Walter Correa, el curtidor con fama de duro que llega al gabinete de Kicillof “para impedir el ajuste”
El sindicalista ultra kirchnerista asumió en el Ministerio de Trabajo bonaerense un día después de haber acusado a los grandes empresarios y a la oposición de orquestar un plan de desestabilización
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La noche de vigilia frente a los tribunales de Retiro había sido eterna. Amaneció gris y la llovizna era molesta. Era de esas lluvias débiles que aparentemente no mojan, pero que después de un rato empapan. Jorge Walter Correa y una tropa de militantes del Sindicato de Curtidores se había mezclado entre las 20.000 personas que se apiñaron en Comodoro Py 2002 para acompañar a Cristina Kirchner en su primera indagatoria judicial después de haber sido presidenta. Había sido citada a primera hora por el juez Claudio Bonadio en el caso dólar futuro, del que luego fue sobreseída. Fue el 13 de abril de 2016.
A Correa lo marcó tanto esa fecha que recreó su propio 17 de octubre. Fundó la Corriente Peronista 13 de Abril, una organización de militantes kirchneristas que reúne a gremios, movimientos sociales y agrupaciones barriales y estudiantiles. Este brazo político que articula con La Cámpora se diferenció el miércoles pasado de la consigna bajada por la CGT al distribuir unos panfletos con un mensaje inquietante: denunció “un plan de desestabilización económica, política y social” orquestado por la Asociación Empresaria Argentina, la Cámara de Comercio que los Estados Unidos tiene en el país, la Sociedad Rural y Pro. “Parar el golpe”, se título el comunicado. Lo firmaron la Corriente Peronista 13 de Abril, la Federación Argentina de Trabajadores de la Industria del Cuero y Afines, de la que Correa es el secretario general, la Federación Gráfica Bonaerense (Héctor Amichetti), ATE Capital (Daniel Catalano) y la regional de zona Oeste de la CGT, donde también manda Correa.
Menos de 24 horas después de haber acusado públicamente a los empresarios y a la oposición, Correa fue designado por Axel Kicillof como ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires en reemplazo de Mara Ruiz Malec, una economista de perfil más técnico que se formó a la sombra de Carlos Tomada y que ahora asumirá como directora general de los Recursos de la Seguridad Social de la AFIP. El nombramiento de Correa se aceleró hace tres semanas, cuando fue recibido en el Senado por Cristina Kirchner junto con otros tres sindicalistas, entre los que estaba Pablo Moyano. Kicillof lo presentó el jueves como alguien que “impide el mercado del ajuste”. ¿Habrá querido exhibir la contracara a Sergio Massa?
“Es un negociador duro, pero leal y de palabra”, dice a LA NACION Daniel Alberto Argentino, presidente de la Asociación de Curtidores y la contraparte con la que Correa negocia salarios y condiciones laborales. El empresario recuerda con detalles cuando en 2014 la viceministra de Trabajo Noemí Rial los echó a él y a Correa del ministerio después de haber discutido durante 12 horas por la paritaria. El apretón de manos se concretó dos horas más tarde, en un estudio jurídico. Este año acordaron en mayo un aumento de 35% por seis meses que se revisará en noviembre, posiblemente con Correa en representación de dos de las tres patas de la negociación.
La Federación del Cuero tiene entre 7000 y 10.000 afiliados y forma parte de la CGT, donde Correa ocupa un cargo en el estratégico comité arbitral, el tribunal que interviene en las disputas entre sindicatos por temas de encuadramiento. Su gremio está enrolado en la Corriente Federal, cuyo referente es el bancario Sergio Palazzo. Pero desde la reunificación, hace ya nueve meses, se acercó más a Pablo Moyano. Coincide con el camionero en sus críticas a la pasividad de “los Gordos” e “independientes”, los dos sectores mayoritarios que mandan hoy en la CGT y cuyos referentes son Héctor Daer y Andrés Rodríguez. “La llegada de Walter al Ministerio de Trabajo dinamita puentes con los Gordos y empresarios, y es un llamado de atención a Claudio Moroni”, interpreta un senador bonaerense del Frente de Todos conocedor del ajedrez sindical. Abrió una grieta interna en Azopardo el año pasado, cuando hizo un acto para poner un busto de Néstor Kirchner en el ingreso a la sede de la central obrera. Ese día no asistió el consejo directivo a pleno.
Hace 12 años Correa pesaba más de 100 kilos. Decidió un día someterse a un bypass gástrico y su vida cambió casi por completo, cuenta un asesor que trabajó a su lado durante casi una década. Metódico y disciplinado, dio la pelea para tomar el gremio y desplazar a Juan Norambuena y Juan Niz, dos históricos. Trabajó en la curtiembre Paso del Rey, en Moreno, municipio del que fue empleado y concejal, en 2013. Intentó en 2019 competir por la intendencia, pero perdió en la interna del Frente de Todos contra Mariel Fernández, actual jefa comunal y dirigente del Movimiento Evita.
Correa tiene 58 años y en 2017 accedió al cargo de diputado nacional por Unidad Ciudadana, la fuerza política que ideó Cristina Kirchner para su relanzamiento. Figuraba en el décimo lugar de la boleta. En los pasillos sindicales circulan versiones que se “ganó la banca” por haber aportado una tropa de militantes de su gremio para la custodia permanente del Instituto Patria, el retiro favorito de la vicepresidenta.
En el Congreso actuó en tándem con Vanesa Siley y Hugo Yasky, a quien le confesó que a veces se siente más representado por la CTA que por la CGT. Durante su excursión legislativa no sacó los pies del plato en ninguna votación y no se le conocieron proyectos polémicos ni vanguardistas. Forjó en la cámara su relación y se ganó la confianza de Máximo Kirchner, su referente político después de la vicepresidenta. En la foto de su WhatsApp está abrazado al jefe camporista. Máximo Kirchner lo acompañó hace unos meses al acto de asunción cuando tomó el mando de la regional Oeste de la CGT. Habló allí de un Estado capaz de regular. Un planteo similar al que hizo Pablo Moyano al pedir la estatización del comercio de granos como atajo para recaudar dólares.
Presión a De Mendiguren
El miércoles pasado, mientras el consejo directivo de la CGT casi a pleno disfrutaba de un almuerzo frugal en el piso 12 del Sindicato del Seguro antes de mezclarse en la calle con los militantes, Correa dejaba una carta en el despacho del Secretario de Industria y Desarrollo Productivo, José Ignacio de Mendiguren. En tres hojas, reclamó la “inmediata reimplantación de un derecho de exportación a los cueros salados de un 15% tal cual estuviera vigente cuando el compañero Kicillof se encontraba al frente del Ministerio de Economía de la Nación”. Argumentó que la exportación de los cueros sin industrializar significaron la pérdida de 4230 empleos en el sector. Se trata de un mercado de unos 1000 millones de dólares anuales, según fuentes del rubro. De Mendiguren tiene ahora la última palabra.
Después de la derrota electoral en las PASO de 2021, Correa apeló a la metáfora futbolera para decir que Cristina Kirchner había advertido sobre la derrota y que no había sido escuchada. “Cristina es como Bochini cuando te la tiraba al fondo: no tenías ni que pensarlo, tenías que ir corriendo a buscarla, y hay muchos que no la ven o no la quieren ver. Lamentablemente tuvo que pasar esto para que entiendan que tienen que buscar la pelota sin dudarlo”, dijo el curtidor. Y eso que es hincha de Racing.
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