Un estudio se dedica a mantener el legado histórico y arquitectónico de antiguas casonas porteñas; al reciclarlas, las adaptan a las nuevas necesidades
"Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos", dice el escritor Italo Calvino en Ciudades invisibles, aparecido en 1972. Y si su poética afirmación era indiscutible ya entonces, lo es mucho más en esta modernidad líquida, donde la ciudad parece ser el símbolo más claro de la necesidad de continuo movimiento.
Algo que, cotidianamente, enfrenta a los urbanistas con un desafío tan complejo como interesante: el de armonizar esa permanente necesidad de cambio, propia de las ciudades posmodernas, con la deseable permanencia de lo que hace a la memoria. El problema no tiene una única solución, pero, cada vez con mayor frecuencia, parece encontrar respuesta en las estrategias de intervención. Las mismas tres palabras con que los arquitectos Ricardo Carbone y Andrea Guerrieri –ambos con Máster Internacional de Restauración del Patrimonio Edificado y, también, especialistas en la conservación del Patrimonio Monumental, Urbano y Rural– bautizaron a su estudio, responsable de los desarrollos Ryan I y II, entre otros.
¿En qué consisten estos emprendimientos? "En la posibilidad de sostener el legado histórico de dos singulares residencias porteñas y, al mismo tiempo, adecuarlas al estilo de vida actual, con el máximo de confort y seguridad", explicó Carbone, doctor en arquitectura de la UBA.
En el caso de Ryan I, se trató de la puesta en valor, reciclaje y ampliación de un palacete ubicado en Belgrano, sobre la calle O’Higgins, para realizar siete viviendas unifamiliares, rodeadas por un parque centenario. Con Ryan II se pretende algo parecido en otro antiguo y lujoso palacete de estilo academicista francés, en el corazón de Belgrano R, en la Avenida de los Incas. "Es una residencia de aproximadamente 300 m2, que alcanzará los 450 m2 y cobijará ocho viviendas de muy singulares características y un parque con vegetación añeja."
Carbone aseguró: "Para mantener vivo el viejo edificio, para conservar los estándares de calidad de construcción pero otorgándoles un lenguaje contemporáneo, se necesita un equipo interdisciplinario que tenga suficiente conciencia y sensibilidad como para tratar un inmueble con valor artístico y, en cada decisión, respetar el legado sin olvidar la necesaria funcionalidad requerida en estos tiempos. La puesta en valor exige desde estudios científicos que hacen a los suelos y cloacas hasta investigaciones vinculadas con lo artístico, además de la más avanzada tecnología. En Ryan I, por ejemplo, limpiamos con rayo láser y usamos fibra de carbón para la balaustrada en reemplazo de hierro. Asociamos lo mejor de otras épocas con lo bueno de ésta".
Para Ryan II también se prepara una delicada intervención. "Se contempla la restauración de las envolventes fachadas muy al estilo parisino de principios del siglo XX, el reciclaje de carpinterías, pisos y vitrales. Éstos se conjugarán con lo mejor de la arquitectura moderna, para obtener exquisitas unidades funcionales, organizadas algunas en una sola planta y otras en dos plantas. Tal asociación hace, precisamente, al plus del proyecto", se entusiasmó Carbone.
Con más de 20 años de trayectoria en restauración del patrimonio y merecedores, entre otros, del Primer Premio Nacional a la Mejor Intervención del Patrimonio Edificado SCA-Cicop por la obra del Palacete Olleros, y del Primer Premio Iberoamericano a la Mejor Intervención del Patrimonio Edificado SCA-Cicop por la obra del edificio Anglo-Argentine Hospital, los responsables del estudio insisten en subrayar las premisas que guían sus emprendimientos. "Nos interesan los proyectos de vanguardia que involucran al patrimonio edilicio para salvaguardarlo y convertirlo en patrimonio vivo, habitable y actual, con usos apropiados para las personas. Restauramos y reciclamos estos antiguos palacetes para convertirlos en viviendas multifamiliares de lujo, teniendo muy presente el concepto de sustentabilidad, ya que al hacer nuestro trabajo reutilizamos todos los recursos y materiales nobles, otorgándoles un nuevo ciclo de vida", dijeron Guerrieri y Carbone.
Y, como si esto fuera poco, aseguran proponer una "excelente inversión, dado que los costos son muy accesibles y con mayor capacidad para sortear los vaivenes del contexto. No hay que olvidar que la obra es la propia cantera de recursos", concluyeron. Recursos que, como decía Calvino, no son ajenos al deseo ni a la memoria.
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