrados, las investigaciones documentales sugieren que una de estas casas pudo albergar una de las primeras colecciones museísticas documentadas en la península, lo que añade un elemento aún más intrigante a la historia de este hallazgo. Las dimensiones de las estructuras varían entre 17 y 40 metros cuadrados, lo que da cuenta de la diversidad de las viviendas en el área. Los arqueólogos también han identificado tramos de los antiguos trazados de las calles Fusteria y Ample, lo que ayuda a entender cómo se configuraban las rutas comerciales y residenciales en la Barcelona medieval.
Este descubrimiento se vincula con otros hallazgos importantes en la ciudad, como los restos de la Font de l’Àngel, de cronología similar, encontrados en la plaza de Correos. Esta fuente medieval no solo abastecía de agua al puerto, sino que también recibía a los viajeros que llegaban por mar, convirtiéndose en un símbolo de bienvenida para aquellos que entraban a Barcelona. A través de estos hallazgos, los arqueólogos logran reconstruir una visión más completa de cómo se ocupaba y transformaba la ciudad a lo largo de los siglos.


La excavación, que abarca una superficie de 239 m², está dirigida por el arqueólogo Toni Fernández Espinosa y cuenta con la supervisión del Servicio de Arqueología de Barcelona (ICUB) y el Servicio de Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de la Generalitat. El equipo de trabajo lo conforman un director arqueológico, una arqueóloga técnica y cinco auxiliares de arqueología de la empresa Actium Patrimoni Cultural, SL.
Este descubrimiento en Barcelona se une a una serie de hallazgos recientes en otras partes de Europa, donde proyectos de construcción han destapado vestigios de épocas remotas. En Málaga, por ejemplo, una cata arqueológica realizada antes de la instalación de una grúa en la catedral reveló materiales del Calcolítico, con una antigüedad de entre 4500 y 5000 años, proporcionando nuevas pistas sobre los orígenes de la ciudad. En la República Checa, durante la construcción de una carretera en Nupaky, se encontraron restos de 7000 años de antigüedad, que abarcan estructuras del Neolítico y la Edad de Hierro, aportando información valiosa sobre las distintas fases de ocupación humana en la región.
Estos descubrimientos destacan la importancia de las intervenciones arqueológicas en proyectos urbanísticos y construcciones modernas. Gracias a ellas, se pueden recuperar, preservar y redescubrir aspectos fundamentales de nuestro patrimonio histórico y cultural, que de otro modo permanecerían ocultos bajo el concreto y el asfalto de la ciudad.
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