Zanon, un caso testigo de autogestión obrera
La planta ceramista de Neuquén es administrada por sus 349 empleados, tras haber declarado la quiebra
NEUQUEN.- La ocupación de la fábrica de cerámicos Zanon, ubicada en el parque industrial de esta ciudad, es una brasa que quema las manos de los jueces y de los funcionarios que tienen poder político.
Zanon es aquí una industria emblemática que pasó de una próspera producción en las décadas de los `80 y `90, a un concurso de acreedores aún sin resolver, a la remoción de los integrantes de su directorio por una disposición de la Justicia y a la designación de una intervención que es más formal que efectiva, por una sencilla razón: a la planta la operan y administran 349 obreros del gremio ceramista que dirige el sindicalista Raúl Godoy.
"Ahora queremos exportar y por eso estamos tramitando la integración de una cooperativa de trabajo", dijo a LA NACION Alejandro López, secretario gremial del sindicato que agrupa a los obreros ceramistas.
De Zanon lo que queda en Neuquén es su planta, sus máquinas y una marca conocida en el mercado. Pero el personal jerárquico ya no vive aquí o resulta inhallable.
La planta fue ocupada por sus trabajadores el 3 de octubre de 2001; la Justicia ordenó en cuatro oportunidades el desalojo para que los síndicos del concurso pudieran realizar un inventario de bienes, pero la medida no se cumplió.
Susana Prisant, interventora judicial de Zanon, sólo pudo acceder al interior de la fábrica a principios de noviembre, luego de que el juez del concurso, Germán Páez Castañeda, relevó a todo el directorio de Zanon.
El gobierno de Jorge Sobisch, del Movimiento Popular Neuquino, ha decidido mantenerse al margen de la batalla que se libra en la Justicia, pero que también tiene un frente social y otro político.
En los hechos, cada vez que Páez Castañeda solicitó la intervención de la policía de Neuquén para que los síndicos pudieran ingresar, la Justicia neuquina y Sobisch, que tiene poder sobre la policía provincial, no acataron la orden.
Silencio oficial
Fueron escasas las oportunidades en las que el gobernador habló sobre la ocupación de Zanon.
Una de las últimas fue en abril de este año, cuando definió que se trataba de un caso político, y reiteró lo que aquí ya se sabía: que no estaba dispuesto a ordenar un desalojo que pusiera en riesgo la vida de las personas.
Zanon es una de las denominadas fábricas autogestionadas de la Argentina, donde los obreros fabrican cerámicos desde marzo de 2002. Comenzaron con una producción de 30.000 metros cuadrados de cerámicos y para este fin de año llegarán a la cifra de 300.000 metros cuadrados, según informó López.
Ese nivel de producción es similar al que tenía la empresa antes de que los dueños cerraran sus puertas.
Por fuera de la industria del petróleo, Zanon es una de las industrias más importantes radicadas en esta provincia, junto con la fábrica de cemento de Amalia Lacroze de Fortabat situada en la ciudad de Zapala. Se calcula que la familia Zanon invirtió aquí unos 100 millones de dólares. Las inversiones fueron hechas con créditos, entre ellos uno por 14 millones de pesos otorgado por la provincia de Neuquén, aún impago.
La última gran apuesta de la empresa fue la inauguración de una línea de producción de porcellanato, un cerámico con estilo y de alta resistencia, que fue inaugurada por Luigi Zanon junto con el ex presidente Carlos Menem.
La empresa se instaló aquí atraída por una promoción industrial, y desde esta planta atendió la demanda del mercado interno. Pero un objetivo estratégico de la localización fue la exportación de cerámicos por puertos de Chile.
Cuando los límites de la convertibilidad comenzaron a sentirse en la industria nacional, Zanon tuvo problemas que se hicieron evidentes en 2001 cuando las ventas cayeron y los empleados comenzaron a cobrar con atrasos y en cuotas.
Para argumentar el quebranto, la empresa denunció maniobras de subsidio (dumping) en el mercado interno, pero los operarios, a principios de octubre de ese año, decidieron ocupar la planta y nunca más la abandonaron.
En noviembre del mismo año, Zanon comunicó oficialmente el cierre de la planta y el despido de sus 380 empleados.
Al mes siguiente se presentó en concurso de acreedores, y la causa cayó en el Juzgado en lo Civil N° 21 de Capital Federal, a cargo de Páez Castañeda.
Mientras los dueños de Zanon perdían el control de su empresa, la jueza en lo laboral de Neuquén, Elizabeth Rivero de Taiana, declaraba el lock out patronal tras una presentación judicial que impulsó el gremio de los ceramistas.
Este fallo, ratificado por el Tribunal Superior de Justicia tras una apelación de la empresa, implicaba la reapertura de la fuente laboral y el pago de todos los salarios adeudados. Nada de eso ocurrió.
Cambio de firma
En enero de 2002, cuando un peso no equivalía a un dólar, los empresarios presentaron un proyecto de reactivación que contemplaba la utilización del 10% de la capacidad instalada de la fábrica y empleo para 62 operarios.
El cronograma incluía un incremento gradual de productividad y generación de puestos de empleo, pero la oferta fue rechazada por el gremio de los ceramistas.
Durante estos meses de conflicto judicial los operarios comenzaron a prepararse para poner en funcionamiento la planta, y en marzo de 2002 se pusieron a fabricar pisos cerámicos.
Inicialmente vendían la mercadería en la puerta de la fábrica, pero hoy ya tienen organizada una red de distribución que les permite llegar a distintas ciudades del norte de la Patagonia, a Rosario, Córdoba, Buenos Aires y La Pampa.
Los ceramistas, que cobran sueldos que oscilan entre 400 y 800 pesos, ofrecen 30 modelos de cerámicos distintos y en vidriera hay para todos los gustos y bolsillos, desde 8 pesos hasta 35 pesos el metro cuadrado.
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